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18 de febrero de 2025

Xi, el nuevo emperador

El nacionalismo chino y sus pretensiones imperiales, que oculta en su prédica de sur global, también hizo que el mundo cambiara y viera a la nueva china como lo que es, una amenaza a Occidente y a sus valores.

>Conocí a Xi Jinping cuando fui vicepresidente en el 2008. Organicé dos días de trabajo para él, uno en Cartagena y otro en Bogotá, pues se estaba preparando en temas internacionales y paró en Colombia como primer país durante una gira por la región. Luego tuvimos una comida en Shanghai durante la Expo del 2010, a la que Colombia no iba a ir, pero fuimos, pues fue lo único que Xi me pidió en ese viaje. Era una cena de agradecimiento.

China la verdad cambió, y sigue cambiando muchísimo, durante los doce años que Xi lleva en el poder. Lo primero es que el gobierno colegiado que antes existía, y que fue resultado de una política para no volver a caer en la desastrosa dictadura de Mao, se acabó. Xi purgó los posibles rivales y tiene el poder absoluto en China. Es más, acabó con los limites de poder que antes existían y ahora pretende quedarse, seguramente hasta el fin de sus días.

Con esta transformación política y económica, China se convirtió en la segunda economía del mundo en esos años, también vino con un cambio de política exterior, que pasó del discurso de ayuda e inversión, que realmente era solo un discurso, pues los chinos cobran hasta el último centavo que dan, a uno de imperio, de disputa, de fuerza y de imposición de valores a lo largo y ancho del planeta. El nacionalismo chino y sus pretensiones imperiales, que oculta en su prédica de sur global, también hizo que el mundo cambiara y viera a la nueva china como lo que es, una amenaza a Occidente y a sus valores.

La invasión de Ucrania y la alianza que se ha dado entre Rusia, China, Irán y Corea del Norte en el desarrollo de este ataque. consolidó un nuevo mundo bipolar en el cual los dos campos son claramente los de la democracia y la libertad, enfrentados a los del autoritarismo y la dictadura. ¿Una nueva guerra fría? Como lo llamemos no importa, pero la verdad es que las dictaduras se apoyan, no es sino ver lo que Rusia, Irán y China hacen en Venezuela, en Cuba y en Nicaragua, mientras las democracias patalean, se dividen y pierden de vista el objetivo fundamental, que es la defensa de un modelo político, económico y de vida.

También es fundamental conocer a los líderes que quieren imponer su modelo en el mundo, en especial los de las grandes potencias. Acabo de terminar de leer un libro, El emperador Rojo, Xi Yinping y la Nueva China, de un periodista con larga trayectoria en la región, Michael Sheridan, que francamente deben leer quienes estén interesados en el tema y sus implicaciones para el mundo y, obviamente, para nosotros en Colombia.

El libro va desde los orígenes de la familia de Xi, que, como casi todas las familias de los líderes cercanos a Mao sufrió todo tipo de purgas y brutalidades, y como ello formó a Xi e, incluso, reforzó su sentido de realeza, de ser heredero a esa corona, pues su padre perteneció al círculo más cercano de Mao. Sheridan describe con detalle, hasta donde es posible, pues ha sido y es un país muy cerrado, cómo fueron los fascinantes juegos de poder durante la época de Mao y después de Mao, y cómo unos sobrevivían, otros morían y otros florecían, como Xi Jingpin.

Los últimos capítulos son fascinantes, pues relata la consolidación del poder de Xi, el uso de la pandemia para acabar con los brotes libertarios en Hong Kong, la persecución de los Uigures, una minoría musulmana, hasta la creación de campos de concentración (a los que ellos les dicen de reeducación), con más de tres millones de presos y la consolidación de un estado totalitario donde la vigilancia del individuo es tal que las cámaras reconocen incluso cuando en la calle alguien dice la palabra Tiananmen.

Obviamente Xi, además, enfrenta la posible competencia de los grandes empresarios, por lo que muchos de ellos acabaron o presos o exiliados, como le sucedió a uno de los íconos del éxito económico de China, Jack Ma, dueño de Alibaba, quien tuvo que ceder el control de su grupo empresarial y hoy vive entre Japón, Europa y Hong Kong. Su pecado: criticar algunas regulaciones financieras chinas en el 2020. La política económica de Xi es mucho más estatista, con menos libertad de mercado pero como se ha visto en la robótica y en la inteligencia artificial no se puede minimizar lo que hacen. China no es la Unión Soviética.

Sheridan termina reseñando un autor chino exiliado, Yu Jie, quien dice que “los volcanes eventualmente van a explotar y el río Amarillo se va a desbordar”. Predice, además, que el Emperador Rojo no puede escapar de los ciclos históricos de las dinastías chinas.

A China y sus líderes, en la medida de lo posible, debemos conocerlos y entenderlos para no equivocarnos y no acabar como Ecuador o Argentina, presos de la trampa de su deuda o usuarios de una infraestructura colapsada, como la energía en Venezuela o la represa Codo Codo en Ecuador.

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