Demichelis se fue de River el día del off...
Había logrado lo más difícil: ganar después de Gallardo. Se asomó detrás de una estatua y en los primeros seis meses logró que las viudas no lloraran. Más tarde, lo devoró la ansiedad...
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famoso off fue el principio del fin de Demichelis. Ese día, esa semana en realidad porque las charlas fueron más de una, se empezó a ir de River.
Había logrado lo más difícil: ganar después de Gallardo. Se asomó detrás de una estatua y en los primeros seis meses logró que las viudas no lloraran. Su equipo daba gusto de ver. Era el mejor de todos. El aplauso valía doble después de un 2022 con un juego terrenal pese a tener a un dios en el banco. Respetó ese discurso grandilocuente que decía que el abonado más caro del país exigía una forma de ganar.
En términos de redes sociales, que no son las dueñas de la verdad aunque lamentablemente inciden cada vez más en decisiones relevantes, se lo empezó a cancelar a Demichelis. Pareció un exceso. El entrenador debió saber hasta dónde sacar la lengua, mantener los valores, aunque quedó en evidencia que estuvo mal asesorado. Tan obsesionado con buscar apoyo en la comunicación, se la subestimó. Una constante en un país donde últimamente todos creen saber de un tema del que tienen una vaga idea. Olvidan que un tuit puede desmoronar una transferencia millonaria. ¿Qué es un off, justamente? Una conversación privada, sin grabadores ni cámaras, donde el periodista tiene información para entender por ejemplo qué piensa un técnico, un jugador, o un dirigente, con el compromiso hasta personal de no revelar. Se puede hablar del juego, de un futbolista que interesa en el mercado, de una situación puntual en el plantel. Aun cuando hoy muchos sommeliers de vestuarios simulan sorprenderse, siempre existieron esos encuentros con los protagonistas, aun hablando de nombres propios fuertes. El mismísimo Bielsa los tenía en sus tiempos de Selección hasta que se sintió traicionado... Pero no existen secretos en charlas con 15 personas. Es clave saber cuál es el marco de confianza, el rol del interlocutor, sus pasiones prioritarias y el poder de autonomía para guardar para el dato. En este caso, el grave error se expuso en cadena nacional. Y llegó en algunos casos de un modo obsecuente al oído de los jugadores involucrados. Ese cabaret trajo otra vez el nombre Gallardo. El Muñeco había generado un manual de conducta, un estilo de manejarse que dejó puertas adentro cualquier conflicto. Porque los hubo: no es real un grupo sin alguna interna en más de 8 años de convivencia.. Así, al River que se había dejado ver inmaculado no le gustó estar emparentado con algunos episodios del Mundo Boca, ése que Borghi definió como un club donde se hace el amor con la ventana abierta. Pero fundamentalmente el quiebre fue la confianza: un River que había hecho bandera el creer, dejó de creer en su entrenador.El peor problema, aunque no lo vaya a reconocer, es que Demichelis quebró su propia convicción. Tal vez por haber quedado en offside a la vista de todos, empezó a negociar para recuperar el liderazgo. A querer cambiar la mala cara de la mesa de los grandes, que tampoco se la hicieron fácil. Del mismo modo que en las conferencias se expuso y lo expusieron muchas veces con puñales. No pudo volver a ese River que de arranque dio gusto ver, el de los 5 volantes que tocaban a toda velocidad. El que se impuso en los clásicos. El que tuvo a un mejor Barco más centralizado, el que subió a Primera a Echeverri, el que voló con el mejor De La Cruz. Pareció no alcanzar conTan debilitado quedó que las últimas horas fueron una carnicería que se descomprimió recién después del anuncio final. Ahí se publicaron sus buenos números generales: los 86 partidos jugados, 3 títulos y el 66,27 por ciento de los puntos. Al mismo tiempo que se lo despidió gratamente en redes sociales o se posteó que siempre tiene el corazón de River, una forma de amortiguar o modificar la reacción de la gente en el extraño último partido en el Monumental. Se verá ahora el discurso público de los jugadores, apagados hace rato. En los últimos días se filtró que después de perder con los mendocinos, el entrenador expuso su pensamiento y cuando pasó la palabra todos se quedaron en silencio. Puertas adentro cuentan que fue parte de un discurso que lo desdibujó al DT, porque juran que Armani habló como capitán y asumió errores. En todo caso fue tarde, como algunas reacciones afectivas al enterarse del desenlace. El timming en realidad apuntó a la decisión con Gallardo otra vez cerca a dos semanas de jugar con Talleres por la Copa. El ciclo Demichelis, un entrenador al que buscaron con sentido su momento, que mostraba preparación y un perfil adecuado, estaba con respirador artificial hace tiempo, de mínima desde el receso. Ahora parecieron acompañarlo hasta la puerta del cementerio, antes de que entraran todos juntos. Aunque tal vez ni lo reconozcan en off...