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22 de noviembre de 2024

Marie Arana: “Si los latinos en Estados Unidos fuéramos una nación, tendríamos el quinto PIB del mundo”

La autora, que presenta “LatinoLand” en la Feria del Libro de Miami, habló con Infobae. Su su nuevo libro combina historia, estadísticas y vidas reales para hacer una pintura monumental de todos los aspectos de una comunidad tan grande como poco comprendida

>En las vísperas de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, la inmigración y el voto de los latinos fueron temas recurrentes en los medios. Sin embargo, la enorme comunidad —dos de cada 10 personas son latinas, y en 2060 serán casi 3 de cada 10— es una de las menos comprendidas del país. Marie Arana se dispuso a subsanar eso y realizó una investigación monumental, que combina historia, estadísticas y vidas reales, “Somos uno de los factores en juego más invisibles de este país”, dijo Arana a Infobae. “En todos los sentidos, se conoce poco sobre los latinos. Pero, por poner un ejemplo: nuestra contribución al PIB de este país es tan grande que, si la tomáramos por separado, como si los latinos fuéramos una nación, representaríamos el quinto PIB más grande del mundo. Cada año añadimos casi USD 4.000 millones a la economía. Pero el gran público no es consciente de esta extraordinaria contribución”.

A veces el tema consigue dos minutos de atención. “Cuando se derrumbó el puente en Baltimore, las seis personas que murieron eran latinas. Los medios lo cuentan y durante dos segundos los estadounidenses en general tienen conciencia de que todos y cada uno de ellos eran latinos. Pero es algo que siempre está ahí”, observó la autora de LatinoLand. “El mayor porcentaje de las pequeñas empresas que se crean en este país pertenecen a latinos. Se puede ver: los restaurantes, los camiones de transporte, los fontaneros. Y también los trabajadores de la construcción casi en su totalidad latinos. Pero todo esto se pasa por alto. La historia latina es invisible aunque está ahí, es demostrable”.

—Pero queremos que lo escribas rápido porque lo mejor sería publicarlo antes de la elección —le dijo.

Arana, la primera directora literaria de la Biblioteca del Congreso en Washington DC, decidió renunciar a ese trabajo y dedicarse a vida completa, más que a tiempo completo, al proyecto que hoy es LatinoLand y que el 25 de enero saldrá traducido al español en Estados Unidos.

Aun con todo el cuidado que puso, está segura de que algún latino o hispano dirá “Yo no me siento representado, yo soy tal cosa y eso no está en el libro”. Pero eso es parte, precisamente, de escribir esta historia: la diversidad de los latinos —“la multiplicidad”, como la llama Arana— es enorme. El 19% de la población de Estados Unidos es, además de una cifra enorme, un grupo extremadamente variado.

Un idioma. Mucha comida, muchas tradiciones. Concepciones fuertes de la familia. Culturas.

“Algunos de mis mejores amigos son argentinos o colombianos o mexicanos”, cuenta Arana, que nació en Perú y vive en Estados Unidos desde la infancia, “y encontramos esa unidad aquí, una unidad que no está cuando llegas”.

—Con el tiempo vi que, de hecho, tengo cosas en común con amigos mexicanos. Como los mexicanos del suroeste que nunca han conocido a un puertorriqueño o un dominicano: una vez que te encuentras con otra parte de la población latina, te das cuenta de las cosas en común.

—El libro empieza con la historia de Estados Unidos, pero no con el Mayflower y los peregrinos, sino con la llegada de los españoles, Ponce de León en Florida y, sobre todo, Alvar Núñez Cabeza de Vaca en el Golfo de México. ¿Por qué eligió esa perspectiva?

—Otro concepto que usted presenta es que la frontera sur es menos el muro que un tejido, una membrana compartida entre los dos países. ¿Podría explicarlo?

—¡La frontera es un asunto tan espinoso, en general! No se puede tener una frontera abierta y tener un país. No se puede. Hay que tener una frontera definida y leyes definidas. Pero cuando se la mira en términos históricos y humanos, ves generaciones enteras de familias separadas por la frontera. Para empezar, fue una invasión, tan grande como la de los rusos en Ucrania. Los anglosajones se trasladaron al oeste y simplemente se apoderaron de la tierra en una ocupación dramática, putinesca porque Washington les decía que la tomaran. Luego llevaron a cabo una guerra para hacer que esas tierras fueran suyas.

En 1848, por el Tratado de Guadalupe Hidalgo, México perdió más de la mitad de lo que era entonces su territorio: 1,3 millones de kilómetros cuadrados (500.000 millas cuadradas) en los estados de California, Utah, Nevada, Texas, Nuevo México, Arizona, Oklahoma, Colorado y Wyoming. En LatinoLand se cita un eslógan chicano de los sesenta: ”No cruzamos la frontera, la frontera cruzó por encima de nosotros”.

—Si bien los latinos con raíces en México son la mayoría, un grupo que creció en los últimos años, y es el segundo en cantidad de personas, son los salvadoreños. Muchos estadounidenses no tienen idea del papel de su país en lo que ocurrió en América Central en los años ochenta, y por qué hoy más de USD 150.000 millones anuales pasa por el Triángulo Norte. ¿Qué expectativa tiene a contarles eso?

—Un dato asombroso de su libro es que dos tercios de las personas que entran ilegalmente en este país no lo hacen por la frontera sur, sino que toman un avión y luego dejan que caduque su visado.

—La cuestión de la frontera no tiene que ver necesariamente con los latinoamericanos. Hay ucranianos, hay asiáticos que cruzan la frontera. Y canadienses, que son los peores en dejar que sus visados expiren: son los infractores número uno. Pero nadie hace un escándalo por eso. Creo que en esto juega una cuota de racismo. Los chinos vinieron a construir los ferrocarriles y luego fueron expulsados. Durante la Gran Depresión dos millones de personas fueron expulsadas de los estados del sur, y entre ellos había ciudadanos americanos, pero como sus apellidos eran Gómez o Martínez, los echaron. El gran cuco es el racismo.

Cuando se piensa en los hispanos en la Casa Blanca, el primer nombre que viene a la mente es el de Linda Chavez en los ochenta. Pero LatinoLand revela que en realidad fue Richard Nixon el primero en nombrar a un hispano, y luego a varios, en posiciones de poder. Nixon formó un comité en su gabinete que estudiara las oportunidades para los hispanohablantes, y eligió a Henry M. Ramírez para presidirlo. Y ese hombre hizo sus demandas: “Necesitas un general. Necesitas un obispo. Necesitas un cardenal. Necesitas a estas personas en el gabinete. Necesitas esto y aquello”, recordó Arana. “Y Nixon hizo todo eso porque estaba muy interesado en el voto latino”.

—Le funcionó muy bien.

Sábado 23, 11 am, en la Sala 2106 del Edificio 2.

Campus Wolfson del Miami-Dade College (MDC)

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