Miércoles 5 de Febrero de 2025

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4 de agosto de 2024

Sin FMI ni reservas, Caputo se juega a convencer al mercado de que la Argentina no volverá a incurrir en default

El poder de fuego del Central es muy acotado y se usa para intervenir en los dólares financieros. La baja del riesgo país parece depender de una salida del cepo cambiario, que el Gobierno podría ensayar hacia fin de año. La apuesta también es atraer dólares vía blanqueo

>En su último blog, Domingo Cavallo resume en solo un párrafo el gran desafío que enfrenta el Gobierno para los próximos meses. “Las últimas decisiones del equipo económico y del propio presidente Milei no demuestran urgencia en eliminar los controles de cambio y no parecen preocupados por aumentar las reservas. Son las condiciones necesarias para eliminar los riesgos de incumplimiento que todavía se reflejan en la magnitud de la tasa de riesgo-país”.

El éxito del programa que puso en marcha Javier Milei depende en buena medida de evitar un nuevo default. Los esfuerzos para alcanzar tempranamente el superávit fiscal y los buenos resultados obtenidos en el combate contra la inflación quedarían en la nada si el Gobierno termina en otra reestructuración de la deuda.

Fue difícil medir en estos últimos días el impacto de las promesas del ministro, porque coincidieron con dos jornadas negras para Wall Street. Todos los activos de riesgo fueron impactados, incluyendo a los bonos argentinos. El riesgo país volvió a superar el nivel de 1.600 puntos básicos al cierre del viernes.

Tanto en las declaraciones de Caputo como en las del Presidente queda más que claro que la voluntad de pago de la deuda es absoluta. Muy distinto a lo que sucedió en el gobierno de Alberto Fernández. A tal punto era la decisión de ir a una reestructuración ni bien asumió que una gran crítica al entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, fue haber pagado los intereses de la deuda en los primeros meses de 2020. Ya para ese momento se había tomado la decisión de ir a una renegociación.

Es razonable y entendible que Caputo prometa que va a pagar, aunque todavía no esté claro cómo lo hará. Pero ningún acreedor le avisa al banco seis meses antes que no podrá devolver un crédito. Lo lógico es esperar hasta el último día antes del vencimiento para tratar de conseguir los fondos y no quedar moroso. Algo parecido sucede en este caso.

Los precios hablan por sí solos. Bonos cotizando a un promedio de 45 dólares y un riesgo país de 1.600 indican que el temor de los inversores respecto a un posible nuevo incumplimiento de la Argentina sigue siendo altísimo.

¿Significa, entonces, que el Gobierno se encamina a una nueva reestructuración? Para nada. Solo marca que los inversores creen que hay una alta probabilidad de que ello ocurra. Pero tranquilamente podrían equivocarse.

Hay dos caminos para poder hacer frente a los vencimientos de deuda del año que viene, que suman poco menos de USD 10.000 millones, aunque la cifra bajaría a unos USD 6.000 millones teniendo en cuenta la deuda intra sector público y con organismos internacionales (que resulta muy factible de refinanciar).

Ése es el principal objetivo del ministro. En el último Staff Report del FMI se menciona la posibilidad de recuperar acceso a los mercado recién para fines de 2025. El camino, por lo tanto, es todavía muy largo.

La cotización de los bonos en alrededor de 45 dólares reflejan fielmente estas dudas. Pero todo hacen pensar que no se mantendrán así por mucho tiempo. Si se complica el financiamiento y se agranda la percepción de una reestructuración, podrían volver a cotizar cómodamente debajo de los 30 dólares.

Si por el contrario hay más señales claras de cumplimiento de los compromisos, entonces las precios tendrían un piso no menos a USD 75. Eso significa que la potencial ganancia que dejarían un escenario optimista no baja del 65% al 70% más los pagos semestrales de intereses.

Economistas como Iván Cachanosky (Eseade) y Fernando Marull creen que existen buenas chances que esto suceda en el cuarto trimestre, basados en el éxito de la “fase 2″ del plan. El estricto control de los agregados monetarios junto al mantenimiento del superávit fiscal son fundamentales para planificar una unificación sin grandes saltos del tipo de cambio.

Pero mientras la confianza tardar en aparecer, la política de Caputo es conseguir fondos frescos, una tarea que luce ardua. Por lo pronto, quedó descartado un desembolso extraordinario de USD 10.000 millones del FMI en el marco de un nuevo acuerdo.

La apuesta hacia adelante es que los organismos multilaterales gatillen algunos prestamos adicionales. Además, también hay una ficha puesta en el blanqueo. Básicamente, si se blanquean dólares a través del sistema bancario local no hay costo. Si la suma es menor a USD 100.000 directamente es gratis. Y si se supera ese número, entonces se podrá optar por un amplio menú de inversiones hasta el 31 de diciembre de 2025.

El objetivo del blanqueo -tal como lo explicitó el ministro- no es recaudar, sino atraer dólares. Todo vale para salir de la “zona roja” de reservas netas, que hoy serían negativas por más de USD 6.000 millones.

Sin una clara mejora en las reservas ni desembolso del Fondo a la vista, la opción para seducir a los inversores no puede pasar por mostrar liquidez que no existe. Caputo aseguró que hay un “repo” previsto, es decir entregar bonos como garantía a cambio de liquidez. Sin embargo, faltaron precisiones.

Es cierto que el contexto internacional no ayuda demasiado. Los inversores se volvieron en general más cautelosos ante la posibilidad que Estados Unidos caiga en recesión. Además, el precio de la soja se derrumbó desde USD 500 a USD 380 desde que asumió Milei. Y el real brasileño se viene depreciando fuerte, con un dólar que llegó a rozar los 5,75. Esta devaluación también le pone presión al peso, que al revés se viene apreciando en términos reales en los últimos meses.

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