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6 de marzo de 2025

Las perlitas de los duelos entre River y Talleres: del gol icónico de Francescoli al día que Labruna “dirigió” a los dos equipos

El Millonario y el elenco cordobés se enfrentan esta noche en Paraguay por la Supercopa Internacional. Las historias detrás de un choque con mucha historia

>Grandes partidos. Varios jugadores importantes que vistieron ambas camisetas. Y un denominador común, con nombre y apellido: Ángel Labruna. El inolvidable entrenador, identificado desde siempre con River, tuvo un par de ciclos muy recordados en Talleres, que lo hacen una figura venerada en ambas instituciones, que ahora disputarán una estrella: la Supercopa Internacional.

En enero del ‘78, Talleres acarició la gloria. Se le escurrió el título de manera increíble, cuando Independiente, con 8 jugadores contra 11, configuró la mayor hazaña en la historia del fútbol argentino y gritó campeón en el estadio de Barrio Jardín. El cuadro cordobés no bajó los brazos y siguió siendo protagonista de los nacionales siguientes, con varios futbolistas que fueron campeones del mundo en el ‘78, como Luis Galván, Miguel Oviedo y José Daniel Valencia. Por momentos, era un lujo ver a ese equipo, que tenía la premisa del trato pulcro del balón y daba espectáculo en todas las canchas. El 4 de noviembre del ‘79, en el estadio mundialista de su provincia, dio una de sus mayores exhibiciones al vencer a River. La superioridad fue tan grande, que todos los medios eligieron como figura, con 10 puntos, al Pato Fillol, que evitó un score catastrófico. A los 35 minutos ganaba 2-0 con tantos de la Pepona Reinaldi. Luego descontó el Beto Alonso y más tarde Humberto Bravo puso el 3-1. Sobre el final, Ramón Díaz decoró el resultado, sellando un injusto 3-2. Las distancias habían sido mucho más que de un solo tanto…

El 15 de agosto de 1981 culminó el último y exitoso ciclo de Labruna como entrenador de River. La misma tarde en que Boca dio la vuelta olímpica con Maradona en La Bombonera, no tan lejos de allí, en el estadio de Independiente, Ángel se despidió del club de sus amores, en el empate en un tanto frente a los Rojos. Atrás quedaron seis años y medio, con seis títulos locales y un estilo irrenunciable. Los directivos designaron en su lugar a Alfredo Di Stéfano, pero a él le ofrecieron seguir en la institución, como manager o asesor. Angelito no aceptó y dijo que prefería irse a su casa a descansar. Eso duró poco, porque no pudo resistirse ante la insistencia de Talleres, que necesitaba un regreso a los buenos tiempos, luego de haberse salvado del descenso en la fecha final. La situación más paradójica se dio en el mes de noviembre, cuando el cuadro cordobés visitó el Monumental, en el marco del torneo Nacional. No por el hecho de ver cómo Labruna era ovacionado por los cuatro costados, sino porque los Millonarios golearon 5-0 y, como él todavía tenía contrato vigente hasta fin de año con River, perdió en la cancha, pero cobró el premio por la victoria, como estipulaba el vínculo.

Una de las elecciones más parejas y politizadas en la historia de River Plate se desarrollaron en diciembre del ‘89. El oficialismo, con Osvaldo Di Carlo, fue vencido por la oposición que encabezaba Alfredo Davicce. Las nuevas autoridades, inmediatamente, le ofrecieron la continuidad a Mostaza Merlo, quien era el entrenador. Éste agradeció, pero cumplió con su palabra de irse junto a quienes lo habían designado. Grande fue la sorpresa cuando se supo que el elegido era Daniel Alberto Passarella, quien había dejado la actividad profesional tan solo cinco meses antes. El Kaiser enseguida la dio su impronta al equipo, haciéndolo más ofensivo. De esa manera se consagró campeón, perdiendo uno solo de los 19 partidos de la segunda rueda. Fue justamente ante Talleres en el estadio Monumental por 2-1, con algunos detalles curiosos. El tanto de River fue marcado de cabeza por Jorge Gordillo, el marcador lateral derecho, quien convirtió pocas veces en su extensa carrera y mucho menos por esa vía, ya que era, quizás, el futbolista más bajo de la Primera División. Las dos conquistas de Talleres, que dieron vuelta el score, fueron de Mario Bevilacqua, uno de los más productivos goleadores de aquellos años y que había jugado en River la temporada anterior.

El 6 de diciembre de 1994 se disputó una vibrante fecha entre semana. River, que era el único puntero del campeonato, recibía en su estadio a un Talleres complicado, que estaba en el anteúltimo puesto. San Lorenzo seguía de cerca al líder y era local de un Velez exultante, recién llegado de Tokio, tras ganar la Copa Intercontinental con el mejor equipo de su historia. El Ciclón tuvo una muy buena actuación y se impuso por 3-1. El partido culminó y en el Monumental aún quedaban varios minutos por jugar, donde el score estaba igualado en uno y el cuadro cordobés resistía con dos hombres menos. Quedó para la historia la imagen que captó la televisión, en la que Paulo Silas, el 10 de el Ciclón, escuchaba por radio esos instantes finales, deseando que el marcador no se modificase, para poder darle alcance al puntero, a dos fechas del final. En un momento su rostro se transformó. Se sacó los auriculares, y con todo el desencanto le dijo a su compañero Ruggeri: “Oscar: gol de River. Francescoli”. El Príncipe había cabeceado a la red un perfecto centro de Ortega, para colocar a su equipo a un paso del título y dejar una inmortal postal futbolera de los ‘90.

Al comenzar la temporada 2003/04, Talleres estaba muy complicado con el promedio. Venía de salvarse del descenso en la Promoción ante San Martin de Mendoza, y sabía que tendría que hacer una enorme campaña para poder mantenerse. En el Apertura 2003 finalizó en mitad de tabla, lo que lo dejaba casi condenado. Sin embargo, en el Clausura, tuvo una excelente performance, que lo hizo estar en la pelea por el título con Boca y River, siendo puntero en algunas fechas. En la anteúltima jornada, recibió a los Millonarios, que, si ganaban, era campeones. Se preveía un partidazo, que se dio en la cancha. Talleres tuvo una gran tarea en el primer tiempo, en el que convirtió tres goles (Piriz Alvez, Osorio y Tula en contra). River se recuperó en el segundo, se puso 2-3 con las conquistas de Salas y Maxi López, pero no le alcanzó. Los dirigidos por Leonardo Astrada dieron la vuelta olímpica la semana siguiente frente a Atlético Rafaela, mientras que Talleres no descendió, aunque tuvo que disputar la Promoción. Allí, para sorpresa de muchos, por la gran campaña realizada en ese Clausura, perdió los dos partidos ante Argentinos Juniors y regresó al Nacional B.

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