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28 de agosto de 2024

Cómo los tumores evaden al sistema inmunológico y crecen sin ser detectados, según un estudio

Una reciente investigación realizada en modelos animales reveló que las patologías oncológicas poseen la capacidad de reprogramar su propia genética. De qué forma este avance puede revolucionar las terapias contra el cáncer

>Un estudio innovador, realizado en modelos animales, reveló un mecanismo clave de los tumores que les permite crecer sin ser detectados por el sistema inmunológico, ya que pueden “editar” sus propios genes para escapar de la detección. Esta capacidad para reprogramar su genética les permitió evadir las defensas naturales del cuerpo, lo que representa un desafío significativo para las terapias actuales contra el cáncer, según un reciente estudio.

Ante esta realidad, los científicos hay centrado su mirada en esta patología oncológica. Para ello, mediante un modelo en ratones, aplicaron una técnica avanzada conocida como secuenciación de ARN de una sola célula a nivel genómico. Esta metodología permitió analizar en detalle cómo se comportaban los genes en cada célula individual de un tumor.

Los científicos, pertenecientes al Beth Israel Deaconess Medical Center (BIDMC) y del Boston Children’s Hospital, observaron que los tumores usaban un proceso llamado modificación epigenética, específicamente la metilación del ADN, para “apagar” ciertos genes cruciales en la respuesta inmune innata del cuerpo, la cual es la primera línea de defensa contra infecciones y enfermedades.

Una manera de comprender este proceso es imaginar que el ADN funciona como una suerte de libro de instrucciones para la célula, y la metilación del ADN es como poner cinta adhesiva sobre algunas páginas, impidiendo que las instrucciones sean leídas y, por lo tanto, que la célula actúe según ellas. Cuando esto ocurría, según advirtieron los científicos en el trabajo publicado en Los investigadores también exploraron las formas de contrarrestar esta estrategia genética de los tumores y descubrieron que un fármaco aprobado por la FDA y comúnmente utilizado en quimioterapia, denominado decitabina, podía frenar el crecimiento de células cancerosas, además de revertir estas ediciones genéticas.

Los investigadores notaron que, administrado en dosis bajas, este fármaco actuaba como si removiera la “cinta adhesiva” del ADN, permitiendo que los genes silenciados se reactivaran y que el sistema inmunológico reconociera y atacara al tumor. Esto resultó en una reducción del crecimiento tumoral.

Este hallazgo sugiere que, gracias a esta droga, se podría mejorar la eficacia de las inmunoterapias actuales, como las células CAR-T y los inhibidores de puntos de control, que a menudo fallan debido a la capacidad de los tumores para ocultarse del sistema inmunológico. Además, al revertir el silenciamiento de genes, se incrementaba la presencia y funcionalidad de células inmunes que infiltraban el tumor, mientras se reducía la cantidad de células que suprimían la respuesta inmune.

Un aspecto notable fue la observación de que, en los tumores en etapas tempranas, las células T CD8+ (un tipo de célula inmune clave en la lucha contra el cáncer) eran reemplazadas por células agotadas o precursoras de agotamiento en etapas más avanzadas del tumor. Esta situación indicaba que, aunque inicialmente el cuerpo intentaba combatir el tumor, eventualmente estos se adaptaban y lograban desactivar estas células críticas.

En ese sentido, los investigadores destacaron la necesidad de seguir explorando cómo esta estrategia de silenciamiento genético podría estar presente en otros tipos de tumores sólidos, como los de pulmón y ovario. Además, plantearon investigar cómo este mecanismo de edición genética afectaba a los pacientes con predisposiciones genéticas al cáncer, especialmente en las primeras etapas de la enfermedad y durante la metástasis, cuando la patología se disemina a otras partes del cuerpo.

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