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5 de marzo de 2025

Los pobladores de un pueblo patagónico que esperan desde hace más de 30 años un puente para cruzar el río

En Cuyín Manzano, Neuquén, las familias cruzan a pie, a caballo o en cuatriciclo cuando las aguas están bajas. Pese a varias promesas y un proyecto vigente para hacer una pasarela, la solución no llega. “Estamos aislados porque somos pocas familias”, denuncian

>“Hace treinta años que el agua se llevó el puente y desde entonces venimos peleando. Ahora para que, como mínimo, hagan una pasarela”, dice Laura Cornelio. Desde 1992, la mujer y los demás habitantes de Cuyín Manzano, un paraje cercano a Villa Traful, enfrentan diariamente el desafío de cruzar el caudaloso río que lleva el mismo nombre.

A pesar de los reiterados reclamos y promesas gubernamentales de construir una pasarela, la solución sigue sin concretarse, perpetuando el aislamiento y las dificultades de esta comunidad ubicada en el sudeste neuquino.

Laura Novoa es una de las cuarenta residentes de Cuyín Manzano, tiene cuatro hijos menores de edad. Tres de ellos estudian en la escuela secundaria de Villa Traful y el más chico en el colegio del pueblo, la Escuela 11 a la que asisten diez estudiantes de nivel inicial y primaria. Esto implica que hace más de cinco años, los más grandes — que asisten a la Escuela 91— hayan comenzando con la odisea cotidiana de atravesar el río como puedan, al igual que lo hacen los adultos.

“Hay pobladores que están reclamando por este puente desde antes que yo, que reclamo hace más de 18 años”, cuenta la mujer en un video que grabaron algunos vecinos para tratar de hacer visible la situación que padecen desde que eran niños. Están aislados, con escasa comunicación e imposibilitados de atender alguna urgencia médica, si así lo requiriesen.

Pese a la belleza del lugar, un pequeño paraje enclavado en la cordillera de los Andes, rodeado de bosques y montañas, la realidad contrasta con la dura realidad que enfrentan sus pobladores. “Los chicos van a la escuela y todos los días deben pasar por el río. No tienen albergue, así que van y vuelven”, le cuenta a Infobae Mariana Ferranti, docente de la escuela secundaria N° 91, y profesora de los hijos de Laura.

Estamos como hace 30 años, sin respuestas. Esperamos la licitación, pero aún no se movió nada. Ya estamos viendo que se aproxima otro invierno más y que estaremos en la misma situación”, lamenta Cornelio. Las dificultades cotidianas se agravan en invierno, cuando las bajas temperaturas y el aumento del caudal hacen del cruce un peligro latente. “Los más chicos, sobre todo, sufren mucho. Tienen que atravesar el río pese al frío, la lluvia o la nieve. Y cuando se torna intransitable, algunos ni siquiera pueden ir a la escuela”, explica Ferranti.

Los pobladores están cansados de las promesas incumplidas y exigen una solución inmediata. “No pedimos lujos, solo una pasarela segura que nos permita cruzar sin poner en riesgo nuestras vidas”, reclama la docente.

Desde el Gobierno provincial les aseguraron, a mediados de diciembre de 2024, que el proyecto ejecutivo para la construcción de la pasarela está en su fase final. “Actualmente, hay un proyecto para hacer una pasarela peatonal. Hace muchos años también que eso está pedido y sale en el presupuesto provincial, pero es tan baja la cifra, en comparación con otras obras, que no sale ni a licitación”, dice la Ferranti y cuenta que dos años atrás ese presupuesto era de $ 11 millones.

“Esto no se trata solo de una pasarela, es una necesidad básica para que los niños puedan estudiar y la gente acceder a salud y al trabajo, como cualquier persona. Ellos tienen el derecho a moverse tranquilos”, sostiene la docente y remarca que, sin una estructura adecuada, las familias seguirán enfrentando los mismos riesgos de siempre. “No podemos seguir dependiendo del clima para saber si podremos cruzar o no”, enfatiza.

También, dice que el momento propicio para realizar la obra eran los meses de enero y febrero, quizás las primeras semanas de marzo, porque luego comienzan las lluvias y, en consecuencia, la crecida del río.

En los últimos cinco años, el pedido excedió a los lugareños y se extendió a los poblados vecinos. “Se empezó a hacer un reclamo más fuerte en la pandemia. En el 2020 se hizo una marcha que convocó a gente de Villa La Angostura y de Villa Traful para visibilizar el pedido de la pasarela. A partir de ahí esto cobró cierta importancia y llegó a los medios locales, sumado a la campaña que hicimos desde la escuela, porque hay una cooperativa escolar y con los chicos vimos en qué podíamos ayudar porque estaban todos preocupados para encontrar la manera de visibilizar la necesidad de sus compañeros”, cuenta la docente.

Emocionada, dice que los niños y adolescentes que están del otro lado del río Cuyín Manzano no festejan sus cumpleaños con sus amigos porque muchos no pueden o no se animan a cruzarlo”.

Mientras tanto, en Cuyín Manzano, cada cruce del río sigue siendo un desafío. “Hoy les tocó un día lindo, pero hay jornadas con viento, lluvia o nieve y ellos tienen que hacerlo igual”, lamenta Ferranti. “El miedo siempre está presente. Cada vez que un niño o un adulto cruza, sabemos que hay un riesgo real”. La incertidumbre persiste, y la comunidad sigue esperando que, por fin, el aislamiento deje de ser parte de su realidad cotidiana.

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