11 de noviembre de 2024
Olga Díaz, sobreviviente de violencia de género: “No se puede volver a la edad de piedra y que las mujeres no seamos escuchadas”

Denunció a su ex marido por violencia de género. En la justicia y en la policía le dijeron que él era un “pobre hombre” y que ya era muy grande para sacarlo de su casa. Él la atacó con un cuchillo y su hijo tuvo que defenderla. Le salvaron la vida en el Hospital Pirovano. Le ganó un juicio de reparación al Estado y le pidió a la Corte Suprema que construya refugios para mujeres golpeadas
Olga Díaz denunció a Luis Palavecino, el 2 de febrero del 2017, cuando tenía 60 años. La atendieron en la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Su ex marido se quedó en la casa y ella se tuvo que ir. Nadie la quería ayudar a volver a su hogar y no correr riesgo. Cuando volvió fue apuñalada. Ahora, con el apoyo de la Defensoría General de la Nación, logró que el Estado argentino le tenga que pedir perdón y le otorguen una reparación económica por la desprotección que casi le costó la vida.
La sentencia de Olga Díaz, ahora con 68 años, es esencial en un contexto de desprotección para las mujeres en Argentina. “Si vos me haces la denuncia yo te mato”, le dijo él. Y Olga decidió denunciar. Pero necesitaba ser protegida para que él no pudiera cumplir su amenaza. No la protegieron. La justicia la juzgó a ella. Y él la apuñaló. Cinco veces. Tenía preparada ropa para cambiarse y huir. Su hijo frenó la sangre y le salvaron la vida en un hospital público. Ahora Olga convirtió su historia en una sentencia emblemática contra el Estado argentino por exponer su vida cuando ella había solicitado ayuda.-¿Cómo fue el proceso en el que denunciaste violencia de género?-¿En la justicia pusieron en riesgo tu vida?
-Ella lo llamó y yo le dije: “Me está sentenciado a muerte”. Y, además, me retó: “No le da cosa que usted, a los 60 años, está haciendo la denuncia y que sus nietos, el día de mañana, le recriminen que denunció al abuelo”. Y, para colmo, me quiso obligar a ir a una mediación con él. Le dije que no. Fui con mis abogadas y me dijeron: “Pensamos que exageraba por los nervios y ahora estamos escuchando lo mismo que usted”. Paso más de un mes y, recién el 24, me llamaron para ir a la policía. Necesitaba que lo saquen de la propiedad que era mía y yo me había tenido que ir de mi casa.-Le tuvieron lastima por la edad. Fui a la comisaría y me dijeron, de mala ganas: “Tenemos todos los patrulleros en la cancha de Argentino Juniors. Espere sentada hasta que venga un patrullero. Hay prioridad en el partido de futbol”. El 4 de marzo fue un policía y me dijo lo mismo: “Pobre hombre, me dio pena para sacarlo de la casa”. Le pregunté si le había dado las llaves y me dijo que no. Yo tuve que llamar a un cerrajero y cambiar todas las cerraduras porque al policía le dio pena verlo salir. “Pobre hombre, no tiene donde ir”, me dijo. Y le contesté: “Lo lamento, tengo que venir a vivir a mi casa”. Me trataron como a la mala de la película. Él era el que les daba lastima a todos y yo la mala que lo dejaba en la calle. El juzgado no me dio perimetral, no me dio botón antipánico. “No, señora no va a hacer falta, con este hombre”, me aseguraron.
-¿Qué hacías frente a estas respuestas que intentaban culpabilizarte?-¿Cómo te despertaste en el hospital?
-No recuerdo nada. Los médicos me preguntaron cómo estaba. Les preguntaba con señas, porque tenía una traqueotomía, que me había pasado. Me cuentan y me arranco los cables en estado de shock. Hasta el día de hoy no recuerdo. Se lo que paso por las declaraciones del juicio. Era como leer la historia de otra persona.-Me agarró del pelo, me puso un arma blanca en un seno, en el brazo, en la espalda y en el cuello. Tengo cinco marcas, la mas grave fue la del cuello. Intento quitarme la vida. Me tuvieron que hacer una operación que duro desde las 11 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Fue una restauración para salvarme. Doy gracias a Dios.
-¿Te podría haber matado?-¿Cómo te enteraste de la dimensión del ataque?
-Se que estaba en la puerta de casa con el vecino para que le entregue lo que le correspondía, con mi hijo y él aparece de la nada, me tomó del pelo y me clavó el cuchillo en el cuello. Un médico vecino de casa se cruzó para auxiliarme. Mi hijo me puso trapos para pararme la hemorragia hasta que llegó el SAME.-Esteban tiene 40 años y vive en Estados Unidos. Es mi príncipe valiente, él vio todo y agarró al padre para que no me siga atacando. Lo intentó lastimar, solo le hizo un raspón. Cuando se vio acorralado por los gritos de los vecinos se escapó. A la fiscal, en el juicio, le dijo que no se podía acordar. Pero la persona que sale a comprar el pan no va con un arma blanca. Y él había puesto ropa para cambiarse.
-Si, un vecino que lo siguió avisó que se cambió la ropa, por una vestimenta de otro color, e iba por colectora. Lastimó a cuatro policías (una policía mujer y tres varones) y no se dejó arrestar.
-¿Cuándo fue el juicio?-¿Por qué seguiste luchando después de la sentencia?
-¿Cuál es el objetivo del juicio a la justicia?
-¿Cómo son las amenazas?
-¿Qué significa para vos este pedido de perdón?
-¿Qué pensas de la situación actual en relación a la protección a las víctimas de violencia de género en Argentina?
-¿Qué esperas para el futuro de las mujeres?