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25 de noviembre de 2024

Retos y aprendizajes de la alfabetización en la pospandemia: cuál es la situación real de los estudiantes

Alejandro Enríquez y Juan Alfonso Mejía reflexionaron en el V Seminario de Innovación Educativa de Ticmas acerca de los efectos de la pandemia en la alfabetización, la importancia de conectar los modelos educativos con los contextos locales y el desafío de garantizar aprendizajes significativos para las nuevas generaciones

>El V Seminario de Innovación Educativa de Ticmas, realizado en la Ciudad de México, reunió a especialistas en educación para reflexionar sobre los desafíos que enfrenta la alfabetización en la actualidad. Uno de los paneles centrales, titulado “La alfabetización o el encanto de las palabras”, contó con la participación de Alejandro Enríquez, director de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad La Salle, y Juan Alfonso Mejía López, profesor investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa y exsecretario de Educación Pública de ese estado.

Uno de los primeros temas fue el impacto de la pandemia en los estudiantes que hoy transitan los niveles medios y superiores. Alejandro Enríquez hizo hincapié en cómo el perfil de ingreso de los estudiantes universitarios cambió drásticamente tras la pandemia: “Hasta 2018, el perfil de ingreso de los estudiantes era más o menos homogéneo. Pero ahora, además de los problemas emocionales, hemos notado una diferencia sustantiva en las habilidades lectoras y de escritura. Les cuesta mucho más leer, especialmente textos complejos como los de filosofía, química o física, que requieren habilidades cognitivas avanzadas”.

Por su parte, Juan Alfonso Mejía describió la pandemia como un fenómeno global que puso de rodillas a los sistemas educativos. A pesar de su magnitud, consideró que no se aprovechó como una oportunidad para replantear las bases del aprendizaje: “La pandemia era una gran oportunidad, pero terminamos dejando solos a los estudiantes, los jóvenes y sus profesores. Fue un momento para replantear las bases. Cuando fui secretario de Educación, les decía a los profesores: ‘Agarren el currículum y tírenlo’. ¿Cuál es la plataforma educativa por excelencia? El profesor’ Pero para ello, el docente necesita acompañamiento”.

El moderador, Oscar Colorado, planteó una inquietud común entre los educadores: ¿cómo pueden los estudiantes universitarios enfrentarse a textos complejos si no han consolidado una alfabetización funcional desde etapas anteriores? Tanto Enríquez como Mejía coincidieron en que este problema tiene raíces profundas en los niveles básicos y medios del sistema educativo.

“Cada texto tiene su propia complejidad”, explicó Enríquez. “Si los estudiantes no adquieren habilidades lectoras avanzadas desde temprano, enfrentan serias dificultades en su vida académica. La pandemia no hizo más que agudizar estas brechas”. Mejía complementó señalando que aprender no es un acto meramente técnico, sino también emocional: “Aprender es una emoción, y nadie aprende con miedo. Necesitamos entornos donde los estudiantes se sientan seguros para explorar y desarrollar sus capacidades. Ese debería ser uno de los aprendizajes más importantes que nos dejó la pandemia”.

“Un sistema es un conjunto de partes que interactúan al unísono en busca de un objetivo común. Pero lo que vemos en nuestro sistema educativo es que no funciona así. Por ejemplo, en nuestra universidad tenemos licenciaturas en educación preescolar y primaria con estudiantes divididos entre dos planes de estudios distintos: el de 2018 y el de 2022. Cambiar enfoques constantemente, sin articularlos con materiales y estrategias, solo genera confusión y complicaciones”, dijo.

La flexibilidad no solo debe aplicarse a los contenidos, sino también a las metodologías, destacó Mejía. En su experiencia, las metodologías como el aprendizaje basado en proyectos pueden generar resultados transformadores: “Este enfoque permite aumentar el rendimiento escolar, pero también fomenta habilidades prácticas y relevantes para la vida cotidiana de los estudiantes”.

Enríquez defendió la importancia de diseñar estrategias educativas que respondan a los intereses y contextos de los estudiantes. Según él, esto es clave para mantener su atención y vincularlos con el aprendizaje: “Invitemos a los jóvenes a escribir sobre las leyendas de sus comunidades o las tradiciones de su región. Si les pedimos que escriban sobre temas que no les interesan, perderán el vínculo con la realidad”.

Ambos panelistas insistieron en que un sistema educativo eficaz debe ser lo suficientemente flexible como para adaptarse tanto a los estudiantes como a los profesores y las comunidades en las que están inmersos.

Además, Mejía compartió una reflexión basada en datos de la OCDE: “Si lográramos que todos los jóvenes de secundaria alcanzaran el nivel mínimo de aprendizaje, nuestra economía podría crecer al doble. Pero seguimos obsesionados con los primeros lugares en evaluaciones internacionales, cuando deberíamos concentrarnos en que nadie quede atrás”.

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