20 de octubre de 2025
Luis Monti y el recorrido que lo llevó a disputar dos finales de la Copa del Mundo con selecciones distintas en contextos de máxima tensión

El legendario mediocampista argentino es el único futbolista en la historia que disputó finales de la Copa del Mundo con Argentina en 1930 e Italia en 1934, marcando un hito irrepetible en el fútbol internacional
El camino de Argentina a la final no fue sencillo. En el debut, Monti marcó de tiro libre ante Francia, convirtiéndose en el primer argentino en anotar en mundiales, y volvió a convertir ante Estados Unidos en la semifinal, destacando por su incansable despliegue, su fortaleza física y sus “varios corazones en un único cuerpo”, como lo describió el periodista Giglio Panza para Tutto Sport.
La definición ante Uruguay fue una verdadera batalla psicológica. Según narra El Gráfico, Monti recibió “una carta que lo amenazaba de muerte a él y a su familia” y pidió no jugar, pero la lesión de Adolfo Zumelzú dejó sin opción a los entrenadores. “Tuve mucho miedo cuando jugué ese partido porque me amenazaron con matarme a mí y a mi madre. Estaba tan aterrado que ni pensé que estaba jugando al fútbol. Lamentablemente, perjudiqué a mis compañeros”, confesaría años después Monti.Argentina iba ganando 2-1 en el descanso, pero Uruguay reaccionó en la segunda mitad y se impuso por 4-2. Con la derrota, Monti quedó señalado como el responsable máximo por el periodismo y los hinchas albicelestes, mientras la policía debió escoltar a los jugadores entre disturbios armados.La vida de Monti dio un giro crucial tras el Mundial. “No le fue difícil aceptar la oferta de la Juventus para jugar en el Calcio”, destacó El Gráfico. Pero, inmerso en el amateurismo marrón, debió esperar un año hasta que el fútbol se profesionalizara. A los 30 años llegó a un club incrédulo ante su sobrepeso, pero demostró su temple: entrenó con rigor y transformó su juego, resignando velocidad para ganar presencia de líder.Con el Mundial de Italia 1934 en el horizonte, Monti fue nacionalizado junto a otros argentinos para fortalecer a la Azzurra, en un proceso impulsado por Benito Mussolini. “No sé cómo lo harán, pero Italia debe ganar este campeonato. Es una orden”, relatan las fuentes que sentenció “il Duce” respecto al torneo que debía consagrar a su nación en casa.
Italia debutó en el Mundial con una contundente victoria sobre Estados Unidos. Monti, fiel a su estilo, impuso respeto en los duros cruces. En cuartos, ante España, lesionó a Ricardo Zamora, y en semifinales, la Azzurra superó al maravilloso equipo austríaco. El camino no estuvo exento de violencia, presión y temor.Al concluir el partido, Monti no solo había sobrevivido físicamente, sino que había realizado un hito irrepetible: defender dos países en finales de la Copa Mundial de la FIFA™. “Un reconocimiento que enorgullecería a cualquiera, salvo a él. Razones para maldecir su suerte no le faltaban. En Uruguay lo mataban si ganaba. En Italia, si perdía”, sentencia El Gráfico.
Monti siguió su carrera en Italia hasta 1939, y en la selección hasta 1936. Más tarde, incursionaría como entrenador, aunque nunca volvió a brillar como en el campo, retirándose definitivamente tras la guerra. Retirado de las canchas, Doble Ancho tuvo una breve etapa como entrenador. Dirigió en Italia a equipos como Triestina (1939-1940); Juventus FC (1940-1941); Varese (1942-1944); Atalanta (1945-1947); Vigevano (1947) y Pisa Calcio (1949-1950). Aunque entre 1947 y 1948 volvió a Argentina para tener un breve paso como técnico de Huracán.