De esta manera, el tercer Grand Slam de la temporada repetirá su final del año pasado, en la que Federer buscará este domingo tomarse revancha del serbio Novak Djokovic, que en primer turno superó en sets corridos al francés Richard Gasquet.

El suizo buscará convertirse en el primer jugador en levantar ocho veces el trofeo en La Catedral del tenis, y sumar su decimoctavo título de Grand Slam, justo tres años después del último agregado a su cosecha record.

"Novak ha sido el mejor todos estos años, lo sentí el año pasado aquí, pero espero ganar el domingo", señaló Federer. Será, además,el duelo entre el número uno y el dos de la actualidad, los máximos preclasificados de Wimbledon. En síntesis: la final que el mundo del tenis esperaba ver. 

Para llegar allí, Federer ratificó su invicto en semifinales de Wimbledon, al ganar la décima jugada. Ante Murray tenía un enorme desafío. El mejor duelo que puede verse sobre césped no defraudó y regaló pasajes inolvidables, pero fue el suizo quien logró imponerse a partir de su vocación ofensiva y un juego que está en el mejor nivel de su carrera, a los 33 años.

En base a su servicio, el de Basilea fue construyendo una victoria sólida frente al ídolo local. Sólo flaqueó en el primer juego del partido, cuando le otorgó a Murray su única oportunidad de quiebre. Después, redondeó un 76 por ciento de primeros saques, ganando el 84 por ciento.

En su camino a la semifinal había promediado 9 aces por encuentro, pero superó esa cifra ya en el primer set (11) para terminar con 20 y apenas una doble falta. Y llega a la final habiendo cedido apenas un juego de saque y tan solo un set (en tie break ante Sam Groth).

"Estoy increíblemente feliz", dijo el suizo tras el partido. "Quizás el público pensaba que jugaríamos cuatro o cinco sets, yo también. Pero hoy jugué mejor, saqué muy bien y supe mantener la presión".