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4 de diciembre de 2024

La “última milla” de la inclusión educativa: aún hay 2.600 escuelas rurales sin una secundaria cerca

Unos 65.000 adolescentes viven a más de 10 kilómetros de la escuela más próxima. Las provincias avanzaron en la cobertura por medio de distintos modelos. Desde Unicef señalan que esta modalidad aporta varias pistas para pensar la reforma de la secundaria tradicional

>En Argentina, la tasa de escolarización en la secundaria es del 94,1%: más de 9 de cada 10 jóvenes asisten, según los últimos datos oficiales. En los últimos 10 años, ese porcentaje creció 10 puntos: era 84,9% en 2013. Más allá de ese incremento, todavía hay un 6% de adolescentes que deberían asistir a la secundaria y no lo hacen. Muchos de ellos viven en contextos rurales, adonde resulta casi imposible llegar con el formato de la escuela media tradicional.

A casi 20 años de la Ley de Educación Nacional, esos estudiantes representan la “última milla” de la inclusión educativa en secundaria, afirma Cora Steinberg, especialista de Educación de Unicef Argentina. El organismo coordinó hace unos días un encuentro sobre la educación de los adolescentes en contextos rurales, que repasó las experiencias de varias provincias que lograron garantizar la oferta educativa para estos chicos, así como los desafíos pendientes. El evento se enmarcó en una iniciativa multisectorial denominada “Generación Única” y reunió a equipos técnicos de las áreas de ruralidad de los ministerios de educación provinciales, especialistas en educación y representantes de organizaciones de la sociedad civil.

La secundaria tradicional, con sus 13 profesores por curso, es imposible de replicar en contextos rurales, sobre todo en la denominada “ruralidad dispersa” (es decir, poblaciones pequeñas que viven en zonas alejadas). Un relevamiento de Unicef y Flacso encontró que existen 41 modelos organizacionales y pedagógicos diferentes en las secundarias rurales de todo el país, que cada provincia fue desarrollando según las necesidades de sus comunidades: desde las escuelas agrotécnicas hasta las interculturales bilingües, pasando por las escuelas albergue, la secundaria virtual de la Antártida o las secundarias rurales medidas por TIC.

“La educación rural ha mostrado su versatilidad para llegar a los destinatarios en cada uno de los contextos, que son muy diversos y heterogéneos en nuestro país”, explica Steinberg a Infobae. Unicef acompañó particularmente la implementación de la secundaria rural mediada por TIC, un modelo creado en 2009 en Río Negro que luego se expandió a provincias del Norte como Chaco, Salta, Jujuy, Misiones, Tucumán y Santiago del Estero.

En ese modelo, que hoy funciona en 177 comunidades rurales de todo el país, los estudiantes asisten de manera presencial a la escuela –en general, al edificio de la primaria–, donde los acompaña un tutor y están en contacto de manera virtual con sus profesores, por medio de una plataforma y por WhatsApp. Por su parte, los docentes también asisten de manera presencial a la sede central de la escuela –generalmente, en una localidad más poblada–. De esa sede central dependen varias “subsedes” repartidas en el territorio, adonde los alumnos van para conectarse con sus profesores.

Por la baja densidad de población en este ámbito, las secundarias rurales tienen matrículas reducidas y, en muchos casos, trabajan con grados múltiples o pluriaños, lo que obliga a replantear la estructura curricular y la asignación de docentes. En otras palabras, los ajustes en el modelo pedagógico van necesariamente de la mano de cambios en la organización institucional, que requiere por ejemplo la designación de docentes por cargo.

“La escuela rural trae otra organización del tiempo y del espacio, otra forma de agrupar a los estudiantes, con un trabajo compartido entre chicos de diferentes años de estudio y con la posibilidad del abordaje interdisciplinario por proyectos. Esto es interesante para pensar los reagrupamientos y las formas de aprender, así como la flexibilidad que debe tener la secundaria para ajustarse a las características de los chicos y chicas”, señala Ornella Lotito, oficial de Educación de Unicef.

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