2 de septiembre de 2025
El déficit de habilidades digitales expone a América Latina a un rezago estructural

La falta de formación tecnológica amenaza con limitar la competitividad regional en plena transición hacia economías impulsadas por la inteligencia artificial
La irrupción de la inteligencia artificial añade otra capa de complejidad. El estudio calcula que a nivel global la IA podría aportar alrededor de 13 billones de dólares a la actividad económica hacia 2030. En América Latina y el Caribe, el impacto potencial alcanzaría hasta el 5,4 por ciento del PIB regional, siempre que se reduzcan las brechas de conectividad y formación. Pero la tecnología no llega sin riesgos: cerca de 84 millones de empleos en la región ya están expuestos a la automatización, y la cifra podría escalar a 114 millones en menos de una década. Los sectores más vulnerables son aquellos dominados por tareas rutinarias, como la manufactura ligera, el comercio minorista o los servicios administrativos.
El dilema, entonces, es doble. Por un lado, la inteligencia artificial y la digitalización representan una oportunidad para diversificar la economía, mejorar la productividad e impulsar la innovación. Por otro lado, sin un plan coordinado de formación y adaptación laboral, esas mismas tecnologías podrían amplificar la precariedad y la exclusión. “El reto no se limita a ampliar el acceso tecnológico, sino a garantizar la formación continua y la adaptación laboral frente a un mercado en transformación”, concluye el informe de la Fundación Carolina.La coyuntura obliga a actuar con urgencia. La digitalización se ha convertido en una pieza clave de la economía global, y en un contexto de tensiones geopolíticas y transición energética, los países que no logren cerrar sus brechas quedarán en posiciones subordinadas dentro de las cadenas de valor. En ese sentido, el estudio alerta sobre el riesgo de que América Latina quede relegada a exportar materias primas sin desarrollar sectores tecnológicos propios.
En definitiva, el desafío de las habilidades digitales en la región no es meramente técnico, sino político y social. Requiere coordinación entre gobiernos, empresas, universidades y organismos multilaterales, y demanda un esfuerzo sostenido que trascienda ciclos electorales. De no lograrse, la promesa de la transformación digital podría convertirse en una nueva frontera de desigualdad, confirmando la advertencia de que América Latina continúa atrapada en la trampa de ingreso medio.