1 de octubre de 2025
Molinos, tulipanes e impuestos a visitantes: así es Zaanse Schans, el pueblo neerlandés que apuesta por el turismo sustentable

La pequeña localidad ubicada en los Países Bajos estableció medidas pioneras para conjugar la vida comunitaria y conservar las tradiciones. Cómo sus iniciativas inspiran a otros destinos europeos
A las afueras de Ámsterdam, Zaanse Schans se ha transformado en otra cara visible del problema. Este pequeño pueblo, conocido por sus emblemáticos molinos de viento y sus campos de flores, ha sido durante décadas un destino de excursión ideal para quienes desean una probada de la cultura holandesa tradicional.
Según relató Marieke Verweij, directora del museo del pueblo, algunos turistas no entienden que detrás de las fachadas de las cabañas viven familias reales, y han llegado a entrar en jardines, tomar fotografías en ventanas e incluso traspasar los límites privados. Estas situaciones han forzado al ayuntamiento y a los mismos residentes a buscar soluciones concretas para evitar que la aldea desaparezca bajo la presión de los visitantes.
La respuesta más drástica llegará en la primavera de 2026, cuando Zaanse Schans comience a cobrar una tarifa de acceso de 17,50 euros para cualquier visitante. Esta decisión, inusual en pequeños núcleos urbanos, tiene como objetivo principal reducir la afluencia y garantizar la sostenibilidad del atractivo turístico.Aunque la medida puede parecer costosa para algunos, los lugareños defienden su urgencia por la falta de alternativas: “¡Simplemente no tenemos espacio para tanta gente!”, subraya la directiva del museo local.
El modelo elegido por Zaanse Schans recuerda a la iniciativa implementada recientemente en Venecia. Bajo un programa similar, la ciudad italiana exige desde hace un par de años una tasa de entrada de 5 euros a los excursionistas durante las horas de mayor afluencia. La recaudación durante este periodo alcanzó los 2,4 millones de euros, fondos invertidos en el mantenimiento y la restauración del patrimonio. Sin embargo, hay quienes critican que la tasa no ha conseguido, en la práctica, reducir el número de visitantes, y sólo el tiempo dirá si el precio significativamente más alto de Zaanse Schans será efectivo para frenar la saturación.A la luz de medidas como la adoptada en Zaanse Schans, el futuro de algunos de los lugares más icónicos de Europa podría depender de la capacidad de encontrar un equilibrio entre la acogida de visitantes y la protección del día a día de las comunidades anfitrionas.