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11 de abril de 2025

El sufrimiento que revelaron las pericias a las víctimas del falso médico chino acusado de violación

Las dos mujeres que denunciaron a Yung Hsin Chen fueron analizadas por los especialistas del Cuerpo Médico Forense. Lo que dijeron sus informes fue clave para la causa

>Dos mujeres treinta años más jóvenes que él lo denunciaron por abuso sexual, en una causa iniciada por la UFEM y continuada por el fiscal Pablo Recchini, por una serie de hechos cometidos en su consultorio mientras administraba sus tratamientos. La primera paciente era una estudiante universitaria de 30 años interesada en la filosofía oriental: Chen se presentaba a sí mismo como un maestro del Tao. Lo había conocido a través de la esposa de Chen, con la que compartía un curso en un momento particularmente vulnerable de su vida, luego de atravesar un tratamiento psiquiátrico.

Así, entre 2022 y 2023, comenzó una serie de sesiones donde Chen, supuestamente, la tocó en medio de la aplicación de las agujas. La desnudaba antes de cada una de sus falsas terapias. “¿Ves que salió el nudo?”, le dijo, luego de besarle los pezones. Al menos un hecho incluyó acceso carnal.

El vínculo iba más allá de simples sesiones; a pesar de un diálogo difícil, donde Chen debía usar el traductor de Google para hacerse entender, se engendró una familiaridad oscura. En otra ocasión, Chen la citó a su consultorio para que le administre acupuntura ella misma. Dijo que un vaso de agua helada lo había contracturado. Allí la esperaba, con una erección bajo su calzoncillo. En otra ocasión, la citó en el Parque Rivadavia; la tomó del brazo y la besó por la fuerza.

La segunda víctima aseguró haber sido abusada por Chen entre 2007 y 2008, también en el consultorio de la calle Páez. Comenzó a tratarse con él por sus problemas gástricos y alimentarios. Las primeras veces, la cobraba. Como la víctima era una practicante del Tao, las siguientes sesiones fueron de cortesía: Chen tenía un templo del culto dentro de la casa. Alrededor de ese templo, había una congregación, declaró esta víctima. Ella fue iniciada allí; su propio padre asistió a ceremonias en el lugar hasta 2023.

Así, la Policía de la Ciudad allanó a Chen el 1° de abril. El maestro del Tao se negó a abrir la puerta de su consultorio y su templo. Tuvieron que derribarla con un ariete. Le encontraron cremas, pastillas, jeringas. Fue acusado, además, de ejercicio ilegal de la medicina.

Hay otra clave en la causa: las víctimas no lo solo declararon ante la UFEM. Lo hicieron, también, ante una especialista del Cuerpo Médico Forense que consideraron sus relatos como veraces, una clave en una imputación por hechos de larga data, como Los reportes del Cuerpo Médico Forense fueron instrumentales para dimensionar el sufrimiento que Chen le causó a sus presuntas víctimas.

Con respecto a la segunda víctima, una licenciada del Cuerpo de la Corte Suprema marcó, según el expediente, que “los hechos denunciados generaron en la víctima, inicialmente, malestar, angustia, incomodidad y confusión, y que, en la actualidad se había reactivado dicho impacto en su psiquismo, a partir de la resignificación de los hechos como abusivos”, tras revivirlos más de quince años después.

Con respecto a la primera, “los hechos denunciados fueron vivenciados con angustia, confusión y negación, en un entorno que minimizaba sus dichos y los enmarcaba en una práctica médica ejercida por una persona altamente valorada y que, por ende, no podía ser puesta en duda”. La falta de apoyo la llevó a sentirse inferior, inadecuada. Chen, para el mundo que la rodeaba, todavía era un maestro.

A Chen no lo detuvieron en la redada en su casa. Sin embargo, se encuentra presentado en Tribunales; el fiscal Recchini pidió que se le prohíba la salida del país. Su indagatoria, en un expediente a cargo de la jueza Karina Zucconi, se esper para la semana próxima.

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