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10 de marzo de 2025

Tarifas recíprocas: si Trump las aplica y Milei adhiere, la Argentina debería bajar 60% los aranceles a los bienes importados de EEUU

Algunos países aumentarían sus alícuotas, pero en el caso argentino el arancel medio debería reducirse a 2,5%. La alternativa sería afrontar un aumento del 148% del impuesto promedio que aplica EEUU a los productos argentinos

>“Quiero también aprovechar para anunciar que Argentina quiere ser el primer país del mundo en sumarse a este acuerdo de reciprocidad que pide la administración Trump en materia comercial. De hecho, si no estuviéramos restringidos por el Mercosur, la Argentina ya estaría trabajando en un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos”, dijo el presidente, Javier Milei, en su discurso del pasado 22 de febrero en un evento del Comité de Acción Política Conservadora (CPAC, por su sigla en inglés), en la misma jornada en que se entrevistó con el presidente de EEUU, Donald Trump.

Aunque la aplicación de “tarifas recíprocas” también estaría limitada por la pertenencia argentina al Mercosur, Maximiliano Gutiérrez, investigador del Ieral de la Fundación Mediterránea, precisó el costo que tendría para la Argentina en términos de reducción de aranceles: un 60% en promedio sobre las importaciones desde EEUU.

Entre los primeros se encuentran Reino Unido, Países Bajos, Bélgica, Suiza y Francia, España e Italia entre los europeos; Perú y Uruguay entre los latinoamericanos, y Vietnam e Indonesia entre los asiáticos, pues aplican a las compras a EEUU aranceles promedio más bajos que los que sus bienes afrontan en el mercado de EEUU. Del otro lado, quedan la Argentina, Nigeria, India, China, Tailandia y, entre los latinoamericanos, Brasil, México y Chile, que deberían reducir sus aranceles para seguir comerciando con EEUU.

El autor recuerda que en febrero Trump hizo varias declaraciones, algunas “aparentemente contradictorias”, lo que echa dudas sobre si de verdad profundizará su ofensiva comercial, pero se atiene como “escenario base” a que el jefe de la Casa Blanca aplicará algún tipo de arancel general, por producto o por país, para aumentar los ingresos fiscales y estimular la producción local.

Allí se encuadran los aranceles del 25% que EEUU impuso a la importación de acero y de aluminio, sin exención, alcanzando a la Argentina, séptimo mayor exportador de aluminio a EEUU en 2024, aunque muy lejos de los principales, como Canadá, Emiratos Árabes y Corea del Sur. El mes pasado, por caso, Argentina colocó allí 9.441 toneladas, contra más de 230.331 que colocó Canadá. Y esta vez, a diferencia de lo ocurrido en 2018 cuando Washington impuso aranceles similares, pero otorgó excepciones a la Argentina, Brasil, México, Corea y Canadá, no habrá tratamiento especial ni siquiera para Milei.

Hay, de todos modos, incertidumbre. “No solo considerarían aranceles, sino también barreras comerciales no arancelarias, subsidios gubernamentales, regulaciones e incluso (Trump) mencionó que incluirían a aquellos países que utilizan el IVA, impuesto que Washington interpreta como barrera comercial, pero sin fundamento, pues se paga por igual sin importar si se trata de un producto de fabricación dentro del propio país o si proviene de un tercer país”, dice un pasaje del informe de Gutiérrez.

En cambio, prosigue, “por el lado de los impuestos a las importaciones, estamos entre los países más en riesgo ante la posible implementación de aranceles recíprocos, dado que actualmente Argentina aplica un arancel promedio ponderado del 6,2% a los bienes provenientes de EEUU, contra el 2,5% promedio que EEUU aplica a los bienes importados desde Argentina”.

Esto significa que si la Argentina acepta la reciprocidad, debería reducir un 60% el arancel promedio que aplica a los importaciones provenientes de EEUU o, de lo contrario, afrontar un aumento del 148% en el arancel que pagan los productos argentinos para entrar al mercado norteamericano.

Según el informe, las ideas trumpistas son de un “mercantilismo extremo, no sostenible”, pero podrían ser un punto de partida para negociar, aunque el abuso de la herramienta podría perjudicar la posición de EEUU en tanto deje de causar el efecto deseado e incluso terminen por generar una alianza entre terceras partes”.

Esa posibilidad depende del toma y daca político y comercial. Trump dejó dejó trascender que impondría aranceles del 25% a compras procedentes de la Unión Europea, a lo que Úrsula von der Leyen, presidente de la Comisión Europea, respondió diciendo que la UE tomaría medidas “firmes y proporcionales”.

En respuesta, Beijing anunció aranceles adicionales de entre 10% y 15% a 80 productos energéticos y manufacturas de EEUU (valorados en USD 14 mil millones), controles de exportación a algunos metales, incluido el tungsteno, críticos para electrónica, equipo militar y paneles solares, y la inclusión de corporaciones estadounidenses como PVH o Illumina (de biotecnología) en el listado de empresas “no fiables”, lo que habilita la aplicación de sanciones.

Según Gutiérrez, la acotada respuesta del gobierno chino delata el intento de entablar conversaciones y evitar una escalada. Beijing, explica, tendría ahora menos margen de maniobra para librar una guerra comercial, pues enfrenta una economía más precaria, con presiones deflacionarias y en la que las exportaciones han sido y siguen siendo clave para impulsar la industria y compensar la crisis del sector inmobiliario.

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