23 de julio de 2025
Siete hallazgos científicos que están cambiando la comprensión del cerebro humano

El 22 de julio marca una fecha clave para revisar el rol de este órgano. Nuevas investigaciones y desarrollos tecnológicos están modificando conceptos históricos sobre su funcionamiento, sus límites y su vínculo con el resto del cuerpo
1- El mapa más detallado de un cerebro de mamífero
Este mapa permite ver cómo se comunican las áreas del cerebro, no solo dónde están. Se trata de una neuroanatomía funcional a escala de red, algo impensable hace pocos años.
El cerebro no es un órgano estático. La neuroplasticidad —la capacidad de reorganizar sus conexiones— es una de las características más fascinantes del sistema nervioso. Esta plasticidad no se limita a la infancia, como se creía, sino que continúa durante toda la vida, aunque con menor intensidad.A diferencia de los sintetizadores planos, este implante interpreta las señales cerebrales relacionadas con la prosodia —la “música” del lenguaje— y las reproduce con inflexión, ironía o tristeza. Esto no solo cambia la vida del paciente. Cambia también el modo en que entendemos el lenguaje: como acto emocional, no solo verbal.
Un equipo internacional acaba de presentar un Este sistema funciona como una red de eliminación de desechos similar al sistema linfático en el resto del cuerpo, y es especialmente activo durante el sueño. Durante la noche, elimina productos de desecho como la proteína beta-amiloide, implicada en el desarrollo del Alzheimer.Este hallazgo transforma la forma en que entendemos el sueño y reconfigura la comprensión del envejecimiento cerebral y muchas enfermedades neurodegenerativas. Su magnitud se aprecia al recordar que este sistema fue recién descrito por Maiken Nedergaard en 2012.Hasta hace poco se creía que el sistema nervioso central era una “zona inmune privilegiada”, sin acceso al sistema inmunológico periférico. Hoy se sabe que existe un Lo que parecía ciencia ficción ya no lo es: los organoides cerebrales, estructuras cultivadas en laboratorio que simulan actividad cerebral humana, están empezando a mostrar patrones de comportamiento que obligan a preguntarse si tienen alguna forma de “conciencia”.¿Dónde termina el experimento y comienza la ética? El debate, que parecía filosófico, se vuelve médico.En enero de 2025, el sistema de salud británico (NHS) comenzó un ensayo con ultrasonido cerebral para modular el estado de ánimo en pacientes con depresión resistente.Un dato más: en abril de este año, la empresa Paradromics obtuvo aprobación para su BCI (brain–computer interface) de uso comercial.
Todos estos avances no están previstos para dentro de 30 años. Están ocurriendo ahora mismo. Y plantean una exigencia: como médicos, pacientes, ciudadanos o legisladores, necesitamos actualizar nuestra forma de pensar el cerebro. No solo como órgano biológico. También como interfaz, territorio ético y espejo de lo humano.
Una de las grandes tareas pendientes es superar la separación artificial entre “salud mental” y “salud neurológica”. La distinción entre neurología y psiquiatría, heredada del siglo XIX, ha demostrado ser limitante. Lo que llamamos “trastornos psiquiátricos” son, en realidad, expresiones del funcionamiento cerebral bajo condiciones extremas, interconectado con todo el entorno, la sociedad y lo que nos rodea.Es evidente que los cambios científico-tecnológicos nos obligan a revisar nuestra perspectiva e incrementar los factores que no pueden ser reemplazados: la ética, la empatía, la conciencia humana.
En un mundo hiperconectado y saturado de información, el Día Mundial del Cerebro no debe ser una efeméride más. Es una oportunidad para repensar lo humano. Cuidar el cerebro no es solo prevenir el Alzheimer o reducir las pantallas: es repensar cómo vivimos, cómo educamos, cómo trabajamos y cómo nos vinculamos.* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista