29 de septiembre de 2024
Los medicamentos en Argentina son más caros que en España y Estados Unidos: los precios varían hasta más del 1.000%
Según la comparación de una canasta de 10 remedios en Argentina, España, EEUU, Colombia y Perú, nuestro país es el más caro. La palabra del director del Centro de Profesionales Farmacéuticos: “Hay un abuso de la posición dominante”. En el último año se produjo una caída de más de 9 millones de unidades vendidas, pero la facturación de los laboratorios argentinos subió un 332,9%
En el Gobierno están preocupados por los altos precios de los medicamentos y la dispersión que existe entre los diferentes laboratorios. Lo suele repetir Federico Sturzenegger,Y lo explica: “Los laboratorios argentinos, en general, no producen medicamentos innovadores. Es una falla de la industria: son copias de otros que eran originales y por el tiempo transcurrido han vencido las patentes y los puede producir cualquiera. Por ejemplo, el Ibuprofeno entró en uso en 1969, hace 55 años. Hay 36 marcas de Ibuprofeno en el país, con una diferencia de precio mayor al 300%, de 1.500 pesos a 7.000. Y siempre, la que más se usa es la más cara. El Omeprazol entró al mercado en 1979, hace 44 años. No es una innovación. Y hay 30 marcas. El más caro cuesta 21 mil pesos. El más barato, 3 mil. Hay un 800% de diferencia. Y el médico receta la primera porque es de un laboratorio muy conocido. Hay un abuso de la posición dominante a través de las técnicas de marketing, que unos laboratorios pueden manejar mejor que otros. Nosotros en la farmacia se lo podemos cambiar a la gente, le decimos que hay uno más económico, pero el paciente casi siempre se atiene a lo que le indica el médico. Revertirlo exigiría una presencia muy activa de la autoridad sanitaria”.
El directivo farmacéutico señala que el motivo de dicho comportamiento es que “quienes tienen menos información sanitaria, en el caso de los productos de venta libre, compran la marca que ven en la publicidad. Y lo mismo el médico, receta al laboratorio que más lo visita. Evidentemente hay métodos de inducción, porque no hay medicamentos de distintas calidades en Argentina. Podrán decir que aunque tengan el mismo principio activo, tienen distintas características de biodisponibilidad, más aceptación en el organismo. Pero no todos los laboratorios tienen hechos esos análisis, por eso viven pidiendo prórrogas al ANMAT para no hacer esos estudios clínicos en pacientes, porque son caros. Entonces el médico no se apoya en una mejor calidad, sino en una mejor difusión de la marca, las que tienen mayor publicidad y propaganda. Es la realidad”.La periodista y escritora Soledad Ferrari investigó el mundo de la salud y publicó un libro revelador, llamado previsiblemente “El negocio de la salud”. Allí posó su mirada crítica. Y el precio de los medicamentos no fue ajeno: “Los sobreprecios que tienen los medicamentos en Argentina, donde son más caros que en los Estados Unidos, son una locura. Los laboratorios aducen que es por la cantidad de años de investigación que llevan a producirlos, pero acá no hay nadie que controle. No les importa. Además, hay una relación tóxica implícita entre médicos y laboratorios. Esto sucede en todo el mundo, pero Argentina es un país cada vez más pobre, donde los médicos ganan cada vez peor. Imaginate entonces…”
Según ella, además, aquí “sobre medican a sus pacientes y con los medicamentos más caros, ¿por qué? Cada vez que voy al médico le digo ‘dame el genérico o el más barato’. No tiene sentido comprar una marca que cuesta el cuádruple. Termina siendo contraproducente para tu salud mental: te estresas porque no podés comprar ese medicamento. Y después vas a necesitar otro remedio por el estrés, porque no podés dormir, tenés úlceras, gastritis. Es la rueda perfecta, es maquiavélico, pero así funciona la industria farmacéutica”.Por supuesto, los precios extremadamente caros de los medicamentos en la Argentina no comenzaron hace apenas 9 meses con el nuevo gobierno. Un informe de la CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica) firmado por Gerardo Esteban Gómez Santiago y Guillermo Oglietti reveló la situación que se vivió en América Latina con el costo de los remedios durante la pandemia. Ellos presentaron un análisis comparativo en una región donde el gasto en salud representaba —en esa fotografía de 2020 y 2021—, el 6,6% del PBI, y el gasto per cápita ascendía a 1.026 dólares. Allí se mencionaba que casi el 8% de los hogares gastaban más del 10% de su ingreso en gastos sanitarios, lo que ocasionaba que el 1,7% de la población cayera debajo de la línea de pobreza.
Desde la perspectiva de Argentina, el informe revelaba algunas conclusiones preocupantes sobre el acceso a medicamentos y su impacto económico en la población:En segundo lugar, calculaban las horas de trabajo que se necesitaban en nuestro país para adquirir medicamentos. Y el resultado era que los argentinos necesitábamos trabajar 4 horas más que el promedio regional para cubrir la canasta básica de remedios.
Además, mencionaba que la baja capacidad adquisitiva de medicamentos en Argentina se debía tanto a los precios elevados como a los salarios bajos. La mitad del problema (51%) la atribuían a los altos precios de los medicamentos, mientras que la otra mitad (49%) se relacionaba con salarios insuficientes.Los argentinos —concluían— se encuentran en una posición desventajosa en términos de acceso a medicamentos asequibles en comparación con otros países de la región.
De acuerdo a Sajem, esto se explicaría porque “otros países de la región no tienen la industria farmacéutica que tiene Argentina. Por ejemplo, Uruguay importa todos sus medicamentos. Chile tiene una industria mucho más limitada. Lo que encontramos aquí es que existe una gran diferencia de precios entre distintas marcas del mismo medicamento”.El director de CEPROFAR también analizó la evolución de los precios durante los tres últimos gobiernos: “Los medicamentos siempre estuvieron un poco por encima de la inflación. Pero cuando se pasaban demasiado, se conversaba con los laboratorios como una forma de regulación. Por ejemplo, en 2016, durante el gobierno de Mauricio Macri, estuvieron un 5% por encima de la inflación. En 2017 y 2018, empataron. Pero en 2019, el último año de Macri, la duplicaron. Cuando un gobierno se está yendo, se relajan los controles. Con Alberto Fernández, en su primer año estuvieron un 10% sobre la inflación. En 2021 y 2022 lo corrigió y empató. Pero en 2023, sobre todo después de octubre, se fueron a un 100% sobre la inflación. Este año viene parejo, pero no bajaron el 67% de arrastre de los últimos meses del año pasado”.Sobre la posible “inducción” de los laboratorios sobre las farmacias a vender ciertos productos en detrimento de otros, Sajem defiende a su sector: “El farmacéutico, con los laboratorios menos conocidos, puede negociar las condiciones: dan más facilidad de pagos, de financiación. Con los de marcas no hay posibilidad, la farmacia tiene un margen de ganancia mucho más chico. No es que le conviene el de marca porque es más caro. Y también está la sensibilidad social que tenga. A la gente no se la puede hacer pagar un ibuprofeno a 7.500 pesos cuando por 1.500 puede obtener el mismo producto”.
Según cuenta, la regulación de los precios de los medicamentos existe en todos los países del mundo. Y cita a los Estados Unidos: “Muchos países van incluso contra su industria farmacéutica cuando se excede. El propio Joe Biden, en su dimisión a la candidatura, enumeró los diez logros de su gestión, y en segundo lugar puso que mejoró la accesibilidad en cuanto al precio de los medicamentos. Y es el país más liberal del mundo, pero California importa medicamentos desde Canadá. Y a los laboratorios que aumentan sobre la inflación les aplican multas”.Para él, existen formas de controlar que el precio de los medicamentos sean razonables. En primer lugar, la importación, como anunció la provincia de Mendoza. “Ellos lo pueden hacer sólo para su territorio, si hicieran tránsito de medicamentos ya implicaría la intervención de la ANMAT, que tratándose de un laboratorio de la India, debería ir a inspeccionarlo porque no entra dentro de los sistemas de regulación sanitaria de los controles europeos o norteamericanos. Pero a Mendoza sí los pueden enviar. Todo esto a pesar que estas marcas, que nosotros llamamos genéricos, son producidas para Sanofi, Pfizer o Novartis en la India o en China. Son medicamentos que ya tienen la patente vencida. Y el laboratorio hará un control antes de ofrecerlos al público”.
En segundo término coloca a las compras centralizadas con un pacto entre países: “Hoy existe un acuerdo entre Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, que suman una población aproximada a la de Argentina, para monitorear y comprar juntos para frenar el precio de los medicamentos, sobre todo en el caso de los de alto costo”.
Sajem también habla de las importaciones paralelas, que tienen lugar cuando “un país tiene un laboratorio productor que es el dueño de la marca o tiene una posición predominante. Es lo que sucedió en Estados Unidos con la insulina, que en Canadá es muchísimo más barata, o con los medicamentos para enfermedades respiratorias”.
Hoy, indica, “en Argentina no se toma ninguna de ellas. Ni siquiera la más básica, que es conversar con los laboratorios para acordar que los precios no aumenten por encima de la inflación, y que si están un 3% arriba, al mes siguiente estén el 3% abajo”.