13 de noviembre de 2024
De un Martín Fierro gay al femicidio: qué contienen los libros para adolescentes que llegan a las escuelas bonaerenses

Ante las críticas a algunos de estos textos, surgieron acusaciones de censura, un argumento para desviar el eje de la discusión. Pero más allá de los párrafos de sexo explícito, cabe interrogarse acerca del motivo de la inclusión de estos títulos en los envíos a las bibliotecas escolares
Vale la pena entonces recorrer los contenidos de estos textos más allá de los párrafos que impactaron por la crudeza de su lenguaje, siempre considerando que están destinados a adolescentes. El ciclo orientado empieza en 3er año del secundario. Son chicos desde 14 y 15 años.
¿Qué sentido tiene la inclusión de “Las aventuras de la China Iron” en la lista, por ejemplo?La trama deconstruye -destroza en realidad- la historia, el personaje del gaucho y hasta a su autor que aparece en la novela como un estanciero bastante despreciable, abusivo con peones y chinas y borrachín. ¿Qué habrá hecho José Hernández para merecer esto?
Cuando se llevan a Fierro a las fronteras, su “china” no se siente abandonada sino liberada de esa “bestia” y para liberarse del todo deja a sus hijos adolescentes con un matrimonio anciano para irse detrás de una inglesa a la que también le robaron el marido. Pero parece que el inglés no era una bestia abusiva y “cobarde” como Fierro, sino alguien más civilizado, y entonces la mujer sale a buscarlo.La China Iron no había podido querer “al borracho de mierda de Fierro”, que además era “muy sucio”. Hasta hubiera deseado matarlo pero no hizo falta porque “se lo llevaron”.
Deambulando por la pampa semidesierta llegan a la estancia de Hernández, presentado además como un charlatán que escribe versos sobre Fierro y delira con el desarrollo agrario del país pastoril, se emborracha y hace papelones. Además les confiesa que la escena del indio castigando a la cautiva fue puro invento (no podía faltar la nota indigenista). “Cautivas tienen y no las tratan como a princesas, tampoco mucho peor que nosotros a las chinas -dice Hernández- y algunas se ve que la pasan bien”. Al punto de no querer volver.Pasemos a Cometierra, cuyo tema son los femicidios.
Ella come tierra de los sitios de esos crímenes para “ver” a las víctimas.
El femicidio es la fijación del feminismo actual. Como en Argentina no hay un patriarcado que voltear, conviene inflar lo más posible esa problemática; de hecho, el gigantesco Ministerio de la Mujer que creó Alberto Fernández, no tuvo otra misión más que contarlos. De paso así confirmaron que años de políticas de género no resolvieron el problema, lo que no los llevó a replantear la estrategia. A pensar que, quizás, algo anda mal del lado de la seguridad y la justicia. Casi cada vez que ocurre un femicidio, nos enteramos de que hubo denuncias, hubo órdenes de restricción incumplidas, etc.Pero vayamos a la ESI. La ESI es ultrafeminista: hay que explicarles a los chicos que los varones son violadores en potencia y femicidas en potencia. El mensaje entra. Es como esa maestra que escuchó a sus alumnas decir: “Todos los hombres son violadores en potencia”. Pero lo que más la afectó fue que ninguno de los varones presentes en el aula se animó a contradecir esa abusiva sentencia. Los hombres nacen con una culpa original.Inculcarlos en la escuela no debería ser el rol de la ESI.
Sol Fantin cuenta, a veinte años de los hechos, el abuso del que fue víctima en el seno de una secta cuando tenía 15 años. Como les sucede a muchos adolescentes, ella sintió admiración por alguien mucho mayor -36 años- y cayó bajo su influjo. Normalmente los adultos no se aprovechan de esa fascinación, de ese poder natural sobre un ser en formación, emocionalmente inmaduro y con frecuencia dependiente de ellos. Salvo los abusadores.
Esta combinación de relato y análisis hace que el libro funcione casi como un manual de prevención de abusos. Está lleno de señales y anticipos de lo que va a suceder, revela los mecanismos de los abusadores y de sus cómplices; todo es de enorme utilidad para padres conscientes, para adultos responsables, para instituciones que tienen menores a cargo.
Cuando su abusador, preparando el terreno, empieza a evocar su propia adolescencia y a describir amoríos y otras cosas, ella siente incomodidad. “Me acuerdo de los esfuerzos que hacía yo para imaginarme algo para lo cual no tenía ninguna imagen concreta, algo que me resultaba ajeno”. También recuerda que, al terminar el primer año de colegio, sus compañeras y compañeros “no andaban besándose por ahí, salvo una (que) tenía un novio en tercero o cuarto”.
En síntesis, un libro para los adultos y para los funcionarios de educación -que lo recomiendan pero parecen no haberlo leído- y que deberían auto imponerse la prudencia a la hora de elaborar materiales o sugerir lecturas sobre una temática tan delicada y personal, a riesgo de herir la sensibilidad de los menores a los que deben proteger.