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19 de agosto de 2024

El fascinante origen del daguerrotipo: cómo había que vestirse y cuánto tiempo debía quedarse quieta una persona

Hace 185 años se hacía la presentación oficial de un invento que se consideró tan importante, que el primer interesado en tenerlo fue el propio Estado francés.Fue toda una revolución en la construcción de la imagen, monopolizada hasta el momento por la pintura

>La expectativa fue tal que los que llegaron dos horas antes del comienzo de la ceremonia ya no pudieron ingresar al recinto donde la Academia de Ciencias y la de Bellas Artes de Francia presentaba en sociedad el lunes 19 de agosto de 1839 un invento muy novedoso: el daguerrotipo.

Lo cierto es que se estaba ante un acontecimiento importante, el nacimiento de la fotografía y sus responsables tenían nombre y apellido.

El francés Joseph Nicéphore Niepce, nacido el 7 de marzo de 1765, junto a su hermano Claude tenían en su haber diversos inventos, como un motor para barcos. Por 1813 comenzaron los experimentos de reproducir dibujos por medio de la luz. En una carta de 1816 aseguró haberlo logrado con una caja cuadrada de unas seis pulgadas, con un ojo artificial con una lente que podía moverse hacia adentro o hacia afuera.

Colocó el aparato frente a una pajarera en la galería de su casa y comprobó cómo la imagen se reproducía. “El fondo del cuadro es negro y los objetos son blancos, es decir, más claros que en fondo”. Su siguiente preocupación fue hallar una sustancia que fijase esa imagen, transmitida por la luz, sobre una superficie.

A medida que iba experimentando, se enteró que otro francés, de apellido Daguerre, estaba en el mismo camino y había logrado resultados sorprendentes.

Louis Jacques-Mandé Daguerre, nacido el 18 de noviembre de 1787, había empezado como aprendiz de arquitecto y pintor, y su facilidad para el dibujo lo hizo incursionar en diseño escenográfico. Es el creador del diorama, que con imágenes con formas y perspectiva y coloridas, además de efectos de luces, creaba la sensación de relieve. Hasta tenía su propia sala donde las butacas de los espectadores giraban de acuerdo al novedoso decorado. En los diarios era referenciado como “nuestro célebre pintor de dioramas”.

Todo cambió el 5 de julio de 1833 cuando Niepce, luego de sufrir una apoplejía mientras trabajaba, murió.

En 1837 Daguerre modificó lo suficiente el sistema de Niepce para poder decir que el invento era suyo, y se lo mostró a François Arago, director del Observatorio de París. Este quedó maravillado, dio una conferencia en la Academia de Ciencias en enero de 1839 y recomendó al gobierno francés que comprase este novedoso invento.

En 1838 Daguerre obtuvo la primera fotografía de una persona. Hizo una panorámica del Boulevard del Temple, de París y en un extremo se ven las siluetas de un hombre al que un niño le está lustrando los zapatos. Al parecer estas dos personas eran actores contratados, ya que para ser registrados debían permanecer inmóviles varios minutos.

Le tocó al jefe del Observatorio de París presentar oficialmente el invento en esa sesión de la Academia de Ciencias del 19 de agosto de 1839, en la que Daguerre, pretextando dolor de garganta, no estuvo presente.

Las primeras cámaras las vendió junto a su cuñado Alphonse Giroux por 400 francos, que la gente les sacaba de las manos.

El daguerrotipo generaba una imagen positiva única, esto es, no tenía negativo. Se registraba sobre una placa de cobre cubierta por una delgada y muy pulida pátina de plata, que se hacía sensible a la luz con vapores de yodo. Luego se revelaba con vapores de mercurio.

Había, además, recomendaciones a la hora de tomar una imagen. A los hombres se les indicaba que fueran vestidos con ropas oscuras y a las mujeres se les recordaba que no usasen prendas blancas o claras, sino que fueran azules o verdes, y no estaba de más pintarse las mejillas de rojo carmesí.

Los daguerrotipos debían tener determinados cuidados, ya que eran extremadamente delicados. Eran enmarcados y protegidos en estuches de madera cubiertos de seda y terciopelo. Pasarles un paño por encima equivaldría a arriesgarse a borrar la imagen. No podían quitarlos de la caja ya que el aire oxidaba las placas.

“Ayer hemos visto una maravilla; la ejecución del daguerrotipo es una cosa admirable; imagínate una cámara oscura en la que se coloca la plancha, ya preparada con los ingredientes que ya sabes; la plancha es como de plata, muy brillante; colocada se pone en la dirección que quieres, y a los seis minutos la sacan de allí. Varela y yo no nos movimos del lado de la máquina; él hará una relación. Si hay tiempo te la mandaré”, le escribió Mariquita Sánchez de Thompson a su hijo Luis el 25 de febrero de 1840, lo que configura una de las primeras noticias del daguerrotipo en el Río de la Plata. La novedad la llevó la fragata escuela L’Oriental, que daba la vuelta al mundo y uno de los profesores, Comte, se dedicó a hacer diversas tomas de la ciudad.

El que se entusiasmó con la novedad fue Florencio Varela, quien vivía en aquella ciudad, emigrado a causa del rosismo. Le compró un equipo al marino y artista Durand-Brager y le sacó provecho. En 1845 encargó un nuevo aparato a Francia pero no llegó a verlo, ya que murió asesinado en 1848.

Gobernaba Rosas, quien dijo que el invento “era cosa de gringos”. Y además para gente pudiente: tomarse un daguerrotipo costaba entre 100 y 200 pesos, diez veces más que el sueldo de un empleado en una tienda.

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