Miércoles 25 de Junio de 2025

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25 de junio de 2025

El plan que divide a la ciencia: 45 lanzamientos, autonomía energética en Marte y la promesa de llegar en 90 días

La propuesta de Jack Kingdon, de la Universidad de California, promete un viaje más rápido, empleando tecnologías disponibles y un despliegue logístico que podría transformar la exploración humana en el espacio

>Llegar a El Según National Geographic, Kingdon se apoya en el problema de Lambert, un modelo matemático que permite calcular trayectorias orbitales óptimas.

El plan contempla el lanzamiento de dos naves tripuladas y cuatro de carga, todas repostadas previamente en la órbita terrestre baja. Para lograrlo, se requerirían 45 lanzamientos del sistema Starship Superheavy. Kingdon sostiene que este volumen de operaciones estaría dentro de las proyecciones futuras de SpaceX, que prevé realizar hasta 1.000 lanzamientos anuales.

Un componente esencial del plan es la aplicación de tecnologías de aprovechamiento de recursos in situ (ISRU, por sus siglas en inglés). La misión prevé la instalación de reactores Sabatier y sistemas de electrólisis para extraer agua del subsuelo marciano y convertirla en oxígeno e hidrógeno, los elementos básicos del combustible para el regreso.

National Geographic informa que, mediante este proceso, sería posible generar hasta 1.500 toneladas de propelente directamente en Marte. Estas tecnologías, ya probadas en condiciones controladas, permitirían prescindir de costosos envíos desde la Tierra y aumentar la autonomía operativa de la misión.

El plan también aprovecha las ventanas de lanzamiento en las que las órbitas de la Tierra y Marte se alinean de forma favorable. Este principio, común en misiones interplanetarias, se optimiza en la propuesta para acortar distancias y reducir al mínimo la exposición al entorno espacial.

Reducir el tiempo de viaje de seis o nueve meses a solo tres ofrecería beneficios significativos en términos de salud física y mental. De acuerdo con National Geographic, una misión más corta disminuiría la exposición a la radiación cósmica, reduciendo riesgos como la pérdida de masa ósea o el desarrollo de enfermedades degenerativas. Además, limitaría el estrés asociado al confinamiento prolongado y simplificaría la gestión de suministros básicos.

La propuesta de Kingdon contrasta con la estrategia actual de la NASA, que apuesta por el desarrollo de motores nucleares térmicos o eléctricos como única vía realista para misiones tripuladas de corta duración. Estas tecnologías, aunque prometedoras, enfrentan obstáculos técnicos y regulatorios que podrían retrasar su implementación durante años.

Frente a ello, Kingdon plantea que es posible avanzar con medios ya disponibles, lo que provocó un nuevo eje de discusión sobre el mejor enfoque para una misión a Marte.

La publicación del estudio generó respuestas divididas. Algunos científicos valoran el uso eficiente de tecnologías probadas y la posibilidad de reducir costos y tiempos mediante una planificación orbital precisa. Otros dudan de la capacidad actual para ejecutar una operación de tal magnitud.

Más allá de la meta de los 90 días, el mensaje principal del estudio es la necesidad de replantear el uso de los recursos actuales. Como destaca National Geographic, Kingdon sugiere que no siempre es necesario esperar soluciones futuras: innovar también implica combinar estratégicamente lo que ya se tiene.

La propuesta reactivó el debate sobre cómo —y con qué herramientas— se puede dar el primer salto interplanetario. Mientras se analiza su viabilidad, el enfoque de Kingdon invita a imaginar nuevas formas de avanzar hacia Marte sin depender exclusivamente de desarrollos a largo plazo.

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