1 de julio de 2025
“Esto no es una película, nada puede salir mal”: cómo es la vida de un negociador de la Policía

La unidad de la fuerza porteña intervino en 105 casos en 2024 y en 38 durante lo que va de 2025 con equipos integrados por policías y psicólogos que actúan sin armas, con entrenamiento táctico y formación psicológica
La figura del negociador, en ese marco, ocupa un lugar particular dentro de la fuerza. No portan armas durante las intervenciones. No gritan. No imponen. Observan. Escuchan. Evalúan cada gesto, cada pausa, cada respuesta. “El negociador siempre tiene que estar muy despierto, en cuanto a lo que contesta la persona en crisis y a lo que está pasando en el contexto”, señaló. Según el comisario, la lectura corporal es esencial. No alcanza con tener temple: hay que decodificar señales, incluso cuando las palabras agreden o la escena parece caótica.
El ingreso a la división no está abierto a cualquiera. Para ser parte del equipo, primero se debe superar un examen psicológico. Luego, un curso intensivo de un mes, con jornadas que empiezan a las 7 de la mañana y terminan a las 19. El cronograma es estricto: cinco días por semana, con clases de psicología, prácticas de campo y entrenamiento físico. Las evaluaciones semanales son eliminatorias. Si alguien no aprueba, queda afuera. Al final del ciclo, los aspirantes enfrentan una prueba final que replica situaciones críticas. Todo bajo un manual de estudio desarrollado por el propio Farrus junto a colegas, a partir de su experiencia acumulada desde 2007.El equipo está disponible las 24 horas, los 365 días del año. Un sistema de guardias garantiza que, ante cualquier situación límite, haya al menos un jefe, un negociador principal, un asistente, un recolector de información y un psicólogo listos para intervenir. A ese grupo se suman dos agentes de las fuerzas especiales, que acompañan a los negociadores en las aproximaciones, ya sea frente a una persona atrincherada, un captor armado o alguien al borde del suicidio.El trabajo requiere disciplina, paciencia y atención permanente. También, una comprensión del contexto social. El impacto de la pandemia, por ejemplo, aún se hace sentir. Según Farrus, hubo un incremento de personas con padecimientos de salud mental desde 2020. “Hubo distintos factores que sirvieron como detonantes en la psiquis de cada persona para que llegaran a una situación de crisis como atrincheramientos o intentos de suicidio”, afirmó. En 2024, la división intervino en 105 casos vinculados a crisis de salud mental. En lo que va de 2025, ya suman 38 intervenciones.