25 de noviembre de 2024
Acusado de traición por su relación con el hombre blanco y ejecutado por su propia tribu: a 150 años del crimen del cacique Catriel

Líder natural por años, y heredero de una dinastía respetada en las pampas, su asociación con el hombre blanco significó el principio de su fin. Las últimas palabras de Cipriano Catriel y el destino de sus despojos
Gracias a que su padre lo había enviado en distintas embajadas en Buenos Aires y Paraná, el joven Cipriano adquirió dotes de negociador y político. Conocido entre los suyos como Mariñancú, tenía dos hermanos mayores: Juan José, nacido en 1830, quien sería el instigador de su muerte y Marcelino, en 1831, partícipe del ajusticiamiento de su hermano.
Fue ungido cacique en 1866 cuando su padre murió. En octubre de 1870 firmó una suerte de tratado de paz con el coronel Francisco de Elías, jefe de la Frontera Sur. Por un lado, Catriel quería poner punto final a los malos tratos que recibían los indígenas, y el militar deseaba que el líder indígena controlase a algunos de sus hombres que se dedicaban al cuatrerismo.Su millar de lanceros fueron importantes en la batalla de San Carlos de Bolívar, el 8 de marzo de 1872, donde las tropas nacionales derrotaron a las del cacique Calfucurá. Este creyó hasta último momento que la gente de Catriel no lucharía en su contra. Y algo de razón tuvo. Al comienzo de la contienda, los indígenas de Catriel no atacaron con demasiado entusiasmo, y el propio cacique hizo acribillar a algunos de los suyos que retrocedían. En el mismo campo de batalla, los arengó, diciéndoles que peleaban contra indios chilenos que venían a quitarles lo que le pertenecían. Y entonces las lanzas de Catriel se lucieron.Era propietario de tierras, de ganado vacuno y de caballos y solía hacer negocios con el Estado.
En octubre de 1872 el presidente Domingo Faustino Sarmiento creó un cargo para él: cacique general, lo que lo habilitaba a lucir el uniforme de general de la Nación. Lucía sable con empuñadura de plata y sus subalternos también vestían uniformes militares, aunque viejos y de distintos colores.Cuando estalló la revolución de 1874, en la que Bartolomé Mitre desconoció por fradulentas las elecciones en las que había resultado ganador el binomio presidencial Nicolás Avellaneda y Mariano Acosta, el cacique Catriel fue seducido por el general Rivas a participar, con quien había peleado en San Carlos de Bolívar.
De todas formas, Mitre le ordenó que se quedase en sus pagos y, en definitiva, Catriel no llegó a sumarse a las tropas revolucionarias. No obstante, su propia tribu lo acusó de traidor, especialmente su hermano mayor, Juan José.Fue el turno del capitán Pablo Vargas, que al frente de 200 hombres, le ordenó rendición. Como era un oficial al que conocía, accedió. Y lo llevó detenido a Olavarría.
La tribu de Catriel le solicitó al comandante Hilario Lagos que lo liberase, porque lo querían juzgar ellos. Y aunque las opiniones entre los jefes militares estaban divididas, Lagos accedió.Lo acompañaba Santiago Avendaño. Iba al encuentro de los suyos, hablándoles en su lengua, pero sin dejar de apuntarles. Los indios no se animaban a nada antes que se pronunciase el Consejo Supremo de Capitanejos.
Los líderes de la tribu votaron por unanimidad quitarle el cacicazgo. Nombró en su lugar a su hermano Juan José Catriel.Ese 24 de noviembre, cuando le preguntaron por qué había hecho sublevar a su tribu, respondió que porque él era cacique, y tomaba las decisiones.
Quiso defender a Avendaño. Aseguró que él cumplía sus órdenes. “Ese cristiano, como vos, tiene mujer, hijo, no matar a él. Matame a mí, nomá, yo indio bruto, nada importa a cristiano”, según se referencia en Memorias de Frontera y otros escritos, de Teófilo Gomila.“Lanceando, no más…”, se encogió de hombres Juan José Catriel, flamante cacique.
Unos 50 rodearon a los condenados a muerte. Entre ellos estaban sus hermanos. Cipriano los maldijo: “Tu, Juan José y Marcelino, son los causantes de mi muerte. Bueno, mátenme que con mi muerte comienza tu ruina y la de la gran tribu de Catriel padre. Tu eres enemigo del cristiano, tu dominio durará poco, robarás y matarás cristianos, huirás a los montes, pero allí te alcanzará el poder del cristiano y la tribu será exterminada, matame nomás”.Las ejecuciones motivaron críticas y protestas al gobierno. Los ejecutados tenían grado militar, y se habían sublevado contra el gobierno. Tendrían que haber sido juzgados por las leyes de la Nación, y no ser entregados a los indígenas.
Su cráneo llegó a las manos de Francisco Pascasio Moreno, que lo llevó a su museo junto con su poncho. Finalmente, en la noche del 16 de mayo de 2018, llegaron a la ciudad de Azul las reliquias del cacique para ser regresadas a la comunidad Peñi Mapu, y a sus descendientes. El cráneo tiene estampado en negro, en la parte superior, el número 1032. Así terminó aquel temible y respetado cacique cuyo pecado fue el de asociarse, más de la cuenta, con el hombre blanco. Inventariado como pieza de museo.