5 de febrero de 2025
Internaciones forzosas y abuso psiquiátrico: la silenciosa represión contra disidentes en China y Cuba

Bajo el pretexto de trastornos mentales, gobiernos autoritarios han utilizado la psiquiatría para silenciar voces críticas. Casos documentados en Beijing y La Habana evidencian una alarmante práctica sistemática
En 2022, Zhang Junjie, entonces estudiante universitario de 17 años, protestó contra las estrictas políticas de confinamiento impuestas en China debido a la pandemia. Minutos después, fue identificado por sus profesores y, al día siguiente, en su 18º cumpleaños, dos hombres lo trasladaron a lo que supuestamente era un centro de pruebas de Covid-19. En realidad, se trataba de un hospital psiquiátrico.
Permaneció ingresado durante 12 días. Afirma que fue golpeado por el personal médico y obligado a tomar medicación. Zhang cree que su padre, quien trabajaba para el gobierno local, se vio presionado a entregarlo a las autoridades.
Tras su alta, se le recetó Aripiprazol, un medicamento para tratar esquizofrenia y trastorno bipolar. Zhang asegura que la medicación lo hacía sentir que su “cerebro era un desastre” y que la policía lo visitaba en su casa para asegurarse de que la tomara. Temiendo un nuevo ingreso, decidió huir del país y se trasladó a Nueva Zelanda, sin despedirse de su familia ni amigos.
El caso de Zhang no es único. Jie Lijian, un activista que en 2018 participó en una protesta para exigir mejores salarios en una fábrica, también fue detenido y enviado a un hospital psiquiátrico. Según su testimonio, recibió electroshock en contra de su voluntad.“El dolor iba de la cabeza a los pies. Mi cuerpo no era mío”, contó. “Encendían la electricidad, la apagaban. Encendían la electricidad, la apagaban. Me desmayé varias veces”.En otro caso, Song Zaimin, un activista prodemocracia, fue hospitalizado por quinta vez en 2024. Su historial médico indica que fue ingresado por “hablar de manera incoherente y criticar al Partido Comunista”.
El psiquiatra Thomas G. Schulze, presidente electo de la Asociación Mundial de Psiquiatría, revisó los registros y concluyó: “Nadie debería ser ingresado y tratado en contra de su voluntad por lo que se describe aquí. Esto huele a abuso político“.
Según el South China Morning Post, Li Yixue, una influencer con más de 800.000 seguidores en Douyin (versión china de TikTok), fue internada nuevamente en un hospital psiquiátrico tras denunciar a un policía por agresión sexual en 2022.Juristas chinos han condenado la actuación de las autoridades. Un grupo de expertos citados por el South China Morning Post calificó la medida como “abuso de poder”.
Para comprender el papel de los hospitales, la BBC contactó de manera encubierta a cuatro médicos de instituciones vinculadas con hospitalizaciones forzosas. Plantearon un caso ficticio de un familiar internado tras publicar comentarios contra el régimen chino.“La policía verificará en tu casa que tomes la medicación. Si no la tomas, podrías volver a infringir la ley”, explicó.
112 personas han intentado demandar a la policía, gobiernos locales u hospitales en tribunales chinos entre 2013 y 2024. De ellas, el 40% había presentado quejas contra las autoridades antes de ser hospitalizadas. Solo dos ganaron sus casos.El Sr. Li estuvo hospitalizado 45 días y, al salir, intentó impugnar el diagnóstico en tribunales. Su apelación fue rechazada.
Desde la aprobación de la Ley de Salud Mental en 2013, el control psiquiátrico sobre disidentes ha sido documentado por activistas y medios internacionales. Sin embargo, este abuso ha vuelto a resurgir.
El régimen cubano ha empleado abusos psiquiátricos contra disidentes políticos desde la década de 1960, según investigaciones como The Politics of Psychiatry in Revolutionary Cuba (1991) del Dr. Carmelo Mesa-Lago y un estudio del Directorio Democrático Cubano en 2008. Diversos testimonios documentan casos de opositores internados en hospitales psiquiátricos y sometidos a electroshocks y drogas psicotrópicas.
Otro caso es el de Roberto Bahamonte Basot, ingeniero que intentó postularse a la Asamblea del Poder Popular, aunque la legislación cubana impide la participación de opositores en el proceso electoral. Bahamonte fue internado en Mazorra, donde pasó 40 días sometido a electroshocks y medicación forzada con drogas psicotrópicas.
En 2018, Daniel Llorente, un taxista, irrumpió en el desfile del Día de los Trabajadores con una bandera de Estados Unidos mientras gritaba “Libertad para todos”. La policía lo arrestó, lo golpeó y posteriormente lo internó en Mazorra por casi un año, donde denunció haber sido víctima de abusos psiquiátricos.