15 de julio de 2025
El Gobierno boliviano acusó a Evo Morales de estar protegido por personas “altamente armadas” en su bastión cocalero

El Ejecutivo asegura que el exmandatario, atrincherado en su bastión cocalero, cuenta con un sistema de protección compuesto por civiles armados y personas de nacionalidad no revelada, en medio de tensiones crecientes por su intento de regresar al poder
Pese a la orden judicial, ningún operativo ha logrado ingresar a Lauca Ñ. En junio, durante una serie de protestas violentas organizadas por sus seguidores para exigir su habilitación electoral, la Policía se replegó completamente del Trópico de Cochabamba. Cuatro policías y dos civiles murieron durante los enfrentamientos. Desde entonces, el Estado no ha recuperado el control pleno del territorio. Solo permanece allí la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico, cuya base opera de forma separada del resto de la estructura policial.
La fractura entre Arce y Morales, ambos del Movimiento al Socialismo (MAS), se profundizó desde 2021. Morales acusa al actual presidente de traicionar el proyecto político que ambos compartieron durante más de una década. Arce, por su parte, ha intentado despegarse del caudillismo de su antecesor y consolidar un liderazgo propio. La disputa interna escaló hasta derivar en la ruptura total del MAS, cuya sigla fue finalmente adjudicada a la facción leal a Arce, dejando a Morales sin plataforma electoral.
Morales, sin embargo, insiste en que será candidato. Sus seguidores intentaron inscribirlo mediante otra agrupación política, el Frente para la Victoria, pero el Tribunal Supremo Electoral ratificó que su postulación es inviable. En 2017, el Tribunal Constitucional eliminó el límite de reelecciones, pero la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló en 2021 que la reelección indefinida no es un derecho humano. En ese marco, el órgano electoral dictaminó que Morales no puede volver a postularse, ya que fue presidente entre 2006 y 2019 en tres periodos consecutivos.Desde entonces, la estrategia de Morales ha sido doble: resistir judicialmente desde su bastión y agitar movilizaciones para presionar al Estado. En este contexto, la acusación de que se rodea de extranjeros armados tiene un doble filo. Por un lado, busca mostrarlo como un líder que ya no responde al control institucional. Por otro, siembra dudas sobre la legalidad y los posibles vínculos de esas estructuras con redes de narcotráfico o grupos extranjeros no identificados.Con las elecciones a un mes de distancia y el ex presidente resistiendo en su enclave, Bolivia se enfrenta a un escenario inédito: un exmandatario atrincherado, investigado por la justicia, inhabilitado para competir, pero aún capaz de movilizar miles de personas. Y ahora, según el Gobierno, protegido por fuerzas extranjeras cuya lealtad no está clara.