9 de mayo de 2025
La elección de León XIV: por qué el Colegio Cardenalicio optó por un líder con raíces agustinianas para suceder a Francisco

Los sacerdotes electores en el cónclave se inclinaron por una figura con años de servicio pastoral fuera de Europa y capacidad para continuar el proyecto de una Iglesia más abierta y global
Prevost representaba una síntesis entre lo local y lo universal. Aunque nació en Chicago, su labor como misionero, docente y obispo en Perú durante más de una década consolidó su identidad pastoral en el contexto latinoamericano.
El Colegio Cardenalicio, conformado en un 80 % por cardenales nombrados por Francisco, enfrentaba la necesidad de elegir a un sucesor que diera continuidad al proceso de descentralización y apertura iniciado tras el cónclave de 2013. En Prevost encontraron un perfil que ya conocía a fondo los criterios de selección episcopal impulsados por Francisco, con sensibilidad por las realidades sociales de América Latina y experiencia en la gestión de comunidades religiosas en contextos multiculturales.
Esa combinación —vida religiosa, experiencia periférica, perfil global y conocimiento del aparato eclesiástico— explicó su elección.
Prevost nació en Chicago en 1956 e ingresó a la Orden de San Agustín a los 20 años. Fue ordenado sacerdote tras formarse en teología tanto en Estados Unidos como en Roma. Su primer destino fue Perú, donde vivió una década como misionero y profesor de derecho canónico. Allí se vinculó a la vida pastoral cotidiana de comunidades rurales y urbanas, y adquirió un conocimiento directo de los desafíos sociales y eclesiales en América Latina.En 2015, el papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, una diócesis en la costa norte de Perú. Allí promovió iniciativas pastorales centradas en la formación del clero, el fortalecimiento de la vida parroquial y el acompañamiento de sectores vulnerables. En 2019, fue llamado a Roma como miembro de varios dicasterios, incluyendo el Dicasterio para los Obispos, órgano clave en la selección de prelados. Su paso por la Curia le permitió conocer a fondo el funcionamiento interno de la Iglesia universal, sin perder el contacto con su experiencia en el terreno.
El peso de su rol como prefecto del Dicasterio para los Obispos fue determinante en su elección. Bajo el pontificado de Francisco, ese organismo ganó protagonismo en el nombramiento de obispos con un perfil pastoral, cercano a la gente y comprometido con la justicia social. La participación de Prevost en ese proceso le otorgó legitimidad ante muchos cardenales electores que compartían la visión de una Iglesia menos clerical y más misionera. Además, su conocimiento técnico en derecho canónico fue visto como una garantía de equilibrio institucional.Cuando apareció en el balcón de la Basílica de San Pedro como Papa León XIV, Prevost vestía los ornamentos papales tradicionales. A diferencia de Francisco, que optó en su momento por una sotana blanca sin adornos, León XIV utilizó capa, estola y cruz pectoral dorada. Este gesto fue interpretado por algunos como una señal de estilo más ritual, aunque no necesariamente contrario al enfoque reformador de su antecesor.Sus primeras palabras como pontífice reforzaron esa lectura. “La paz sea con todos ustedes”, dijo al dirigirse a la multitud en la Plaza de San Pedro. Luego agregó que se trataba de “una paz desarmada, una paz que desarma”, y llamó a los católicos a “actuar juntos, sin miedo, unidos, para construir puentes” a través del diálogo y la cooperación.
Su perfil —agustino, global, pastoral, técnico— fue visto por los cardenales como el más apto para liderar una Iglesia diversa, compleja y en transformación.
(Con información de The Associated Press)