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25 de noviembre de 2024

En qué quedaron las causas judiciales a seis años de la Superfinal suspendida en el Monumental

El 24 de noviembre de 2018 debía disputarse en Núñez el River-Boca para definir al ganador de la Copa Libertadores que finalmente se terminaría jugando en Madrid debido a una serie de incidentes. Cómo siguió el accionar de la justicia

>Estaba programado como el evento más importante en la historia del fútbol argentino en cuestión de clubes. Nunca antes una final de Copa Libertadores se iba a definir entre los dos equipos más grandes de la Argentina. River y Boca, Boca y River. El país estaba paralizado por la definición y los ojos del mundo se posaban aquel 24 de noviembre de 2018 en el lugar más austral del planeta. Pero lo que iba ser la gran fiesta del fútbol terminó en el papelón más penoso que se recuerde. La agresión al micro de Boca con suspensión posterior del partido puso a la violencia en el fútbol argentino en boca de todos. Y al final todo se trasladó a Madrid sumiendo en la impotencia a los hinchas. A seis años de aquel incidente, la Justicia encontró un culpable que ya cumplió su pena aunque se le mantiene la prohibición de concurrencia y poco más: todas las complicidades políticas y policiales que saltaban a la vista terminaron sin sanción judicial y del hecho principal se desprendieron dos causas paralelas en las cuales una se cerró con algunas probation para barras y revendedores y archivo de la causa para dirigentes y empleados de River y la otra que tiene como acusado a Guillermo Caverna Godoy por lavado de activos, quien era el jefe en aquella época de Los Borrachos del Tablón, está elevada a juicio hace más de dos años y sin fecha aún para el debate oral. Todo muy argentino.

La investigación judicial fue por varias aristas. La primera que se concretó fue la identificación de quién había tirado la piedra más precisa: era un hincha que no tenía relación con Los Borrachos del Tablón, llamado Matías Firpo, que tenía 31 años en ese momento. Vivía en Ramos Mejía, trabajaba como mecánico y había adquirido una popular para la tribuna Centenario alta a través de la comunidad Somos River. Diez días después del hecho y aunque se había rapado, fue detenido en la puerta de su casa por la fiscal que llevó el caso, Adriana Bellavigna. Y acordó en un juicio abreviado la pena de dos años y cuatro meses de prisión en suspenso (las penas menores a tres años son de cumplimiento condicional) y la inhabilitación perpetua por derecho de admisión para volver a la cancha. Intentó violar esta restricción en agosto de 2022 en un partido contra Central Cordoba de Santiago del Estero en el Monumental, cuando fue con un carnet a nombre de otra persona, pero lo descubrieron por el programa Tribuna Segura, le labraron una contravención y se extendió la prohibición de forma permanente. No terminó tras las rejas porque la sanción judicial por haber arrojado la piedra del escándalo había terminado un año atrás pero sí tuvo otro revés: al mes siguiente River lo expulsó como socio de por vida. Hoy, dicen sus allegados, se arrepiente de su acción de aquel momento, rearmó su vida como mecánico tornero y ansía que alguna vez lo perdonen y le devuelvan la condición de socio del club, algo que parece imposible.

Lo que quedó en pie tuvo que ver con la causa por reventa de entradas de ese partido y los allanamientos a la institución y a la casa de Caverna Godoy. Este último es el único que quedó realmente complicado en la Justicia, porque no pudo explicar el origen de los fondos que tenía en su casa (se le secuestraron entre moneda local y extranjera el equivalente a casi diez millones de pesos que al cambio de entonces representaban unos 250.000 dólares) por lo que, tras ,una investigación del fiscal José María Campagnoli fue procesado por lavado de dinero por la jueza Fabiana Palmaghini, lo que después fue ratificado en Cámara en marzo de 2021. A partir de ahí la causa fue elevada a juicio e insólitamente aún no tiene fecha de realización.

En el caso de los empleados y dirigentes del club la Justicia valoró la colaboración en la causa y los cambios de protocolo que desde ese momento se impusieron en el club, con la limitación al máximo de entradas de protocolo y sobre todo la aplicación del derecho de admisión para todos los barras involucrados, que en el caso de River la lista supera largamente los 400. Ese compromiso permitió que las actuaciones sean archivadas y no se recibieran sanciones.

Así, a seis años de aquel episodio, solo una persona pagó realmente con la suspensión de la final soñada: Matías Firpo. El resto, siga siga.

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