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15 de noviembre de 2024

Fui, vi y escribí: El sexo de los libros

Reflexiones acerca de la polémica por las novelas de autoras argentinas incluidas en una colección del Ministerio de Educación bonaerense. Este artículo reproduce el newsletter de Cultura: lecturas, cine, teatro, arte, música e historias que despiertan entusiasmo y, por qué no, fascinación o perplejidad

>Hola, ahí.

Elijo la provocación.

El sexo de los libros

1973. Tenía doce años cuando en medio de una reunión familiar retiré discretamente de la biblioteca de mis tíos el ejemplar de Había escuchado hablar de Las tumbas; sabía que era un libro muy leído en ese momento y también que era una historia durísima de chicos que crecían en un instituto de menores (vaya a saber qué entendía por eso entonces) y también que algunos se habían escandalizado por el lenguaje crudo con el que el autor abría la puerta a los lectores comunes de un tipo de institución con códigos y jerarquías propias.

En cuanto empecé a leerlo, no pude abandonar el relato de El Pollo, el chico que es el protagonista de esta novela de iniciación en la que la violencia es la que educa. Fue en ese libro que leí las primeras escenas sexuales, que eran entre varones. Lo digo de nuevo: tenía doce años cuando yo solita me procuré esa lectura.

Un año después muere Perón y se decreta semana de duelo nacional, de modo que tenía por delante varios días sin ir a la escuela. Perón murió el lunes 1 de julio de 1974. Justo el día anterior habíamos tenido reunión familiar y me había llevado a casa –con permiso de sus dueños– otro libro que había husmeado y retirado de la biblioteca de mis tíos: Boquitas pintadas.

Acababa de estrenarse la película de Leopoldo Torre Nilsson basada en la famosa novela y en la tele daban la publicidad. Todos los actores eran muy conocidos (¡Alfredo Alcón! ¡Marta González! ¡Luisina Brando! ¡Cipe Linkovsky! ¡Raúl Lavié! ¡Leonor Manso!), la ansiedad por ver la película me corroía pero no me daba la edad para ir a verla. Pero la novela de Otra vez las escenas de sexo llegaron por la literatura. Otra vez me las había rebuscado sin asesoramiento alguno para llegar hasta el reino del pecado. ¿Se iba acentuando mi perversión? Pero qué desvergonzada…

Las chicas solo quieren divertirse

Comenzaban a caer los antifaces del sexo y todas querían saber los secretos del erotismo: la historia de Isadora, esa escritora que quiere parecerse a Mary Shelley y a Virgina Woolf y busca conocer cómo se siente una pasión desenfrenada era perfecta para ese momento en el que muchas mujeres pensaron que se caían las barreras que les impedían gozar sexualmente sin culpa.

Desde ya, no tengo que aclarar que a los 14 o 15 años, cuando leí la novela que muchos hoy siguen viendo como bibliografía feminista, yo no tenía nada que ver con todo eso y por esa época lo único verdaderamente desenfrenado en mi vida era la lectura. Mi hambre de lectura era voraz, así que ahí me metí de cabeza, a leer algo que me quedaba grande y lejano pero que no me dejó ningún trauma de por vida. Es más, si lo pienso un poco, siento que incluso me ayudó enormemente en lo que más tarde fueron mis propias experiencias vitales.

La violación original

-Abajo los calzones a ese mentecato cajetilla y a nalga pelada denle verga, bien atado sobre la mesa.

-Primero degollarme que desnudarme; infame canalla.

Atáronle un pañuelo por la boca y empezaron a tironear sus vestidos. Encogíase el joven, pateaba, hacía rechinar los dientes. Tomaban ora sus miembros la flexibilidad del junco, ora la dureza del fierro y su espina dorsal era el eje de un movimiento parecido al de la serpiente. Gotas de sudor fluían por su rostro grandes como perlas; echaban fuego sus pupilas, su boca espuma, y las venas de su cuello y frente negreaban en relieve sobre su blanco cutis como si estuvieran repletas de sangre.

-Está rugiendo de rabia -articuló un sayón.

Sus fuerzas se habían agotado; inmediatamente quedó atado en cruz y empezaron la obra de desnudarlo. Entonces un torrente de sangre brotó borbolloneando de la boca y las narices del joven y extendiéndose empezó a caer a chorros por entrambos lados de la mesa. Los sayones quedaron inmobles y los espectadores estupefactos.

-Tenía un río de sangre en las venas -articuló otro.

Verificaron la orden; echaron llave a la puerta y en un momento se escurrió la chusma en pos del caballo del Juez cabizbajo y taciturno.

En aquel tiempo los carniceros degolladores del Matadero eran los apóstoles que propagaban a verga y puñal la federación rosina, y no es difícil imaginarse qué federación saldría de sus cabezas y cuchillas. Llamaban ellos salvaje unitario, conforme a la jerga inventada por el Restaurador, patrón de la cofradía, a todo el que no era degollador, carnicero, ni salvaje, ni ladrón; a todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad; y por el suceso anterior puede verse a las claras que el foco de la federación estaba en el Matadero”.

…………….

Sexo con y sin violencia

No sé si nos entusiasmaba El matadero como lectura, intuyo que no demasiado y supongo que cada uno lo experimentó de manera singular y que, sobre todo, tuvo fundamental importancia en esa experiencia Leíamos sobre la tortura, sobre el goce de la tortura y el poder sobre el otro. Muchos de nosotros leíamos esas atrocidades en tiempos de la dictadura, mientras la tortura por razones ideológicas –y los asesinatos– se desarrollaba en las mismas ciudades o pueblos en los que estudiábamos. No recuerdo que haya habido impugnaciones a la indicación de ese relato en la escuela, tal vez porque detrás había un clásico, un prócer de la cultura de otro siglo. Tal vez porque la mayoría elegía no ver la connotación sexual de esa forma de torturar y humillar. Tal vez porque no había en esa escena una mujer, un par de tetas, sus genitales.

En las últimas semanas, bajo el paraguas de un gobierno que celebra la libertad como elemento central de su ideario pero hostiga con todas las formas posibles de la retórica a quienes no comulgan con sus ideas, sectores ultraconservadores atacan programas educativos que promueven libros de autoras argentinas que contienen algunas escenas de corte sexual que, es importante señalar, suceden entre pares y sin violencia.

Leer, después hablar

A nadie se le ocurriría decir que la trascendencia internacional de esas novelas es resultado de alguna clase de favoritismo político. Sí podría decirse, en cambio, que algunas de ellas se hicieron conocidas porque pudieron traducirse gracias al Programa Sur de apoyo a las traducciones llevado adelante por la Cancillería Argentina desde 2009, uno de esos programas de estímulo a la cultura que el macrismo mantuvo y que están siendo desfinanciados por el gobierno del presidente Milei.

Retomo: no voy a analizarlas aunque son ficciones que conozco muy bien, así como conozco la totalidad del trabajo de sus autoras, a quienes entrevisté y con quienes conversé sobre estas novelas centrales de los últimos años de la literatura argentina como son Las entrevistas, para quien tenga interés, están a un click en Google. De las objeciones delirantes a Piedra, papel o tijera, de Inés Garland, novela ganadora en 2014 del Premio Alemán de literatura juvenil que se entrega cada año en la Feria de Frankfurt, tampoco voy a ocuparme hoy: esas objeciones evidencian la profunda ignorancia que habita en el oscurantismo.

En esta historia, la educación corre por cuenta de los padres (en algún momento, también de una tía) y los niños crecen en un espacio aislado del mundo y en absoluto estado de dominación, como en una secta. Aquellos que los deben cuidar son quienes en realidad los someten. Y porque ambos temas están relacionados, me gustaría hacer una última referencia a la ola de condenas a la ESI, la Educación Sexual Integral que es ley en la Argentina desde 2006 y que permite que a través de sus clases y talleres los chicos y las chicas aprendan lo que necesitan saber pero no para tener una sexualidad plena a los 6 años (como imaginan algunas mentes sinuosas) sino para poder denunciar abusos, que en la enorme mayoría de los casos son intrafamiliares.

Los números del Ministerio Público Tutelar del Poder Judicial de la Ciudad indican que el ¿Quieren discutir el modo de hacerlo, la calidad de la formación de los docentes, los programas para llevarlo a cabo? Excelente. Pero buscar la derogación de una ley tan central sabiendo que es lo que brinda herramientas sensibles a todos los chicos por igual, más allá de las clases sociales y de que les hayan tocado buenas familias en suerte, sería un retroceso fabuloso y, a su manera, también una forma de la barbarie.

Te recuerdo mi mail: es Te deseo una buena semana y tranquilidad, que es lo que precisamos todos.

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