Jueves 7 de Noviembre de 2024

Hoy es Jueves 7 de Noviembre de 2024 y son las 00:14 -

30 de octubre de 2024

Los horribles crímenes de Richard Cottingham, el “destripador de Times Square”

Este asesino en serie, conocido por su sangrienta carrera entre 1967 y 1980, reveló años después detalles que aumentaron el número de víctimas, rompiendo el silencio con asombrosa frialdad

>Richard Cottingham, conocido también como el “Destripador de Times Square” o el “Asesino del Torso”, sembró el terror entre El caso de Cottingham se hizo tristemente célebre en 1979 cuando, tras el incendio de una habitación de hotel en Times Square, se descubrieron dos cuerpos decapitados y con las manos amputadas. Este escalofriante hallazgo fue solo una de las muchas atrocidades que este asesino cometió en un macabro juego de poder y dominación.

Finalmente, en 1980, fue detenido cuando una de sus víctimas logró escapar y pedir ayuda. Sin embargo, el horror de su historial criminal no acabó ahí: décadas después, Cottingham confesó más asesinatos, aumentando el número de víctimas a más de 100, según sus propias declaraciones.

A día de hoy, Cottingham cumple una condena de cadena perpetua en Nueva Jersey. A sus 75 años, con una salud deteriorada y recluido de por vida, sus crímenes siguen siendo objeto de análisis y reflexión, reviviendo el interés público a través de documentales que intentan arrojar luz sobre una mente oscura y compleja. Pero, ¿quién era este hombre que vivió una doble vida como esposo y padre mientras orquestaba una de las carreras homicidas más brutales de la historia de Estados Unidos?

Cottingham seleccionaba meticulosamente a sus víctimas, en su mayoría mujeres jóvenes y trabajadoras sexuales, a quienes abordaba en áreas cercanas a Times Square y los alrededores de Nueva Jersey. Su modus operandi incluía torturarlas y mutilarlas de formas atroces.

La violencia iba más allá de lo necesario para quitarles la vida; mutilaba sus cuerpos y solía cortarles las extremidades. En algunos casos, sus prácticas incluían incendiar las habitaciones de hotel para eliminar las evidencias. Como si fuera parte de una firma macabra, Cottingham también se llevaba “trofeos” de sus víctimas, guardando partes del cuerpo o efectos personales, lo que indicaba su búsqueda de un control absoluto sobre sus vidas.

En mayo de 1980, Cottingham fue arrestado en el Quality Inn de Nueva Jersey cuando intentaba agredir a Leslie Ann O’Dell, una joven de 19 años que logró escapar y pedir ayuda. Al momento de su captura, Cottingham, de 33 años, trabajaba como operador de computadoras en Manhattan y era padre de tres hijos.

Casado desde 1970, parecía llevar una vida normal y discreta en el estado de Nueva Jersey, sin levantar sospechas en su entorno familiar. Sin embargo, mantenía un apartamento en Nueva York, donde guardaba objetos personales de sus víctimas, un indicio más de su retorcida obsesión por el control.

Aunque inicialmente fue condenado por cinco asesinatos, la lista de víctimas de Cottingham se fue ampliando con el paso de los años. En 2020, la hija de una de sus víctimas, Jennifer Weiss, decidió establecer contacto con Cottingham en prisión para obtener más confesiones que ayudaran a esclarecer casos no resueltos. La relación entre Jennifer y el asesino de su madre, Deedeh Goodarzi, fue clave para que Cottingham admitiera ser el autor de al menos 16 homicidios, aunque él mismo ha asegurado que su número de víctimas supera las 100.

Gracias a la perseverancia de detectives como Robert Anzilotti, jefe de detectives en el condado de Bergen, se esclarecieron varios crímenes de adolescentes en Nueva Jersey que habían quedado en el olvido. Cottingham confesó los asesinatos de Nancy Schiava Vogel en 1967, Jackie Harp en 1968, e Irene Blase y Denise Falasca en 1969. En sus declaraciones, relataba los detalles de los secuestros, las torturas y los asesinatos con frialdad, proporcionando a las familias un amargo consuelo tras años de dudas.

Con una condena de 200 años y sin posibilidad de libertad condicional, el llamado “Destripador de Times Square” seguirá encarcelado hasta el final de sus días. Su caso representa una mezcla de impunidad, horror y fascinación oscura que continúa siendo tema de interés, tanto para investigadores como para el público. En palabras de Jennifer Weiss, la hija de una de sus víctimas, “Mantengo una relación con Richard porque quiero los nombres de las víctimas no identificadas. Esas vidas también merecen justicia”.

COMPARTIR:

Comentarios

  • Desarrollado por
  • RadiosNet