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9 de octubre de 2024

El arte, un espejo emocional: cómo las historias profundas inspiran la creación

En la galería Selvanegra, la muestra “Hilos tristes” presenta 13 obras que exploran emociones complejas como la paranoia, el miedo y la tristeza. La importancia de “pausar” la hiperproductividad y darse tiempo a uno mismo

>El El “El arte es un muy buen puente con el público, con las personas, a través del que pasan otras cosas, donde se abren otras realidades y posibilidades más poéticas para pensar”, dice a Infobae Josefina Sícoli, directora de la Galería Selvanegra, especializada en arte contemporáneo, fundada junto a su hermana Silvina, en 2017. El espacio promueve el posicionamiento y difusión de la obra de artistas argentinos jóvenes y de mediana carrera y tiene un perfil ligado al “afecto como herramienta política”.

“Es como un viaje”, define Josefina la experiencia de ver muestras y trabajar con artistas. “Hasta me siento muy privilegiada, porque uno permanentemente se está alimentando de visiones y posturas o cosas que nunca antes uno se había planteado”, agrega.

Por su parte, Silvina Sícoli, directora artística de la galería, suma: “Es importante el vínculo entre arte y emociones porque abre a poder, primero desde la parte artística o desde el artista, expresar emociones y visiones y construye una realidad que no necesariamente tiene un vínculo literal con la realidad. Entonces, es un lugar de escape y también de conectar con otros paradigmas, con otras formas de pensar. Es decir, el arte da el poder de pensar apreciando, mirando”.

“Cada una de las propuestas se proyectan desde el espacio interior hacia el público en la calle como una manera de vincularse con el entorno y explorar su relacionamiento”, dicen sobre la galería. Lo mismo sucede con las emociones.

“El arte tiene que ver con la vida cotidiana y con la expresión de las emociones, incluso con cosas que quizás uno no ve en este momento y ya se están anticipando”, retoma Josefina y hace referencia a una de las muestras que exhiben en la galería.

Compuesta por 13 dibujos de tinta negra sobre papel, la muestra pone en primer plano la ironía, la paranoia y el humor. La directora de Selvanegra profundiza: “Es una exposición que lleva a un A la conversación se suma el artista, que cuenta la principal motivación para realizar “Hilos tristes”: “Me parecía que era interesante plasmar en el dibujo algo que, tal vez, en el medio artístico suene cursi, pero que tiene que ver con las emociones de uno. No de manera literal, pero sí con cosas que uno atraviesa. Armar una distorsión de lo que me pasa”.

En la muestra “Hilos tristes”, Emmanuel Franco propone un viaje emocional a través de sus dibujos en blanco y negro, donde se refleja una búsqueda profunda por explorar las emociones más personales. La exhibición debe su nombre tanto a una cuestión técnica como emocional.

Franco es dibujante, curador independiente y crítico de arte. Su formación en la Universidad Nacional de las Artes, donde se especializó en Curaduría, lo llevó a exponer en su primera muestra individual, Música para bonetes, en 2022, bajo la curaduría de Lila Llunez en Sala Peluche, un espacio dirigido por Ad Minoliti. A lo largo de su carrera, Franco formó parte de destacados proyectos colectivos, como Políticas del deseo en 2019, curada por Kekena Corvalan, y Hijos/Semillas, exhibida en 2022 en el marco del Proyecto CARLA de la Universidad de Manchester, que aborda las culturas del antirracismo en Latinoamérica.

“La tristeza es una señal, una antesala a algo más complejo”, comenta Franco, quien busca explorar ese proceso emocional en sus dibujos. Sus “monstruitos”, como él los llama, encarnan una mezcla de picardía, rareza y melancolía, a menudo con una única lágrima, reflejando una gama de emociones que lo motivaron en esta muestra.

Y agrega: “Para mí, la tristeza es una emoción a reivindicar”, recalca el artista, quien encuentra en este sentimiento una fuerza genuina que impulsa su obra. Al respecto, Josefina Sícoli agrega: “. El arte te permite habitar el mundo de otra forma y gestionar las emociones de manera diferente”.

El blanco y negro es clave en la muestra, como una decisión estética y como una forma de sintetizar lo que el artista considera esencial. “Me gusta muchísimo el negro, me apasiona, creo que tiene una cierta contundencia”, señaló al referirse a su obra.

En sus dibujos, este contraste sirve para crear un espacio visual donde la calma invita a la reflexión, mientras que la complejidad de las texturas y detalles llama la atención del espectador, para generar una experiencia pausada y profunda.

Al respecto, el artista sostiene que “el arte colabora mucho en que uno construya un punto de vista diferente sobre las cosas, sino que sean en potencia, llenas de posibilidades. Y me parece que, en estos tiempos, el arte tiene muchísimo peso porque, aunque no pueda curar una enfermedad o terminar con una guerra, sí puede ayudar a una persona a tener un punto de vista diferente sobre esos sucesos o sobre cómo conectarse con su propia experiencia, desde su salud hasta sus emociones”.

“Lo importante es qué te pasa con eso, qué sensaciones te despierta. Y pueden ser sensaciones nobles o viscerales, pero lo importante es que te lleve a sentir algo”, retoma Franco. Y qué mejor que ofrecer otros mundos y emociones posibles a los niños a través del arte.

Para Franco, el arte en las infancias tiene un impacto profundo, más aún cuando se da como un espacio relacionado con el ocio, en lugar de ser una actividad estructurada o programada. “Me parece más significativo cuando el arte se acerca al ocio, a esa experiencia de hacer algo por el simple placer de hacerlo. Así es más productivo, más transformador para ellos”, señala el artista.

Franco tiene experiencia en el tema: trabajó como coordinador de los Programas Públicos educativos del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y actualmente integra el área de educación del Palais de Glace-Palacio Nacional de las Artes. Por eso, considera importante que, en lugar de convertir el arte en una tarea más en el día a día de los niños, que lo experimenten de manera libre, con la misma naturalidad con la que irían al cine o a jugar. Este tipo de interacción promueve una conexión más profunda y significativa con la creatividad.

“El encuentro con imágenes, con una obra de arte, o incluso con un retrato antiguo, nutre muchísimo a las infancias”, dice Franco. Desde los recuerdos más tempranos en la escuela, describe cómo, incluso escuchando a la maestra, hacía garabatos en la hoja.

La sensibilidad de los artistas es algo que se puede conectar mucho con la de las infancias”, sostiene y desarma un cliché sobre el “artistas y emociones”, que se la relacionaba con el arte terapia.

“Creo que hay algo real en esa conexión”, señala y agrega: “Cuando uno se enfrenta a una obra de arte, no solo se topa con talento o creatividad, sino con una sensibilidad que tiene muchas capas: la creatividad, sí, pero también un contexto social, la historia personal del artista, sus intenciones, y cómo todo eso dialoga con las emociones del espectador”.

En las galerías hay más libertad, y eso potencia muchísimo su experiencia”, señala, a la vez que destaca cómo esta flexibilidad permite que los chicos se relacionen con las obras desde un lugar más abierto y exploratorio, lejos de las normas rígidas de no correr o tocar nada.

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