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4 de septiembre de 2024

Un estudio demostró que los monos usan para comunicarse entre ellos un comportamiento que se creía exclusivo de los humanos

Este conducta, descrita por un equipo de científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, marca un hito en el estudio de la comunicación animal

>En el reino animal, la capacidad de reconocer y responder a un nombre propio es una habilidad que, hasta hace poco, se creía reservada para los seres humanos y unas pocas especies muy inteligentes, como los delfines y los elefantes. Sin embargo, un reciente descubrimiento ha revelado que los Este comportamiento, descrito por un equipo de científicos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, marca un hito en el estudio de la comunicación animal. Según los investigadores, los titíes utilizan llamadas conocidas como “phee-calls” para entablar un diálogo con otros miembros de su grupo, emitiendo sonidos que sirven como etiquetas vocales para dirigirse a individuos específicos.

Este hallazgo, publicado en la revista Science, representa la primera vez que se documenta un comportamiento de este tipo en primates no humanos, sugiriendo que la capacidad de usar nombres podría estar más extendida de lo que se pensaba.

Lo que hace que este descubrimiento sea particularmente significativo es su potencial para cambiar nuestra comprensión de la evolución del lenguaje. Hasta ahora, se consideraba que el uso de nombres era una característica única del lenguaje humano, surgida de manera abrupta en nuestra especie. Sin embargo, estos hallazgos sugieren que las raíces de esta habilidad podrían estar presentes en otros primates, ofreciendo nuevas perspectivas sobre cómo pudo haber evolucionado el lenguaje en nuestros ancestros más lejanos.

Para llegar a estas conclusiones, el equipo de investigadores liderado por David Omer, profesor asistente en el Centro Safra para Ciencias del Cerebro de la Universidad Hebrea, diseñó un experimento sencillo pero revelador. El Lo que descubrieron fue sorprendente: los titíes comenzaron a emitir los “phee-calls” casi de inmediato, estableciendo un diálogo con el otro individuo. Al analizar estas interacciones, los científicos notaron que las llamadas no eran al azar, sino que cada una estaba dirigida específicamente a un individuo. Más aún, los titíes parecían reconocer cuándo se les estaba llamando y respondían con mayor precisión a esas llamadas dirigidas.

Los resultados de este estudio tienen implicaciones que van más allá del simple hecho de que los titíes se llaman por su nombre. Para los investigadores, estos hallazgos sugieren que la capacidad de aprender y usar nombres no es exclusivamente humana, sino que podría haber estado presente en un ancestro común entre humanos y otros primates. Como señala Omer, “hasta ahora, se pensaba que la vocalización de los primates no humanos era un tipo de comunicación determinado genéticamente y no flexible”. Sin embargo, este estudio demuestra que los titíes son capaces de una producción extremadamente flexible de vocabulario, lo que implica que pueden aprender y adaptar sus llamadas en función de su entorno social.

Además, este estudio se suma a un creciente cuerpo de investigación que explora cómo otros animales también utilizan nombres o llamadas individualizadas para comunicarse. Por ejemplo, un estudio reciente encontró que los elefantes africanos pueden dirigirse unos a otros usando llamadas individualizadas, similares a los nombres humanos. Sin embargo, algunos expertos, como Mickey Pardo, un etólogo de la Universidad de Cornell, se muestran cautelosos. Aunque elogió el estudio de los titíes como un “trabajo experimental muy completo”, Pardo expresó sus reservas sobre la idea de que diferentes titíes usen el mismo nombre para el mismo receptor, señalando que investigaciones adicionales son necesarias para confirmar estos hallazgos.

El descubrimiento de que los titíes comunes pueden llamarse por sus nombres abre un nuevo capítulo en la comprensión de la comunicación animal y la evolución del lenguaje. Si bien este comportamiento solo se ha observado en un puñado de especies hasta ahora, cada nuevo hallazgo acerca a los científicos un paso más hacia la comprensión de cómo pudo haber surgido el lenguaje humano y qué otros animales podrían compartir habilidades comunicativas similares.

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