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11 de marzo de 2025

Cómo la presión por las modas rápidas impacta en los jóvenes de la generación Z

La velocidad con la que emergen y desaparecen las microtendencias produce que muchos chicos se encuentren al borde del agotamiento, atrapados en una constante búsqueda. Qué acciones se pueden tomar ante esta realidad

>En los últimos años, abrir una aplicación de redes sociales ha sido como ponerse delante de una manguera que lanza tendencias de moda y de internet y abrir la boquilla a toda presión.

Si intentara mantenerse al día con estas tendencias, la mayoría de la gente estaría en bancarrota, por no decir desorientada. Y aunque la mayoría de estas modas se etiquetan como “tendencias de la generación Z”, los miembros de esa generación quizá sean los más fatigados por este contenido constante.

Neena Atkins, de 16 años, estudiante de bachillerato en Dobbs Ferry, Nueva York, relató que se siente “constantemente bombardeada” por recomendaciones de productos. El estampado de leopardo estaba de moda hace menos de dos meses, contó, “y ahora, cuando entro a TikTok, veo gente que dice que el estampado de leopardo ya está muy anticuado”.

James Oakley, de 19 años, estudiante universitario en Oregón, cree que la gente de su edad ha llegado a un punto de saturación: “La prevalencia y mera cantidad de microtendencias nos ha hecho imposible entenderlas o participar en ellas”.

Solemos pensar en las tendencias como una forma de demostrar que sabemos qué es nuevo y qué está en onda, o como una forma de participar en un “momento” colectivo mayor. Durante décadas, los críticos han señalado con justa razón que seguir tendencias facilita una cultura de consumo capitalista - ¡despierta, borrego! - pero también puede ser experimental, lúdico e incluso divertido.

Sin embargo, últimamente las tendencias parecen más abrumadoras. Hace poco, me propuse averiguar qué tendencias de verdad eran relevantes para la vida de la generación Z. Pero tras escuchar a decenas de jóvenes, surgió un patrón: muchos querían hablar no de una tendencia en concreto que consideraran importante, sino también de sus luchas con la incesante avalancha de tendencias y la confusión que sentían al intentar procesarlas todas tan rápidamente.

Que quede claro que no todos los miembros de la generación Z se han dejado llevar por el remolino que les espera en sus teléfonos: a muchos no les interesa o simplemente no se pueden dar el lujo de prestarle atención. “Mucha gente no compra en Shein, no tiene tiempo ni dinero para invertir en cada microtendencia que le pasa por delante”, comentó Oakley.

El boletín de Lewis, una referencia diaria para los milénials y sus mayores que quieren saber qué hacen los jóvenes, consiste en una inspección de todo lo que los usuarios de las redes sociales y las publicaciones de moda declaran simultáneamente que está de moda. Algunos de sus términos coquetos ni siquiera parecen un idioma distinguible: >Lewis observó que se ha instalado una sensación de fatiga por el consumo. “Al final, piensas: ‘Esto es asqueroso. ¿Por qué participo en esta cultura?’”, admitió. “Creo que los creadores y las marcas tienen que responder cada vez más a esa comprensión de los jóvenes”.

Eso puede hacer que navegar el internet sea una experiencia insatisfactoria: las redes sociales se vendieron como un patio de recreo, pero acabaron pareciéndose más a un centro comercial. “Cada vez que entro a Instagram, es como si me estuvieran vendiendo algo”, afirmó Sequoya, una joven de 22 años que vive en Salt Lake City.

Garantizar que la rueda siga girando es el elemento de búsqueda de estatus propio de la naturaleza humana, argumenta W. David Marx en su libro >En la moda, el resultado es un exceso de prendas de baja calidad que no se pueden usar durante mucho tiempo. Según un informe de 2019 de la Fundación Ellen MacArthur y McKinsey & Co., el número promedio de veces que se usa una sola prenda ha disminuido un 36 por ciento en comparación con los índices de hace 15 años. El informe añade que, por cada cinco prendas producidas, tres acaban en un vertedero o incineradas.

“Es abrumador”, reconoció. Las tendencias de los videojuegos cambian con tanta rapidez que su FOMO (sigla en inglés de miedo a perderse de algo) ha crecido “exponencialmente”.

¿Será que la fuente de tendencias está empezando a secarse? En enero, Business of Fashion predijo que las microtendencias virales estaban en vías de desaparición, en parte debido al destino incierto de TikTok, que iba a enfrentarse a una prohibición federal en enero. La aplicación se suspendió y luego, en un parpadeo, volvió a la vida, después de que el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que retrasó 75 días la aplicación de la prohibición.

Otros usuarios de TikTok llevan tiempo manifestando su cansancio. En una avalancha de videos el año pasado, algunos expresaron su frustración por el espíritu de “comprar, comprar, comprar” de la aplicación. Otros promovieron el “estilo de mínimo consumo”, que anima a los usuarios a presumir sus prendas que no están “de moda”, pero que pueden usarse perfectamente bien. Otros documentaron sus intentos de un “año de bajo consumo”, en el que se comprometieron a reducir sus compras.

Aunque muchos de sus amigos siguen comprando ropa o muebles de segunda mano, Gordan vio cómo la etiqueta “estilo de mínimo consumo” perdió fuerza en internet, igual que todos los otros “estilos” anteriores. Gordan comentó que fue desalentador ver cómo lo que en un principio parecía ser un alejamiento del ciclo de tendencias al final se sometió ante ellas. “Es como si no pudieras escapar”, sentenció.

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