1 de septiembre de 2025
Ucrania intensificó su ofensiva contra la infraestructura militar rusa y destruyó varios “objetivos de valor” en Crimea

Las fuerzas de Kiev golpearon radares, helicópteros y sistemas antiaéreos clave en la península ocupada por las tropas de Putin
“El hecho de que Ucrania pueda destruir repetidamente sistemas S-400 en territorio ocupado revela fallas profundas en la doctrina militar rusa”, señaló en un informe reciente el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), un centro de análisis con sede en Washington. “Más allá de la pérdida material, las operaciones minan la confianza interna y exponen la incapacidad de Moscú para asegurar Crimea, pieza central de su narrativa imperial”.
La península, anexionada por Rusia en 2014 en una maniobra considerada ilegal por Naciones Unidas, se ha convertido en uno de los principales teatros de la guerra. Desde allí se lanzan ataques contra las regiones del sur de Ucrania, y al mismo tiempo es un nodo logístico vital para la marina rusa en el Mar Negro. Golpear su infraestructura tiene tanto un objetivo militar como político.Para los analistas, los ataques reflejan un cambio de prioridades en la campaña ucraniana. “Kiev busca demostrar a sus aliados occidentales que, pese al desgaste de la guerra, aún es capaz de infligir golpes estratégicos significativos”, explicó a The Guardian Michael Clarke, profesor emérito de Estudios de Defensa en el King’s College de Londres. “A la vez, erosiona la narrativa rusa de que Crimea es intocable”.
La escalada llega en un momento delicado. El Kremlin enfrenta presiones internas tras más de dos años de sanciones occidentales que han elevado la inflación —cercana al 9 %— y reducido las perspectivas de crecimiento económico a apenas 1,5 % para 2025. Aunque el rublo se ha fortalecido de manera inesperada gracias a políticas monetarias restrictivas y controles de capital, la economía rusa sigue tensionada por el costo de la guerra y el aislamiento internacional. En paralelo, Vladímir Putin ha buscado proyectar una imagen de respaldo internacional al reunirse conEn Crimea, la población civil vive bajo la sombra constante de la guerra. Testimonios recogidos por medios describen noches interrumpidas por explosiones, apagones prolongados y cortes de comunicación que dejan a comunidades enteras aisladas. La censura y el control informativo impuesto por Moscú impiden conocer con claridad el alcance real de los daños y las víctimas, reforzando la sensación de opacidad que rodea la vida diaria en la península ocupada.Cada operación de este tipo reafirma el mensaje de Kiev de que la guerra no está congelada y que el futuro de Crimea permanece en disputa. Más allá de la propaganda del Kremlin, la península se ha convertido en un símbolo de resistencia: un territorio que desafía el control ruso con fuego, persistencia y una voluntad política que busca mantener abierta la posibilidad de su liberación. En el campo de batalla y en la narrativa internacional, Crimea encarna hoy el choque entre la ambición imperial de Moscú y la determinación de Ucrania por recuperar su soberanía.