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1 de diciembre de 2025

Los Beatles lo hicieron de nuevo: el infalible truco de combinar la historia que amamos escuchar con algunas perlitas inéditas

El documental “The Beatles Anthology” revela nuevas imágenes de una reunión entre Paul, George y Ringo de los años 90, y recorre la historia de la banda contada por sus cuatro protagonistas

>Los Beatles lo hicieron de nuevo. Volvieron a aplicar la fórmula imbatible de un éxito que parece vencer al paso del tiempo. Una vez más, mixearon la nostalgia con la novedad y dejaron a millones de personas en el mundo sentadas delante del televisor, sonrientes, cantando, moqueando un poquito, sorprendiéndose. Renovando los votos con la banda más importante de la historia de la música popular.

En la entrega que acaba de estrenarse, eso que Harrison dice se ve en el trailer y también en el noveno episodio, el último de un documental que dura unas nueve horas y que, por obra y gracia de los avances tecnológicos desde el primer estreno hasta hoy, permite prácticamente verles los poros a ellos cuatro, a sus asistentes, a las fanáticas que gritan o se desmayan o se tiran a un canal de Ámsterdam para estar más cerca de la lancha en la que pasean y saludan John, Paul, George y Ringo.

Pero tiene, sobre todo, la amalgama perfecta entre un cuento que cualquiera que ama a Los Beatles ya conoce y algunas perlitas desconocidas, imágenes inéditas que se develan en el último capítulo y que son, sobre todo, de los encuentros que tuvieron Paul, George y Ringo hace unos treinta años, cuando Anthology -el documental y el disco triple- tomaban forma. Ahí están los tres beatles que aún vivían en esa época, sentados en la misma mesa, debatiendo cuáles fueron las canciones que los bajaron del escenario porque resultaban demasiado complejas para la tecnología disponible en conciertos de hace seis décadas.

Hablan de John, de lo triste y raro que es no tenerlo ahí, de lo feliz que es volver a escucharlo en sus auriculares y sumar sus voces a una canción que hagan entre los cuatro. Dos de esas canciones vieron la luz a mediados de los noventa: “Free as a bird” y “Real love”. La tercera, “Now and then”, recién en 2023.

The Beatles Anthology cuenta lo que cualquiera que más o menos sepa cómo fue la historia de la banda de Liverpool ya sabe. Pero lo cuenta a través de las voces de sus protagonistas, algo que no había pasado de manera completa hasta que se lanzó el documental a fines del siglo pasado.

Los relatos y las opiniones de John surgen de entrevistas, declaraciones y comentarios que son parte de ese archivo interminable. Y a eso se suman las de Paul, George y Ringo, entrevistados para el documental original. Y la del gran George Martin, el productor musical que sacó lo mejor de ellos, y la de Neil Aspinall, el manager de giras y asistente personal de la banda.

Entre ellos, reconstruyen la historia, desde que John y Paul se conocieron en el hall de una iglesia y se cautivaron uno al otro, hasta que grabaron Abbey Road en ese estado de luna de miel que tienen los amantes cuando ya saben que van a separarse. Si Let it be fue la crisis final, la evidencia de que ya no se aguantaban en un mismo estudio de grabación, Abbey Road fue la lucidez terminal de la banda.

Y en medio de toda esa vorágine, la banda más influyente del siglo XX haciendo discos cada vez más complejos. Pasando de cantar las canciones de otros a componer las propias, con sonidos cada vez más atípicos, desde una guitarra reverberando contra un amplificador hasta los instrumentos que George escuchaba en la música hindú. Una banda de chicos que se amaban hasta que empezó a consumirse el oxígeno que respiraban todos al mismo tiempo en el estudio de grabación.

Y también, una banda de chicos que, por momentos, empezó a odiarse, a desear la vida que viniera después de esa aventura que llegaba a su fin. Una dupla creativa, la más grande de la historia de la música, para cuyos integrantes, Lennon y McCartney, aparecieron personas más importantes que lo que habían sido el uno para el otro hasta ese momento: Yoko Ono y Linda Eastman. De esa montaña rusa que duró algo más de 10 años y cuya onda expansiva sigue hasta hoy hablan John, Paul, George y Ringo en el documental.

Lo más lindo de The Beatles Anthology es lo chiquito. Los detallecitos que construyen una historia enorme. Es Ringo Starr contando cómo se dio cuenta de que lo que estaba pasando con la banda que integraba era grande: “Yo tenía una tía a la que visitaba más o menos seguido, y tomábamos té. Y en un momento, fui a tomar el té, alguien hizo un mal movimiento y se derramó mi taza. Y mi tía ordenó enseguida que fueran a lavarme la taza, que no me podían servir de nuevo en una taza sin lavar. Eso no habría pasado antes”, dice Ringo.

Entre él, George y Ringo reconstruyen las giras de los primeros años, en una camioneta que manejaban entre Neil Aspinall y Mal Evans, un empleado de The Cavern que primero fue chofer y después se volvió uno de los asistentes principales de la banda.

Se acuerdan de que John Lennon masticó Zubes, unas pastillas para la garganta, durante las doce horas frenéticas que duró la grabación de Please please me, el primer disco de la banda. “Sabía que grabar ‘Twist and shout’ me iba a destrozar la garganta, por eso la dejamos para el final y me preparé todo el día. La hicimos en una sola toma porque no se podía hacer ese esfuerzo con la voz más de una vez”, cuenta John en una entrevista que recoge el documental.

Entre George Martin y Paul cuentan con detalle cómo hicieron “A day in the life”, la canción más Lennon / McCartney de todas las que se acreditaron así: realmente es mitad y mitad, una composición que acopla dos melodías completamente diferentes.

A todos esos detalles que son los que construyen la mítica historia de Los Beatles se suma otro acierto del documental: suenan muchas canciones y suenan prácticamente enteras, así que es imposible estar delante del televisor sin cantar, sin corear algún estribillo, sin subirse a la armonía de voces que armaban John, Paul y George en cada canción.

Es que Los Beatles existen en sus discos, en sus canciones, en sus películas, en las fotos que los muestran frenéticos sobre un escenario, rodeados de chicas en la puerta de un hotel, ensimismados en un estudio de grabación. En ese pozo del que se siguen extrayendo riquezas, a veces en forma de canciones, o de imágenes, o de todo eso junto.

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