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27 de febrero de 2025

Se convirtió en el primer argentino en dar la vuelta al mundo y armó un ranking de países: “Hay uno que no vale la pena”

A pesar de que la ONU solo reconoce a 193, él también sumó a Palestina, el Vaticano y Taiwán. Esto lo hace destacarse por encima de otros argentinos que se adjudican el mismo récord

>“Primer argentino en visitar todos los países del mundo”, así se presenta Nicolás Pasquali en su cuenta de Instagram, donde cuenta que después de 8 años de travesía y experiencias sorprendentes logró recorrer todos los que hay en el planeta.

Si bien para la ONU hay sólo 193 países, Nicolás le aclaró a Infobae que decidió “sumar a Palestina y el Vaticano, y agregar también a Taiwán porque es reconocido por 101 países miembro de ese organismo”. Eso lo hace destacarse por encima de otros argentinos que se adjudican el mismo récord.

“Armé un presupuesto coherente y calculé cuánta plata necesitaba para ponerla a trabajar y que me generara un X rendimiento mensual para vivir”, aclaró Nico, quien para llegar a ese monto inicial trabajó en un banco, dio clases de tenis los fines de semana, manejó Uber, vendió productos por internet, dictó clases particulares de finanzas y macroeconomía y fue profesor en la universidad. “El dinero que necesitaba lo junté cuando cumplí 24 años y ahora vivo de eso”, explicó.

Para poder entrar, el argentino tuvo que contratar una agencia autorizada, ya que no es posible que los extranjeros viajen por cuenta propia. “Se necesita un sponsor que avale tu visita y garantice que no sos periodista ni alguien que pueda generar problemas al régimen. Me revisaron todo, desde mis redes sociales hasta mis intenciones de viaje”, comentó.

El proceso de aprobación fue incierto y estresante. “Recibí la confirmación el 15 de febrero y tenía solo 72 horas para usar el permiso. Salí corriendo al aeropuerto de Ezeiza sin avisarle a nadie, compré el pasaje en ese mismo momento y volé de Buenos Aires a China para cruzar la frontera a tiempo”, recordó sobre la adrenalínica y estresante odisea que vivió.

Nicolás formó parte de un grupo de 12 turistas que, según su testimonio, fueron los primeros occidentales en ingresar a Corea del Norte después de cinco años, exceptuando visitas diplomáticas.

Otra experiencia que lo sorprendió fue un acto coreografiado con niños cantando en honor al presidente Kim Jong-un, con una pantalla gigante detrás proyectando misiles balísticos y explosiones. “Cantaban que Corea del Norte es el mejor país del mundo y que vencerán a Estados Unidos. Todo es extremadamente sincronizado y meticuloso”, aseguró.

Cualquier acción fuera de lo permitido puede tener consecuencias graves. “Si te dicen que no camines, no caminas. Si te dicen que no saques fotos, no sacás fotos. No podés hacer preguntas incómodas, no podés moverte sin autorización, no podés desviarte del plan”, explicó. Con una nutrida experiencia en recorrer lugares poco convencionales para el turismo, Nicolás admitió que este viaje a Corea del Norte fue uno de los más impactantes. “He estado en lugares difíciles como Sudán o Turkmenistán, pero la sensación de aislamiento absoluto en Corea del Norte es única”, afirmó.

Después de haber visitado todos los países del mundo, Nicolás está evaluando cómo continuar su vida. “Me encantaría hacer un documental con todo el material que tengo o tener una columna de viajes en televisión”, admitió.

Para Nicolás, Argentina ocupa el primer lugar como el mejor país del mundo. “Como argentino, no hay dudas de que Argentina es el número uno. Tenemos identidad, cultura, gastronomía, deportes y paisajes naturales únicos. A pesar de los problemas económicos, seguimos destacándonos en el mundo”, afirmó.

A pesar de ser un país de inmigrantes, Nicolás aseguró que “tenemos una identidad marcada y un sentimiento de unidad que no vi en otros lugares”.

También resaltó el carácter pasional del argentino. “Vos vas a Inglaterra y los británicos no están orgullosos de ser británicos como nosotros estamos orgullosos de ser argentinos. Nos sentimos parte de algo más grande, y eso es impresionante”, sostuvo.

“Estamos en el puesto 11 del ranking mundial de pasaportes. Podemos viajar a muchísimos países sin visa y en todos lados nos reciben bien. El argentino es bien visto en todo el mundo”, destacó.

Para él, viajar por el mundo le dio una perspectiva distinta sobre el país. “Cuando vivís en Argentina, te acostumbrás a todo y creés que en otros países todo es perfecto. Pero la verdad es que no. Hay países en guerra, países donde la gente no tiene ni agua, países donde no podés decir lo que pensás. Y ahí te das cuenta de que Argentina, con todos sus problemas, sigue siendo una joya”, reflexionó.

El destino que más lo sorprendió fue Siria, un país asociado en Occidente a la guerra y el conflicto. “Se dicen muchas cosas negativas, pero la realidad es que la gente es increíblemente hospitalaria. Me trataron espectacular y tienen una de las mejores gastronomías que probé”, aseguró.

Otro detalle que lo dejó impactado fue la conexión con el mate. “Allá lo toman como si fuera una costumbre propia. Creen que el mate es sirio y que nosotros lo copiamos de ellos. Pero en realidad, el mate llegó a Siria porque, después de la Segunda Guerra Mundial, muchos sirios que vivían en Argentina volvieron a su país y llevaron la tradición con ellos”, relató.

Nicolás considera que el país donde más peligro real experimentó fue Sudán, que está en plena guerra civil desde 2023. “Tuve que negociar mi entrada con un grupo rebelde porque el país estaba cerrado al mundo. Me escoltaban militares, no tenía señal y si me pasaba algo, nadie se iba a enterar”, relató.

Cuando Nicolás viajó a Sudán, el país estaba cerrado al mundo debido a la guerra entre el Ejército Sudanés y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF). “Nadie podía entrar, ni diplomáticos, ni turistas, ni empresarios. Intenté conseguir la visa de manera oficial, fui a todas las embajadas de Sudán en el mundo, pero nadie me la otorgó”, contó.

Después de meses de negociación, finalmente obtuvo el permiso. “Me pidieron que llevara billetes nuevos, emitidos después de 2017, porque allá el dinero no circula y necesitan billetes impecables. Era una locura hasta el más mínimo detalle”, aseguró.

En Ashgabat, la capital de Turkmenistán, Nicolás se encontró con una ciudad de arquitectura deslumbrante y cuatro récords Guinness, pero con restricciones inusuales. El acceso al país es sumamente restringido, ya que recibe solo 10.000 visitantes al año, de los cuales apenas 1.000 son turistas. En sus recorridos por la ciudad, notó una ausencia total de transeúntes en las calles a cualquier hora del día, lo que le generó inquietud. Además, explicó que en la ciudad no se utilizan tarjetas de crédito y la tecnología es limitada, ya que las redes sociales y aplicaciones de mensajería están bloqueadas.

Turkmenistán también impone estrictas regulaciones sobre la vida cotidiana de sus ciudadanos: “Los hombres menores de 40 años tienen prohibido llevar barba”.

El lugar donde más sintió el impacto de la pobreza fue en Mekoko, un barrio flotante en Nigeria que es como una gran villa miseria. “Es una de las zonas más pobres y peligrosas del mundo. Llegué en un bote de madera, vi niños con hambre, desnutridos, familias viviendo en condiciones extremas”, relató.

“Mekoko que es uno de los lugares más pobres del planeta, donde la gente está, literal, muriendo de sed y de hambre”, ejemplificó.

“Prácticamente, conozco Francia como si fuera la Capital Federal”, comentó. Además de ser un destino recurrente en sus viajes, la capital francesa fue una parada obligada por su conectividad aérea y su influencia en África. “Todos los vuelos suelen llegar ahí y porque también reúne muchas ex colonias francesas, lo que facilita el armado de carpetas para visados africanos”, explicó.

Más allá de su red de contactos, Nicolás dijo que conectó mucho con su gastronomía, su cultura, su gente y su arquitectura. “Francia tiene mucho para ofrecer”, aseguró. Ahora, tras completar su vuelta al mundo, se prepara para regresar una vez más. “Nos vamos a reencontrar con mis amigos para celebrar la odisea”, aseguró.

A pesar de su historia y peculiaridades, consideró que Suasilandia, un país del África Meridional, no tiene demasiado para ofrecer a los viajeros en comparación con otros destinos.

Uno de los aspectos que más le llamó la atención fue la falta de desarrollo turístico: “No es un país que tenga grandes atractivos. Hay un safari, pero se hace caminando. No es como en Sudáfrica, donde vas en un coche; acá vas caminando entre los animales. Un elefante puede pasar al lado tuyo mientras vos vas al supermercado”.

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