10 de marzo de 2025
8M: las mujeres volvieron a exigir el fin de los femicidios, el crimen que el Gobierno no nombra

Bajo el color violeta en el Día Internacional de la Mujer, miles se manifiestaron por las víctimas de femicidios y exigieron justicia
Al lado de sus ojotas, hay botas, zapatillas, sandalias, y detrás de cada par, la historia de esas víctimas. “160 puñaladas”, “cuatro tiros en la cabeza”, “femicida libre”, resumen algunos de los papeles que acompañan los zapatos pintados del color que simboliza la lucha contra la violencia de género.
La instalación de Atravesados por el Femicidio le sirve de una de las dos puntas a la marcha del 8M, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La otra punta es la Plaza de Mayo. Eso en Buenos Aires: esta marcha tiene focos en todo el país.Por todo lo que dura la Avenida de Mayo, desde la Casa Rosada hasta el Palacio Legislativo, marchan grupos de amigas -las que van al secundario y las que se apoyan en la otra o en un bastón-, madres, hijas y abuelas, y organizaciones sociales y políticas.Sean parte de alguna de esas agrupaciones o no, los carteles que denuncian los recortes presupuestarios del Gobierno a las políticas de género se acumulan a lo largo de esta movilización.
“Saquen la motosierra de nuestros derechos”, dice el cartel de Mariana. Tiene 16 años y llegó a la marcha desde Lanús con siete amigas, entre las del barrio y las de la escuela. En su cartulina, el dibujo de máquina de cortar que Javier Milei levantaba sobre su cabeza en la campaña que lo llevó a la Casa Rosada, la misma que le regaló hace algunas semanas a Elon Musk.En rigor, y según las estadísticas de esa organización, los femicidios fueron 322 en 2023 y 295 en 2024. La reducción existió, pero fue del 8,4%: menos de la mitad de lo que pregonan las redes de la Casa Rosada.
De esa violencia casi diaria se hace eco esta marcha en la que se repiten algunas leyendas en las cartulinas alzadas sobre la Avenida de Mayo: “Nos siguen matando todos los días”, “Me cuidan mis amigas, no la Policía”, y “¿A qué mujer tienen que asesinar para que te involucres?”. Los femicidios son también el reclamo más visible de los pañuelos violetas que, junto con los verdes que impulsaron la legalización del aborto en 2020, más se ven en esta movilización. Los abanicos con los colores de la bandera LGBT+ se venden a 2.000 pesos y se ven por todos lados.“Cuando yo era chica no tuve la suerte de que me trajeran a marchas. Es algo que me gusta compartir con mi hija para mostrarle que los derechos se conquistan en la calle, para cuidarla, para mostrarle cómo se construye ciudadanía, y para que cada vez corra menos riesgos; ella y toda su generación”, cuenta, conmovida.
Sobre Avenida de Mayo, los grupos de percusión invitan a las manifestantes a bailar y varias mujeres jubiladas juntan firmas para que se prorroguen las moratorias, se otorgue un aumento de haberes de emergencia y se restauren algunas medicaciones gratuitas vía PAMI. “Yo iba a venir igual como cada 8 de marzo, pero además hoy traje el petitorio para que nos apoyen porque los jubilados estamos pasándola muy mal”, dice Alejandra. Tiene 72 años y fila alrededor suyo para firmar el documento.Arrodilladas en el asfalto de la 9 de Julio, cuatro compañeritas de segundo grado usan la pintura verde que un grupo de jóvenes llevó, junto a cartulinas blancas y pintura violeta, para que quien quisiera pintara su cartel. “¿Por qué las nenas no podían ir a la escuela?”, dice el cartel que pintan que mostrarán sobre la avenida apenas se seque la pintura.
Como en cada 8M, al reclamo generalizado por el fin de los femicidios y las demás manifestaciones de la violencia de género se suman otras exigencias: el fin de la brecha salarial, la redistribución de las tareas de cuidado -en Argentina, por cada hora que dedica un varón a esas actividades, una mujer dedica dos-, y también el fin de la discriminación por identidad de género: también caminan estas calles muchas mujeres trans.“Es su femicida. La fiscalía pidió once años por abandono de persona seguido de muerte, y lesiones agravadas. Nosotros queremos perpetua”, dice Patricia, que viajó desde Escobar.
“La sentencia es este martes y vamos a hacer vigilia en Tribunales para pedir Justicia por mi hija”, le cuenta a Infobae. Micaela tenía 25 años la madrugada en que murió. Sus zapatos no están entre los pintados de violeta que reclaman frente al Congreso. Pero podrían estar. Los suyos y los de las casi 300 mujeres asesinadas el año pasado en manos de un femicida que las quiso muertas.