28 de octubre de 2024
A 5 años del crimen de Guastini, el financista que delató a los grandes narcos: sus confesiones inéditas y el misterio que sigue hasta hoy
Fue ejecutado por un comando sicario en Quilmes el 28 de octubre de 2019 luego de señalar a sus clientes ante la Justicia argentina, como los poderosos traficantes Erwin Loza y Carlos Atachahua. Un sospechoso espera ir a juicio, pero la Justicia aún no sabe quién ordenó el golpe
Guastini era un informante complejo, difícil de controlar. Negaba cualquier vínculo con la droga -”yo solo toco plata”, era su latiguillo-, mientras la PROCUNAR insistía con implementar una custodia para protegerlo. El contador la rechazaba por el simple motivo de que su cueva financiera en el microcentro, que luego sería allanada por Gendarmería, todavía estaba en funcionamiento. Andar con un policía al lado, desde ya, era malo para el negocio.
Hoy, cinco años después, no hay pistas firmes para encontrar a su asesino, o al ideólogo de su muerte. No se sabe siquiera por qué lo mataron. Hay un detenido, El expediente para esclarecerla muerte hoy está en manos de la fiscal Karina Gallo. Cinco años después no hay avances significativos. Padovani mantiene su silencio. Incluso, entretuvo la idea de ser juzgado por un jurado. El policía Baeta nunca dijo nada tampoco, si es que lo sabe. Los grandes traficantes para los que el contador trabajaba. Había rumores en Quilmes, de que lo habían matado “los mexicanos”. La Justicia, curiosamente, registró varios viajes de Guastini a México, donde tenía más negocios.Para entender a Carlos Atachahua, es clave entender cómo funciona el narcotráfico en Argentina. Una cosa son, por ejemplo, Los Monos y otros capos de Rosario, grandes empresarios del menudeo. Otra, los grandes exportadores. Guastini, precisamente, operaba para los grandes exportadores que envían droga a Europa. En 2020, el juez Pablo Yadarola procesó a Atachahua con prisión preventiva y $10 mil millones por operar La delación de Guastini fue clave para la causa:
Al crecer la confianza, Atachahua, siguió Guastini, “me comienza a plantear la necesidad de encarar algún tipo de negocio lícito que le permitiera a él acá estar tranquilo y tener un trabajo, entonces empezamos a analizar varias alternativas de inversión. Como él era una persona que estaba todo el tiempo viajando entre Perú y Argentina y también en Bolivia, me pide que nos focalicemos en el negocio de las playas de estacionamiento”. Así, conformaron una empresa y compraron una playa de estacionamiento en la calle Rosario, por dos millones de dólares, “plata que traía de Europa, con bolsos en efectivo”. En los negocios con Atachahua, incluso, Guastini introdujo a miembros de su familia como prestanombres.
Luego, conformaron otra empresa, Rosgar S.A, para la segunda cochera, en Rosario al 700: “Cinco millones de dólares en efectivo”, dijo Guastini, acompañado de su abogado, con la paz que lo caracterizaba, con las llaves de su Audi en la mesa. La ruta era siempre la misma: euros que venían de Europa, cambiados aquí por dólares, convertidos en ladrillos. Atachahua, nacido en Perú, ambicionaba con pasar de ser un presunto narco a un empresario. “De hecho cada vez que hubo un blanqueo, bueno, ustedes lo van a poder ver, blanqueó sumas importantísimas de dinero. La idea de él era, con el transcurso del tiempo, llegar a ser un empresario y ser una persona totalmente blanca”, definió Guastini a su cliente.También, habló de las exportaciones:
Como informante, Guastini cantó en otras tres ocasiones ante la PROCUNAR sobre sus negocios con Atachahua. La última ocurrió el 18 de octubre de 2019, diez días antes de ser asesinado.