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8 de febrero de 2022

El racismo contra Gabigol se suma al clima de violencia homicida contra los negros

Por Pablo Giuliano, corresponsal en Brasil 07-02-2022 | 17:52

Gabriel Barbosa fue llamado "mono" desde la platea del Fluminense. Foto: AFP


El linchamiento de un refugiado congoleño; el asesinado de un joven negro por su vecino, un militar de la Marina que lo confundió con un ladrón; y los gritos de "mono" lanzados por la hinchada de Fluminense a la estrella del Flamengo, el artillero Gabigol, en el campeonato carioca, fueron tres últimos episodios ocurridos en Rio de Janeiro que revelan el llamado racismo estructural que anida en Brasil.

"La carne más barata del mercado es la carne negra", dice la letras de "Carne", una de las canciones más famosas de Elza Soares, la cantante fallecida el 20 de enero a los 91 años y que vivió personalmente la desigualdad racial y social de Brasil, último país de Occidente en abolir la esclavitud, el 13 de mayo de 1888, luego de tres siglos de comercio y tráfico de seres humanos desde Africa.

El domingo tras la derrota por 1-0 ante Fluminense por el campeonato carioca, Gabriel Barbosa, campeón de la Copa Libertadores 2019 y que hoy está entre los favoritos a ir al Mundial Qatar 2022 con la selección, fue llamado "mono" desde la platea del "Flu".

"¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo ocurrirá esto sin que nadie sea sancionado? Jamás me silenciarán, es inadmisible que pasemos por eso. Tengo orgullo de mi raza, orgullo de mi color", escribió Gabigol en las redes sociales tras la agresión.

En la misma línea se pronunciaron Flamengo y Fluminense, con intenciones de identificar y sancionar al agresor para que sea sacado de las canchas.



En Brasil, el 54% de la población es afrodescendiente, según el Instituto de Geografía y Estadística (IBGE) pero la desigualdad también está marcada por la herencia de la esclavitud, cuya salida no tuvo ningún plan para los exesclavos, que a inicios del siglo XX comenzaron a buscar tierras urbanas en la cima de los morros, dando inicio a la confomación de la favelas.

El Comité Nacional de Refugaidos del Ministerio de Justicia y el de Relaciones Exteriores anunció este lunes la creación de un Observatorio de Violencia contra los Migrantes, como una reacción al caso del homicidio del refugiado congoleño Moise Mugenyi Kabagammbe, de 24 años, por el cual están detenidas tres personas.

El congoleño había llegado a Brasil en 2011 huyendo la guerra civil de su país. El asesinato fue filmado por las cámaras de seguridad de la municipalidad de Río enfrente al bar de playa Tropicalia, en Barra de Tijuca, adonde trabajaba eventualmente.

Kabagammbe fue a reclamar el pago de dos días de trabajo atrasados y fue golpeado a patadas, trompadas y con un bate de beisbol, para luego ser amarrado a un palo, tras lo cual falleció antes de llegar al hospital.

El intendente de RIo, Eduardo Paes, le quitó la concesión del bar a los agresores y se lo pasó a la familia de la víctima, como respuesta al reclamo de justicia realizado en 15 capitales del país.



El miércoles 2 de febrero en Sao Gonçalo, Gran Rio de Janeiro, el trabajador de supermercado Durval Teófilo Filho, de 38 años, fue asesinado de tres tiros por su vecino, el sargento de la Marina Aurelio Bezerra. Teófilo Filho buscaba sus llaves para entrar al edificio en la vereda, pero el militar dijo que pensó que iba a sacar un arma. Dijo que lo confundió con un ladrón porque era negro.

Ignacio Cano, sociólogo del Laboratorio de Violencia de la Unversidad Estadual de Rio de Janeiro (UERJ), sostuvo que Brasil vive en una sociedad "donde la raza lamentablemente ocupa un papel importante y es posible que esto pueda haber influenciado" al militar de la Marina.

"La gente que anda armada actúa bajo sospecha permanente al parecer y este es uno de los casos de una sociedad que anda armada", dijo el sociólogo.

El domingo el presidente Bolsonaro defendió las leyes y decretos a favor de la liberación de armamento para uso privado mientras asistía a un club de tiro en Brasilia.

El caso del congoleño tuvo repercusión en el Supremo Tribunal Federal, la máxima corte del país, donde el juez Gilmar Mendes vinculó el crimen del refugiado al accionar de las bandas parapoliciales en la zona oeste de Rio de Janeiro, que dominan parte de la vida económica de las comunidades y barrios pobres y le disputan el poder a los narcos de las favelas.

La ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, la pastora evangelista Damares Alves, dijo que su cartera está tomando"medidas" tras la muerte del congoleño y se quejó de que la prensa buscara un pronunciamiento de ella sobre el asunto.

Según datos del Atlas de la Violencia y Seguridad Pública lanzado en agosto pasado, la chance de un negro ser asesinado en Brasil es 2,6 veces superior a un no negro.

En una entrevista este lunes con el diario Folha de Sao Paulo, la activista del movimiento feminista negro y ex Defensora Pública del estado de Bahía, Vilma Reis, dijo que los dos homicidios recientes del refugiado y el trabajdor de supermercado muestran que el racismo "está en carne viva".

"El racismo en Brasil es un racismo de origen, es un racismo de marca. Y los negros cargamos estas marcas en el cuerpo, con nuestro color, nuestro cabello. Así como se banaliza la vida de un joven congoleño también ocurre lo mismo con los hombres y mujeres negras, la juventud negra, indígenas y gitanos", dijo la socióloga Reis.

Según ella, existe en Brasil un "negacionismo permanente del racismo" en Brasil para evitar profundizar el debate.
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