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26 de marzo de 2025

La NASA encontró evidencia de posible vida en Marte: detectó grandes moléculas de carbono

Después de 10 años de excavaciones y análisis de datos, los investigadores de la agencia espacial hallaron tres compuestos orgánicos de cadena larga, que en la Tierra son sinónimo de vida

>El hallazgo surgió de una revisión casi obsesiva en Y lo encontró.

No una, sino tres moléculas orgánicas de cadena larga, fragmentos químicos que en la Tierra suelen ser sinónimo de vida.

Halló los llamados decano, undecano, dodecano, que son nombres de laboratorio para compuestos que combinan átomos de carbono e hidrógeno en secuencias lineales de diez, once y doce unidades.

Su origen exacto sigue sin respuesta, pero su presencia en una roca marciana sacude la hipótesis de que la química orgánica en el planeta rojo haya sido, como mucho, rudimentaria.

Las moléculas estaban ocultas en la muestra Cumberland, extraída por el rover en 2013 en una región apodada Bahía Yellowknife. El sitio, una planicie sedimentaria que hace 3700 millones de años fue fondo de lago, ya había entregado otros indicios tentadores: azufre, metano, nitratos y minerales arcillosos.

En 2015, el equipo científico de la NASA reportó indicios preliminares de orgánicos de cadena larga, pero el análisis no pudo descartar la posibilidad de contaminación. El hallazgo quedó archivado.

“Esto es realmente buscar una aguja en un pajar”, dijo Daniel Glavin, astrobiólogo del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA. “No hay duda. Tenemos tres agujas”, agregó.

Los ácidos grasos, en la Tierra, forman parte esencial de las membranas celulares. Son producidos por organismos vivos mediante una síntesis que avanza de dos átomos de carbono en dos.

Pero es insuficiente para afirmar cualquier cosa concluyente, según otros expertos. “Aunque esto sea asombroso, no se puede afirmar con certeza si se trata de productos biológicos”, dijo Chris Herd, geólogo de la Universidad de Alberta.

La ambigüedad es parte del problema. En el Sistema Solar, los ácidos grasos también pueden surgir de procesos abióticos. Pueden formarse en meteoritos primitivos, en reacciones entre agua y minerales, o como subproducto de la descomposición de otras macromoléculas. “Los meteoritos transportan cargas de ácidos grasos que no provienen de la vida”, explicó Eva Scheller, científica del MIT. Lo que encontró Curiosity podría haber tenido ese origen: una especie de sopa prebiótica sin células.

Esta es la primera vez que se recuperan compuestos con más de diez átomos de carbono, y el hecho de que hayan sobrevivido al castigo del entorno marciano es en sí mismo revelador. Marte está expuesto desde hace millones de años a una combinación letal de radiación ultravioleta y oxidación química, lo que hace improbable que una molécula compleja dure tanto sin degradarse.

Para Freissinet, ese punto es clave. “El nuevo estudio también aumenta las probabilidades de que las grandes moléculas orgánicas que solo se pueden formar en presencia de vida, conocidas como ‘biofirmas’, se conserven en Marte”, señaló. La buena noticia: la muestra Cumberland fue dividida en dos desde el principio. Una mitad fue utilizada en los análisis previos. La otra permanece intacta.

“Los datos del SAM son un desastre”, reconoció Freissinet en tono casi afectuoso. Aun así, con una combinación de ingeniería, persistencia y suerte, consiguieron hacer hablar a la roca.

La zona de donde proviene Cumberland no fue elegida al azar. En 2012, cuando Curiosity aterrizó en el cráter Gale, su destino principal era el Monte Sharp, una montaña de 5.000 metros de altura en el centro del cráter. Pero los datos orbitales sugerían que una zona cercana, Bahía Yellowknife, había sido lecho lacustre. La NASA desvió el recorrido del rover hacia allí. El sitio no decepcionó.

Para el equipo científico, todas estas condiciones convierten a Cumberland en la mejor apuesta del programa hasta ahora. “El Monte Sharp sigue dando frutos y el rover sigue avanzando”, comentó Ashwin Vasavada, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA. Pero hay una contrarreloj: Curiosity lleva más de una década operando y su fuente de energía nuclear se agota. El rover no tiene forma de volver atrás. “Esta última muestra tiene que ser perfecta”, advirtió Freissinet.

Las pruebas de control fueron estrictas. El equipo de SAM descartó que los alcanos provinieran de contaminantes terrestres, del lubricante de la perforadora o de disolventes que el instrumento ha filtrado en otras misiones. Se hornearon suelos similares al de Cumberland en el laboratorio gemelo en la Tierra. Solo con la adición de ácidos carboxílicos se obtuvieron los mismos gases que se habían detectado en Marte.

Este es un resultado asombroso”, opinó Monica Grady, científica planetaria de la Open University. “Si se trata de productos de degradación de ácidos carboxílicos, estamos presenciando algo realmente emocionante”. Porque aunque no es una prueba de vida, es lo más cerca que ha estado la ciencia de rastrearla químicamente en otro planeta.

El equipo de Freissinet ya prepara el próximo análisis sobre la segunda muestra de Cumberland, con la esperanza de detectar más variedades de alcanos, quizás incluso de seis carbonos o menos. Si se identificara una tendencia clara —por ejemplo, un predominio sistemático de compuestos con número par de átomos de carbono— podría ser un indicio más firme de procesos biológicos.

El misterio persiste. Los tres alcanos descubiertos en una roca marciana no son, por sí mismos, prueba de vida. Pero su complejidad, su resistencia y su procedencia los convierten en un testimonio químico que no puede ignorarse. A más de 300 millones de kilómetros, una muestra extraída hace más de una década sigue hablando.

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