15 de septiembre de 2025
Nicolas Hamilton reveló su lucha contra la parálisis cerebral y cómo fue crecer bajo la sombra del multicampeón de F1

La experiencia de superación personal y búsqueda de independencia redefine el significado del éxito en el deporte motor
El vínculo con Lewis Hamilton se convirtió en fuente de orgullo y complejidad. La familia atravesó dificultades económicas para respaldar la carrera de Lewis: su padre llegó a trabajar en cuatro empleos y su madre se ocupaba del hogar y del cuidado de Nicolas. Con respecto a ello, reconoció: “Mis metas y pasiones no eran importantes cuando era niño; todo giraba en torno a Lewis”.
A pesar de ello, nunca sintió celos ni rivalidad, sino admiración por el talento de su hermano y el deseo de verlo triunfar. La fama de Lewis tuvo un coste y señaló: “La mayoría me conoce como el hermano de Lewis, como si no tuviera nombre propio”. Incluso hoy, la exposición mediática les dificulta compartir momentos cotidianos, aunque encontraron en los videojuegos un espacio privado para fortalecer su relación.La decisión de ser piloto de carreras fue un acto de afirmación personal. “Elegí ser piloto de carreras por mí, no por nadie más. Es el ancla de mi vida”, sostuvo. Inició su paso por el automovilismo a los 18 años, después de dejar la silla de ruedas y aprender a caminar.Competir con parálisis cerebral exige adaptaciones técnicas y esfuerzo físico adicional. Nicolas no puede flexionar los tobillos, por lo que utiliza los músculos del muslo para acelerar y frenar, con pedales diseñados para sus necesidades y un embrague manual. “Para mí, acelerar y frenar es como un interruptor: todo o nada”, explicó.
Para Nicolas Hamilton, el éxito no se mide por trofeos ni victorias. “El éxito es lo que tú consideres que es. Yo ya me siento exitoso por haber superado mi discapacidad”, reflexionó. Cuando era niño, un día sin caídas representaba un logro. En la actualidad, valora poder vivir con su condición de manera plena y la posibilidad de hablar con franqueza sobre sus desafíos emocionales y físicos.
En 2016, enfrentó uno de sus momentos más oscuros. La falta de fondos para seguir compitiendo lo llevó a una crisis personal, marcada por adicción al juego y pensamientos suicidas. “Me convertí en adicto al juego durante siete meses y perdí todos mis ahorros”, relató.El proceso de recuperación incluyó terapia, reconstrucción de rutinas y aceptación de que el valor personal no depende del dinero ni del éxito externo. “La terapia es una de las cosas más poderosas que puedes hacer”, sostuvo, alentando a quienes enfrentan dificultades a pedir apoyo sin miedo al estigma.
El mensaje de Nicolas Hamilton trasciende el automovilismo y la discapacidad. Su historia demuestra que la fuerza y la confianza genuinas surgen de la capacidad de afrontar la adversidad y reconocerse valioso por uno mismo.