23 de septiembre de 2024
¿Por qué nos sigue hablando Freud? Una colección de sus libros, gratis
El padre del psicoanálisis murió hace 85 años. ¿Sus teorías todavía nos ayudan a entendernos? Algunas ideas y el acceso a 26 títulos para descargar y leer en cualquier teléfono, tablet o computadora
El psicoanálisis, a pesar de haber sido desarrollado en un mundo radicalmente diferente, sigue ofreciendo respuestas a los dilemas que enfrentamos en el siglo XXI. En un contexto marcado por la globalización, la digitalización y las nuevas configuraciones sociales, muchos de los conflictos internos que señalaba Freud —la lucha entre el deseo y la represión, la búsqueda de la identidad y la confrontación con los traumas del pasado— continúan presentes en las consultas de los profesionales y en las conversaciones culturales.
Otro punto que refuerza la actualidad del psicoanálisis es su capacidad para adaptarse a nuevas realidades. Aunque Freud construyó su teoría en torno a patologías que en su tiempo no tenían el mismo reconocimiento que en el presente —como la neurosis obsesiva o la histeria—, su insistencia en la sexualidad como núcleo de los conflictos internos se ha reconfigurado para analizar las nuevas subjetividades. Hoy en día, el psicoanálisis ofrece un marco para explorar cómo las identidades de género, las orientaciones sexuales y los vínculos afectivos evolucionan en un mundo donde las normas tradicionales han perdido rigidez. Aún así, persiste la pregunta: ¿sigue siendo válida la lectura freudiana de la sexualidad reprimida como causa principal del malestar? La respuesta a menudo varía según el contexto, pero lo cierto es que la capacidad de Freud para abrir un espacio de diálogo en torno a estos temas sigue siendo relevante.
Para entender por qué el psicoanálisis sigue vigente, es esencial remontarse a sus orígenes en la figura de Sigmund Freud, quien a finales del siglo XIX revolucionó la comprensión de la mente humana. Fascinado por los estudios del neurólogo francés Jean-Martin Charcot sobre la histeria, Freud comenzó a experimentar con la hipnosis como método para tratar las perturbaciones anímicas. Fue en ese contexto que descubrió que los síntomas que los pacientes no podían expresar con palabras se manifestaban en el cuerpo. Esta conexión entre lo físico y lo psíquico sentó las bases de lo que se convertiría en su mayor invención: el psicoanálisis.El primer paso en la creación de esta disciplina fue la observación de la disociación psíquica, que llevó a Freud por los caminos de la sexualidad y la infancia. Para él, el origen de muchas patologías residía en un trauma reprimido, generalmente relacionado con la sexualidad infantil, que más tarde en la vida encontraba otras formas de expresión. Así, el inconsciente se volvió un campo de batalla donde se libraba la lucha entre los deseos prohibidos y las normas sociales, una dinámica que Freud tradujo en conceptos como el Ello, el Yo y el Superyó.Algunos críticos, como el influyente crítico literario Harold Bloom, ya en 1994 cuestionaban la vigencia del psicoanálisis como terapia y sugirieron que estaba en declive. Bloom llegó incluso a afirmar que el psicoanálisis “agoniza, y quizás ya esté muerto” como método clínico. Sin embargo, también apuntaba a que Freud como escritor y creador de un imaginario psíquico poderoso seguiría vivo, trascendiendo las limitaciones de la terapia freudiana.Este tipo de críticas ha generado una amplia discusión en los círculos académicos y profesionales sobre si el modelo freudiano es capaz de dar respuestas a los conflictos subjetivos del mundo contemporáneo. En un escenario donde las neurosis que Freud describió han dado paso a otras formas de malestar, como la ansiedad, el estrés crónico o las depresiones modernas, muchos se preguntan si los conceptos freudianos como la represión o el complejo de Edipo siguen siendo aplicables.Aun así, el psicoanálisis sigue siendo una influencia decisiva en la forma en que entendemos la subjetividad y los vínculos sociales. Tal como subraya la psicoanalista Marcela Borinsky, Freud no solo dejó un conjunto de técnicas para tratar patologías, sino que ofreció un nuevo lenguaje para abordar las complejidades de la vida emocional. La teoría freudiana sobre los deseos reprimidos, la sexualidad infantil y la transferencia sigue influyendo en la literatura, el cine y las artes, disciplinas que a menudo se nutren de sus metáforas y de su capacidad para ilustrar las tensiones internas del ser humano.Bloom defendió que Freud, en su rol de escritor y creador de un vasto y potente imaginario psíquico, sobreviviría a la muerte del propio psicoanálisis. Para Bloom, Freud era más que un científico; era un narrador que había creado una estructura narrativa para describir el inconsciente y las profundidades de la mente humana. “Freud como escritor sobrevivirá”, afirmó contundentemente el crítico, destacando la capacidad del médico vienés para generar metáforas e imágenes que seguirían influyendo en la literatura, la filosofía y la cultura.Bloom veía a Freud no solo como un teórico que diagnosticaba las patologías del alma humana, sino como un artista que construía relatos fascinantes sobre el funcionamiento de la psique. Para él, Freud creó un “clima de opinión” que influía en la forma en que las personas vivían y entendían sus propias vidas. Este aspecto literario, poético incluso, es el que asegura la permanencia de Freud en la biblioteca del siglo XX, y según Bloom, en la del XXI. Tal es la importancia de su obra como narrador que Freud fue galardonado con el Premio Goethe de Literatura en 1930, un reconocimiento que marcó su influencia no solo en la psicología, sino también en las letras.