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14 de febrero de 2025

La leyenda del pescador que pasó 36 horas dentro de un cachalote y el “castillo inflable” que esconde el interior de una ballena

El joven chileno que navegaba en su kayak y fue engullido por un cetáceo pudo no haber sido el único: la historia de una fake news sobre un hombre que sobrevivió días en la boca de un cachalote en las Islas Malvinas en 1896. Las opiniones de los especialistas y por qué las ballenas escupen los humanos y no los devoran

>El texto dice que desapareció en las aguas de las Islas Malvinas. Que se llamaba James Bartley, que formaba parte de la tripulación de un barco ballenero y que lo habían dado por muerto después de que un cachalote —la especie de ballena que inspiró Moby Dick— volcara su barca, en respuesta al arpón que el marinero le había clavado para cazarlo.

Según el relato escrito, dando por supuesto que Bartley se había ahogado, el resto de la tripulación siguió con la caza. En unas horas, la ballena fue arrastrada junto al barco. Mientras la cortaban en partes, “los marineros se sorprendieron al descubrir algo doblado de dolor [en el estómago del animal] con signos de vida espasmódicos. Arrastraron la enorme bolsa del estómago a cubierta y la abrieron; dentro encontraron al marinero desaparecido, inconsciente pero vivo, después de pasar 36 horas dentro de la ballena”, cita la periodista científica Mary Roach, en su libro Glup, aventuras en el canal alimentario.

Pero la segunda historia no sobrevivió como la primera, quizás por ser demasiado fantasiosa. Durante décadas, la crónica de Bartley se contó y replicó en diarios y revistas, panfletos y sermones religiosos. Lo ocurrido con el marinero funcionaba como testimonio. La historia bíblica en la que Dios salvó a Jonás de terminar ahogado —al ser tragado por una ballena en cuyo vientre permaneció tres días y tres noches hasta ser devuelto a la costa— era posible. La realidad lo evidenciaba. A Bartley se lo presentó como “un Jonás moderno”.

Todo era un invento. Una fake news del siglo XIX.

Pero a esa noticia le siguieron otras —algunas muy actuales— y las dudas siguen: ¿puede una ballena tragar a una persona? ¿Puede alguien sobrevivir a algo así?

La anatomista Joy Reidenberg —una figura central de la serie Al interior de los gigantes de la naturaleza, que se emitió entre 2009 y 2012 y fue un éxito televisivo en Inglaterra y Estados Unidos— establece otra comparación: “Entrar en la boca de una ballena es como meterte en un coche pequeño [un Volkswagen Escarabajo, por ejemplo] pero sin sillas. Cuando estás en un espacio como ese, el área de la garganta y la lengua es muy elástica, así que debe ser muy parecido a saltar en un castillo inflable”.

La habitación de un hotel cápsula, un auto chico, un castillo inflable, no suena tan incómodo. Pero imaginá esa succión, el inmenso volumen de agua arrastrándote hacia el interior, un espacio completamente oscuro. Si terminás ahí se trata casi seguro de un accidente, porque los humanos no somos la comida habitual de las ballenas.

Existen relatos recientes de buzos y pescadores que sobrevivieron a ser engullidos por una ballena jorobada. Lo más probable es que no hayan sido tragados —porque es físicamente imposible que alguien pase por esa garganta— sino capturados por el animal por error e inmediatamente escupidos por este.

De las 92 especies de ballenas, el cachalote es la única con una garganta lo suficientemente grande como para ingerir a un humano. A diferencia de las otras, tiene dientes —aunque no los usa para masticar— y come presas grandes como peces, pulpos, rayas y calamares. Que una persona y un cachalote se crucen en el océano es poco probable: este tipo de ballena vive en mar abierto y bucea entre los 300 y los 1.200 metros de profundidad. Pero supongamos que eso ocurre, que alguien termina en la boca de una ballena, qué probabilidad hay de salir sano y salvo.

“¿Un hombre en la primera parte del estómago de la ballena sería aplastado o simplemente se llevaría unos cuantos vuelcos? —se pregunta Mary Roach en su libro Glup— ¿La fuerza es letal o sólo incómoda?”. No existen estudios científicos que puedan responder a esas preguntas, tampoco testimonios. Nadie volvió aún del estómago de un cachalote.

Podemos especular con que las posibilidades de supervivencia son mínimas. Pero si alguien hasta ahí lo lograra, tendría que enfrentar inmediatamente después la falta de oxígeno y ser macerado por los jugos gástricos de la ballena. Los científicos y las científicas afirman que es imposible.

* Las ballenas están comiendo nuestro plástico: la basura que contamina los océanos causa la muerte de aves, peces y tortugas, y se presume que de cachalotes también. En la última década se suceden las noticias sobre encallamientos de este tipo de ballenas en las costas del mundo. Los animales son encontrados con 6, 10, 22 kilos de plástico en sus estómagos.

Esa sustancia flota sobre las corrientes oceánicas, oxidándose y endureciéndose en fragmentos que a veces todavía conservan pedazos de picos de calamar, hasta que el oleaje la deposita en alguna costa. Encontrar “ámbar gris”, como se conoce popularmente a este resto digestivo, trae fortuna. En algunos casos, vale más que el oro. Se precia tan alto porque es un ingrediente fundamental de la perfumería. Se usa como un fijador de olores y muchas veces se lo menciona en la descripción de las notas de perfumes, la de los más exclusivos.

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