1 de octubre de 2024
Cómo fue el sangriento funeral de Genghis Khan: las excentricidades del entierro y los cientos de asesinados para guardar el secreto
En su deseo de anonimato, el conquistador mongol provocó un evento lleno de violencia y misterio, donde centenares de vidas fueron tomadas para preservar su descanso
Otras historias apuntan a medidas extremas para ocultar la tumba, como el desvío del río Onon para que cubriera por completo la zona del enterramiento, y el uso de caballos para pisotear el terreno y borrar cualquier señal del lugar exacto. También se habla de la construcción de una tumba ornamentada, tal como lo muestran algunos frescos encontrados, aunque esta versión contradice la petición original del Khan de tener un entierro humilde. Los esclavos que habrían construido la tumba habrían sido asesinados al finalizar su trabajo, según la costumbre de la época que aseguraba su lealtad y silencio.
Una de las claves que podría explicar el misterio sobre la tumba de Gengis Kan es la creación de una “Zona Prohibida” o “Gran Tabú” (Ikh Khorig, en mongol) establecida poco después de su muerte. Esta zona, de unos 240 km² alrededor de la montaña sagrada de Burkhan Khaldun, fue delimitada por orden de sus descendientes con el objetivo de preservar el lugar de entierro del Khan y evitar cualquier profanación. Durante siglos, esta área estuvo completamente restringida, y entrar en ella significaba una sentencia de muerte para cualquier persona que no fuera parte de la familia real.Incluso bajo el régimen comunista, que llegó a prohibir la religión y tratar de eliminar la simbología asociada a figuras como Gengis Kan, las autoridades se mostraron reticentes a explorar la Zona Prohibida por miedo a reavivar el sentimiento nacionalista mongol. De hecho, la región fue renombrada como “Área Altamente Restringida” y se rodeó con otros 10.000 km² de espacio militarizado, albergando bases aéreas, instalaciones de almacenamiento de armas y campos de artillería.
Este respeto y temor hacia la Zona Prohibida se mantuvo incluso hasta la caída del comunismo a finales de los años 80. Aunque algunas expediciones extranjeras comenzaron a explorar la zona, la búsqueda de la tumba se complicó por la reticencia del gobierno mongol a permitir excavaciones en un lugar considerado sagrado.