9 de octubre de 2024
Las hazañas del Negro Palma, símbolo de una era de talentosos que enamoró a Fontanarrosa y grabó su nombre a fuego en Rosario Central

Fue uno de los grandes talentos del fútbol argentino que repartió su magia con la camiseta del Canalla. Murió a los 66 años
Quedarán muchas imágenes de sus tiempos de jugador, con esa estampa que mezclaba clase y potrero, siempre con la pelota cortita, obediente, cerca del pie, con esas camisetas que parecían quedarle un talle más grande. Fue el símbolo del gran cuadro de Central que logró la hazaña de ser el único en consagrarse campeón en primera división proviniendo del ascenso.
El inigualable Roberto Fontanarrosa puso su pluma a disposición del Negro, para dejar unas líneas que lo retrataban a la perfección: “Palma fue quien tomó la pelota para patear el penal que le daría a Central su cuarto campeonato, al empatar con Temperley 1 a 1. Había arrancado perdiendo 1 a 0 frente a los Celestes, que se jugaban el descenso, y se venía la noche, porque muy cerca de allí, segundo, acechaba Newell´s, el enemigo de toda la vida. Entonces, nadie mejor que Palma, el jugador insignia, para hacerse cargo del derechazo que posibilitaría una nueva estrella. Bajito, oscuro, con cara de pibe, de un trotecito algo saltarín que tal vez originó, junto con el aspecto de torso algo ancho y piernas flacas, su otro mote de ‘Tordo’”.
A contramano de lo que suele suceder con los muy buenos jugadores, el debut en primera división se le hizo largo en el tiempo, porque llegó a los 21 años. Fue el 21 de octubre de 1979 en la Bombonera frente a Boca Juniors, por una nueva edición de los viejos nacionales. Ingresó a los 75 minutos en reemplazo del puntero derecho Rodolfo Rodríguez, en un cotejo que finalizó igualado en un tanto, y lo hizo debutar un entrenador con quien se identificó de inmediato y también es gloria inmaculada de los Canallas: Ángel Tulio Zof.
Le costó mucho afirmarse como titular, en un plantel de muy buenos valores. Al año siguiente ya iba a dar su primera vuelta olímpica, en el Nacional, al superar a Racing de Córdoba. Como un guiño del más allá, de esos que marcan a los predestinados, su primer gol oficial fue en la final de ida, donde Central casi se aseguró el título, venciendo por 5-1 en una noche de fiesta en Arroyito. En ese equipo descollaban jugadores como Edgardo Bauza, Daniel Carnevali, Víctor Marchetti, Félix Orte y Guillermo Trama.El infierno tan temido llegó en el ‘84, cuando no pudo levantar cabeza y se fue al descenso. El Negro fue parte del plantel, pero por una dura lesión (fractura de peroné), no pudo actuar en los últimos dos meses, en una ausencia clave y decisiva. El torneo de primera B del ‘85 pasó rápido para el mundo Canalla, porque el equipo, de la mano de Pedro Marchetta como DT, dio espectáculo, rompiendo con el mito que no se podía jugar bien en el ascenso. Palma fue una de las claves de un cuadro que logró volver a primera varias fechas antes que terminara el campeonato, quedando como segundo goleador de la plantilla, detrás de otro esmirriado de físico e inmenso de calidad como Raúl de la Cruz Chaparro.
El torneo 1986/87, como quedó resaltado en las palabras de Fontanarrosa, fue glorioso para la institución, que no solo obtuvo el título, por supuesto con Ángel Tulio Zof en el banco, sino que consagró al Negro como el máximo artillero con 20 tantos. A los 29 años, le había llegado el momento de emigrar. Carlos Timoteo Griguol asumió como entrenador de River Plate y fue el primer refuerzo que pidió. Palma se insertó en un plantel que venía de ganar todos los títulos posibles con el Bambino Veira y que no logró sintonizar la onda de la nueva conducción. A más de 35 años, cuando se ve el listado de jugadores, causa asombro comprobar que no pudo quedarse con ningún título: Nery Pumpido, Oscar Ruggeri, Héctor Enrique, Américo Gallego, Antonio Alzamendi y Claudio Caniggia, entre otros.Allí llegó la oferta del Veracruz, donde vivió otra gran etapa, en un equipo que quedó en la historia, el igual que el cuadrangular que la institución organizó junto a Botafogo, Pumas y Real Madrid. Frente a estos últimos, Palma hizo una maniobra superlativa, que también mereció el recuerdo de Fontanarrosa: “La vi por televisión y quedé asombrado. Arrancó en posición de cuatro de su propio equipo, un poco más atrás de donde comenzó Diego contra los ingleses, y se fue gambeteando españoles, dibujando una diagonal larga hacia la izquierda y terminó como 10, eludiendo al arquero para definir con el arco vacío. En una oportunidad le pregunté si conservaba alguna filmación de esa jugada y me dijo que no, pero hizo la salvedad, modesto, que los rivales estaban ahogados por el intenso calor de México”.
A mediados del ‘92, exactamente cinco años después de su partida, Central vivió el regreso del hijo pródigo. Lógicamente, era otro Palma, con menos velocidad, pero mayor sabiduría para recorrer el terreno. El 19 de diciembre del ‘95, se dio el gusto de dar una nueva vuelta olímpica, ya con 37 años, en la final de la Copa Conmebol ante Atlético Mineiro, con ribetes de hazaña, ya que habían perdido la ida por 4 a 0, ganaron en Arroyito por el mismo resultado y se quedaron con el título en los penales, donde el Negro convirtió el primero.