23 de septiembre de 2024
Bruce Springsteen cumple 75: la depresión, el temor al padre y la búsqueda constante de nuevos caminos
Desde los 7 años, cuando vio a Elvis Presley en la TV, soñaba con llegar a los escenarios. Sus mejores discos y todo lo que genera cuando toca en vivo. Además, el Jefe tendrá una película. Su papel lo interpretará Jeremy Allen White, el actor de la premiada serie El Oso
Ha escrito sus memorias, ha hecho un musical retrospectivo en Broadway y ahora la película. También se editó un nuevo grandes éxitos y aparecieron, en los últimos años, varias cajas recopilatorias de actuaciones en vivo y de outakes de las sesiones de sus grandes discos. En unas semanas más se estrenará en plataformas de streaming un documental sobre la vida en la ruta del Jefe y la E Street Band.
Y, por supuesto, sigue siendo, uno de los mejores artistas para ver en vivo.
A los siete años, frente a la televisión, rodeado por sus padres y su hermana, supo qué quería ser cuando fuera grande: del aparato salía un joven revestido en cuero que cantaba y se contoneaba como nadie antes, provocando el escándalo en sus mayores y una fascinación inefable en él. Elvis Presley en el show de Ed Sullivan iniciaba una nueva era y Bruce Springsteen supo, atravesado por una revelación catódica, que allí estaba su camino. Cegado por la luz del Rey. Cientos, miles, tal vez millones, de niños, esa noche, fueron atravesados por Elvis, por su novedad y osadía. Pero muy pocos fueron capaces de seguir sus pasos. Bruce fue uno de ellos.
(Muchos años después, ya consagrado, Springsteen quiso devolver el favor a Elvis. En 1977, Bruce le dijo a su manager que ya era hora de que Elvis tuviera un nuevo hit, que no podía seguir cantando sólo sus viejos caballitos de batalla. Y en unas horas compuso, a medida, Fire. Elvis murió al poco tiempo sin llegar a grabar la canción. Tiempo después, las Pointer Sisters con su versión del sensual tema consiguieron un Top 10).“Cuando mi padre se fijaba en mí, no veía lo que quería ver”, escribió Bruce. Un episodio revela que algo cambió cuando el padre transitaba sus últimos años. Debió rendirse ante las evidencias. Luego de ganar el Oscar por Streets of Philadelfia, Bruce se cruzó todo el país para llevarle la estatuilla a sus progenitores. Cuando ingresó al hogar paterno, dejó el premio sobre una mesa. Mientras su madre lo abrazaba, el padre, sentado frente al televisor, sin sacar la vista de él, con una extraña combinación de derrota y orgullo, farfulló: “Nunca más le diré a nadie lo que tiene que hacer”.
La madre de Bruce fue uno de sus puntales. Adele Springsteen murió a fines de enero de 2024. La mujer tenía 98 años y hacía 10 que padecía de Alzheimer.En ese devenir se va construyendo el artista mientras se pregunta cómo logrará dar el salto, conseguir su primer contrato, llamar la atención del público y de los ejecutivos de las discográficas. Cree -sabe- que su camino es el de la música pero por momentos queda sepultado bajo la inseguridad y la desesperación de quien no ve las cosas fáciles, del que sabe que el que está intentando puede ser el último tiro, sin red de contención, el solitario que no puede dimensionar su arte, que no sabe cómo será recibida su obra. A su alrededor son muchos los que intentan y la mayoría fracasa. Él tiene fe en que será la excepción. Al menos lo va a intentar y va a dejar todo en el camino. Entre otras cosas tiene más determinación que el resto.
Hasta que una reunión con John Hammond -descubridor de Dylan, Aretha Franklin y Billie Holiday- es la puerta por la que ingresa su futuro. De ahí en adelante, el talento, la capacidad de trabajo y las buenas canciones harán el resto.El debut discográfico fue con Greetings from Asbury Park N.J.. A los pocos meses apareció el segundo álbum, The Wild, The Inocent and The E Street Shuffle. Dos discos promisorios pero que no explotaron comercialmente. Tenía una base pequeña de fans y el respeto de varios colegas. La gran diferencia se daba cuando alguien lo veía tocar en vivo. Él y su banda, la E Street Band, eran una máquina infernal, aplastante, llena de vigor y precisión, sin la afectación ni la grandilocuencia que estaba congelando a buena parte del rock de principios de los setenta. Uno de los que quedó deslumbrado con su potencia, sinceridad y frescura fue un periodista que trabajaba para las revistas Crawdaddy y Rolling Stone; en una publicación independiente de Boston, Jon Landau escribió: “He visto el futuro del rock & roll y se llama Bruce Springsteen”. Bruce llamó a Landau a trabajar a su lado. Se convirtió en el productor del siguiente disco y en su manager.La consagración artística y comercial llegó con Born to run. Un disco perfecto en el que cada canción es un clásico y cada interpretación conmueve. El trabajo fue obsesivo, maníaco. Springsteen buscaba una voz (su voz adulta), una historia, un sonido. Escribir la canción que da título al álbum le llevó seis meses. Esquivó las frases hechas, batalló contra los lugares comunes hasta que encontró el modo de contar lo que quería. La consagración fue inmediata.En la misma semana de 1975 Newsweek y Time lo pusieron en tapa, en una época en la que los fenómenos del rock y del pop todavía no ocupaban lugares centrales en la prensa considerada seria. Las excepciones eran escasas y Bruce fue una de ellas. Se había cumplido el vaticinio de Jon Landau.“The screen door slams, Mary’s dress waves/ Like a vision she dances across the porch as the radio plays/ Roy Orbison sing for the lonely…” (La puerta se cierra de golpe/ el vestido de Mary flamea/ Como una visión ella baila en la galería mientras la radio suena/ Roy Orbison canta para los solitarios).
Dos o tres líneas después llegan los versos, que aúnan la derrota y la esperanza, que emocionan siempre, invariable e inexplicablemente. Esos que a partir de fines de los 70, Springsteen, en sus actuaciones en vivo, dejó de cantar para que lo haga el público:Es un buen ejemplo de la lírica, de las letras de Springsteen. Son trabajadas, sinceras, contundentes, ambiciosas, pero pocas veces cae en lo pretencioso, rozan la grandilocuencia. La dureza de la vida, de la postergación suele estar atravesada por una mirada tierna. Las canciones de El Jefe juegan en la frontera de lo presuntuoso, miran ese abismo, el peligroso coqueteo con la solemnidad, pero logran sortearlo. El límite entre la épica y el ridículo es breve. Sus temas son tradicionales; utiliza elementos arquetípicos. Tal vez allí resida su arte: en el modo único de combinarlos. Nueva Jersey, las chicas, los autos, las autopistas, los desclasados, las fábricas, la derrota, las ilusiones ajadas, el sexo y, por supuesto, la redención.
Aquí entra a jugar el complemento perfecto de El Jefe, la E Street Band, una topadora de rock y soul con una base rítmica invencible y algunos talentos que se destacan en lo musical y escénico como Steve Van Zandt, el fallecido Clarence Clemons y Nils Lofgren. Sus conciertos, aún con los 75 años encima, son veladas de tres horas de las que todos salen satisfechos y agotados.
Sus grabaciones alternan lo enorme con la pequeñez. La oscilación se repitió: luego de un gran suceso bajaba los decibeles con un disco acústico, en solitario, sin la E Street Band. Sus movimientos no siempre fueron previsibles pero nunca traicionó su instinto ni sus inquietudes. No subestimó a su público. Y puede editar en la cumbre de su éxito álbumes áridos, nobles y profundos como Nebraska o The Ghost of Tom Joad.Se convirtió en una estrella global. Born in the USA significó la explosión. Se extrajeron siete singles y vendió casi 20 millones de copias.
El éxito desbordado de los 80 fue, casi, un malentendido. El tema que nombra al disco fue malinterpretado no sólo en el extranjero sino en países no angloparlantes. Ronald Reagan pretendió utilizarlo en su campaña de reelección. Es como si ninguno de sus asesores se hubiera sentado a escuchar la letra; una canción de protesta, amarga, antibélica, inspirada por la lectura de la autobiografía de Ron Kovic que luego daría lugar a la película Nacido el 4 de julio de Oliver Stone.
Es oportuno recordar lo que escribió Nick Hornby sobre Springsteen y esta cuestión: “A veces es difícil recordar que si lo que haces le gusta a un montón de gente eso no significa necesariamente que lo que haces no tenga ningún valor. Es más, en ocasiones puede incluso indicar lo contrario”.
En sus memorias tituladas también Born To Run, Springsteen habla por primera vez, con precisión y en detalle, de sus estados depresivos. En un libro que esquiva los chismes, las confesiones escandalosas, los desbordes y la tentación de lanzar nombres famosos al aire, esa es la única gran revelación, ya que pocos pueden imaginar a ese aluvión que es el Springsteen público hundido en su cama, llorando por cualquier motivo o recurriendo al psiquiatra para que lo saque del pozo anímico.
“La depresión no es un terreno donde los inseguros deban buscar absolutos, y no hay victorias permanentes. Se trata del caos de nuestras personalidades, y siempre es un paso adelante, dos para atrás”, escribió.Su último disco es Only The Strong Survive, 15 covers de R&B y Soul, la música que lo formó. Antes había triunfado en Broadway con un unipersonal, sacado un disco nuevo y, por supuesto, siguió tocando por todo el mundo. En 2023 volvió a girar con la E Street Band. Debió suspender y reprogramar varios shows por problemas en su garganta. Pero a principios de 2024 logró regresar.
Bruce Springsteen ostenta un carisma invencible, pero tiene mucho más que carisma y obstinación. Mucho más. Cada canción suya es una gran historia. Llena de imágenes, alguna metáfora acertada, empatía y una triste ternura. La derrota y la desolación conviven con la esperanza; pero nunca milita un optimismo bobo. Y tienen, al mismo tiempo, energía. Una enorme energía, aún en la balada más quieta.