18 de febrero de 2025
La transformación demográfica de Argentina: oportunidades con fecha de vencimiento mientras la población envejece

Caen los nacimientos y crece la esperanza de vida. El mercado laboral puede mejorar si se aprovecha el escenario
Es cierto: los nacimientos caen mucho más rápido que las defunciones. En 2013, una década antes de los últimos datos disponibles, se registraron 754.603 nacidos vivos y en 2023, fueron 460.902 nacimientos. En diez años, esos nacimientos cayeron 39 puntos porcentuales.
La población del país, que según las proyecciones demográficas se mantendrá en entre 40 y 50 millones de habitantes al menos hasta 2050, está envejeciendo. Nacen menos niños que hace dos décadas e incluso menos que hace una, y eso hace que la población del otro lado de la pirámide poblacional tenga más peso -más proporción, en concreto- dentro del total de las personas que habitan el territorio argentino.
No se trata de un fenómeno aislado. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) aseguró en 2022 que los mayores de 65 años representaban al 10% de la población mundial y que para 2050 el 16% de los seres humanos pertenecerán a ese rango etario.Argentina tiene cifras que la inscriben en esa tendencia mundial en la que, al menos en Occidente y algunos países de Asia, se observa una población cada vez más vieja. Hace treinta años, cada cien personas de 0 a 14 años había 29 de 65 años o más, y ahora hay 53 de 65 o más años por cada cien de hasta 14. En Buenos Aires, tal como ocurre en otras metrópolis del mundo, el envejecimiento es más palpable: 21,7% de su población tiene al menos 65 años.Además, los avances científicos estiran la esperanza de vida. En Argentina, en 2024 ese indicador se ubicó en los 77,5 años mientras que en 2000 era de 73,9: se trata de un crecimiento que viene sosteniéndose en el tiempo. Los mayores de 65 no sólo pesan más en el total de la población porque nacen menos niños: también pesan más porque, en promedio, aspiran a una vida cada vez más larga.Hace menos de una década, la mayoría de los nacimientos que se producían en Argentina eran tras embarazos de mujeres de entre 20 y 24 seguidos por el grupo etario de 25 a 29 años. De 2022 a esta parte, la mayoría de los nacimientos se produjeron tras embarazos de mujeres de entre 25 y 29 años, seguidos de mujeres de 30 a 34 años. Además, en las estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación se puede ver cómo entre 1994 y 2023 creció notoriamente la maternidad en mujeres que tienen de 35 a 39 años e incluso entre las que tienen de 40 a 44 años.Es que el embarazo adolescente se redujo drásticamente en la Argentina en la última década, especialmente desde 2017, cuando se puso en marcha el Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA). Ese embarazo, que mayoritariamente es no planificado y no deseado, logró bajar entre niñas y adolescentes de entre 10 y 19 años un 43% y un 49%, según los segmentos etarios.Tiene consecuencias concretas en la pirámide poblacional pero, sobre todo y en términos más personales, en la vida de esas mujeres que pueden planificar mejor sus vidas. En 2023, por primera vez menos del 20% de los jóvenes argentinos fueron considerados “ni-ni”, el término que se usa para referirse a quienes ni estudian ni trabajan.A la vez, según estadísticas de Argendata, el observatorio estadístico que depende de Fundar, en 1992 en los hogares más pobres nacían 2,1 hijos por mujer y en los más ricos, 1,2 hijos por mujer. En 2022, nacieron 1,2 hijos por mujer en los hogares más pobres y 0,8 hijos por mujer en los hogares más ricos. Se acota la cantidad de nacimientos en general y, también, se achica la brecha de ingresos entre las familias que reciben a esos hijos.
El Plan ENIA resultó clave para cumplir con el objetivo que se había propuesto. Aún así, según un análisis del presupuesto 2025 hecho por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y por el Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA), se prevé que este año cuente con los recursos más bajos desde su creación. En concreto, se estimó una caída real del presupuesto del plan del 85% respecto a 2021, año en que empezó la desinversión en el programa.“Argentina tuvo una particularidad si se la compara con el resto de Occidente y, en particular, también con su región: de 1950 en adelante su tasa de fecundidad había bajado menos que otros países. En 2014 teníamos una tasa más alta que el resto del mundo con el que solemos comparar a nuestro país, entonces la caída desde ese momento fue más abrupta hasta ubicarse en cifras similares al escenario global. Eso llamó mucho la atención pero sigue estando cuarta o quinta en tasa de fecundidad dentro de la región”, explica Emanuel López Méndez, analista de Protección Social de CIPPEC y uno de los autores del informe “Odisea demográfica. Tendencias demográficas de Argentina”.Según describe, la caída de esa tasa tiene impacto directo (y positivo, claro) ya que reduce la reproducción intergeneracional de la pobreza. “Hay muchas mujeres que, por la prevención del embarazo adolescente, logran terminar el secundario, estudiar algo más e insertarse en el mercado laboral como una mujer sin hijos. Eso se compara con un escenario en el que, tendencialmente, una mujer con hijos accede a trabajos más informales, muchas veces trabajo doméstico, porque todavía el cuidado no remunerado recae mucho más sobre ella. Entonces que eso ocurra menos es una forma de que la vida de esa mujer sea mejor y de que la sociedad gane capital humano y productividad”.
“Hay mejoras en los niveles educativos de las mujeres y ese es un dato bueno que está vinculado a la baja de la tasa de fecundidad, especialmente entre adolescentes. Son dos caras de una misma moneda. A la vez, esa mejora en la educación da mejores perspectivas laborales y mayores posibilidades de planificar la familia en vez de estar ante un escenario no previsto”, describe Daniel Schteingart, sociólogo y director de Planificación Productiva de Fundar.
“Se abren oportunidades concretas: la infraestructura educativa va a estar menos saturada y eso incide en que las escuelas puedan ofrecer una mejora en el aprendizaje. Eso, si lo medís por cada alumno, es mayor y mejor educación”, suma el especialista. Y advierte: “En el mediano y largo plazo hay que abrir la conversación sobre cómo vas a atender a una población cada vez más envejecida: hay que pensar en sistemas de salud más preparados para eso, centros comunitarios, profesionales que acompañen a esos adultos. Va a suponer nuevos desafíos pero también nuevos sectores industriales ligados a eso y, por ende, nuevas oportunidades laborales”.“Estamos levemente por debajo de la llamada tasa de reemplazo que hace que la población no decrezca al tener en cuenta nacimientos y muertes. Pero a la vez, se estira la esperanza de vida. La población argentina no va a bajar drásticamente sino que, por un tiempo, va a seguir creciendo cada vez más lentamente e, incluso cuando empiece a bajar y si se mantienen las tendencias, no será un descenso abrupto”, explica López Méndez, y remata: “Argentina no se está despoblando”.
Para que sacarle provecho, explica el especialista, se tienen que tener en cuenta distintos escenarios. “Tiene que haber lugares que se ocupen con eficacia del cuidado de los niños y también de los adultos mayores. Ponemos especialmente el foco en primera infancia, que aún no está muy desarrollado en nuestro país, y también tienen que aumentar las licencias por maternidad, paternidad y adopción. Ayudaría que crezca especialmente la de paternidad porque sirve mucho enviar un mensaje sobre quiénes tienen que abordar las tareas de cuidado, así como sostener las políticas de asignaciones familiares como la AUH”, describe López Méndez.
“Hay países donde la población sí está bajando. En Argentina eso no está ocurriendo todavía, va a empezar a pasar cuando la población sea bastante viejita, algo que no será ya sino en 20 ó 30 años. Hay varios países desarrollados que ya discuten cómo rediseñar la infraestructura con foco en una población más envejecida y no tantos niños. Empezar a tener esas conversaciones en nuestro país, planificar esos cambios con tiempo, sería importante para no desaprovechar una oportunidad que tenemos ahora mismo”, subraya Schteingart.
Aún así, más de la mitad de los niños son pobres y aún falta mejorar un escenario tan cotidiano como desigual: por cada dos horas que destina una mujer a cuidar sin que le paguen, un varón destina una. Hay complicaciones y hay oportunidades. Lo que sigue es tomar decisiones pensando más allá de la semana que viene de o las próximas elecciones.