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24 de julio de 2024

Lynda Carter, la Mujer Maravilla: cómo consiguió el papel, un falso poster central de Playboy, abusos y alcoholismo

La actriz y cantante cumple 73 años y sigue activa: días atrás dio a conocer una nueva canción. Los problemas que le trajo apareada la fama y el trato desigual que padeció en Hollywood

>Lynda Carter, la Mujer Maravilla, nuestra Mujer Maravilla, cumple esplendorosos 73 años. Ella fue la súper heroína que rigió la infancia de millones en la década del setenta. Cada vez que la vemos esperamos que de un rápido giro y se convierta en la Mujer Maravilla.

A diferencia de otros con pasado glorioso, pero no tenidos en cuenta en la actualidad, ella no hace del resentimiento su bandera. “Tuve una buena vida. No me quejo. Conocí el amor, tuve dos hijos de los que estoy orgullosa, pude hacer lo que me gustaba. Tengo varios logros en mi carrera pero sin duda el gran hito fue La Mujer Maravilla. Y amo que así lo sea. Sólo espero que no me olviden. Ese es mi único temor”, dijo hace un tiempo.

Lynda Carter había hecho el casting junto a otras dos mil chicas que aspiraban a ser la primera superheroína de la televisión. Hasta ese momento, los súper poderes eran sólo cosa de hombres. La elegida sería la Mujer Maravilla, el personaje femenino más importante de DC Comics. Eran tantas las aspirantes que, pese a su acostumbrado optimismo, nunca creyó que sería la elegida. Estaba convencida, también, de que al no tener casi experiencia como actriz sería casi imposible que un productor optara por ella. Decidió seguir con su vida a la espera de una nueva oportunidad. Tuvo razón. Antes que Lynda fueron seleccionadas otras dos actrices. Pero, por diferentes circunstancias, fue ella la que se terminó quedando con el rol.

Su madre era de origen mexicano y su padre provenía de una familia que mezclaba raíces inglesas e irlandesas. Se crió en Phoenix junto a dos hermanos. Desde muy chica participó en publicidades y concursos de talentos. Su sueño era cantar, dedicarse a la música. A los 17 años desechó la posibilidad de ir a la universidad y con una banda de country compuesta por hombres más grandes que ella salió a recorrer Estados Unidos. Muchos años después, su marido Robert Altman le preguntó a la madre de Lynda Carter cómo había permitido que su hija se fuera a tratar de vivir de la música, con hombres adultos: “Me extraña que me preguntes eso. ¿No conocés a Lynda? Es imposible detenerla cuando se le mete algo en la cabeza”, respondió la señora.

Como lo que ganaba con la música no alcanzaba y el gran contrato discográfico no aparecía, Lynda aceptaba cualquier trabajo que estuviera relacionado con el mundo del espectáculo. En 1972, alguien le avisó que había un concurso de belleza. Se anotó el día de cierre de la inscripción. Fue superando etapas, ganó el zonal y luego fue elegida como la representante norteamericana para la edición de ese año de Miss Mundo. También, como tantas otras, hizo papeles muy menores (casi no llegaban a categoría de bolos) en algunas series.

Ese fue el casting al que Lynda Carter concurrió sin demasiada esperanza y el que le cambiaría la vida cuando sólo le quedaban 25 dólares en su cuenta bancaria. Se presentaron actrices que luego alcanzarían la fama como Cheryl Ladd, Farrah Fawcett (luego ambas Ángeles de Charlie) y Angela Bowie. Pero la elegida resultó Joanna Cassidy. Al conocer el resultado, Lynda volvió a la ruta. Pero Cassidy a último momento no acordó su participación y los productores eligieron a Lynda. En ese momento le llegó el llamado urgente de su representante.

La serie tuvo tres temporadas. Sesenta capítulos en total que fueron un gran éxito y consagrarían a Lynda Carter como una estrella global. Inocencia, una música pegadiza, humor, aventuras simples pero con cierto encanto, un mensaje positivo, y una mujer inteligente, bondadosa y fuerte.

Al día siguiente del estreno del primer capítulo, Lynda Carter fue a un restaurante. Se vistió con sus mejores ropas, se maquilló ostentosamente y se peinó. Con tacos altos caminaba segura y altiva. Iba a buscar sus primeras dosis de fama. Soñaba con que la pararan, le pidieran autógrafos, le preguntaran cómo había grabado determinada escena. Pero nadie lo hizo, nadie la reconoció. Su desilusión fue enorme. Eso cambiaría muy velozmente. A las pocas semanas ya era una celebridad.

La serie triunfó pese a que muchos sostenían que el mundo de los superhéroes era masculino, que a los espectadores no les interesaría una mujer en ese rol. Sin embargo, el éxito no les aseguró la continuidad en la pantalla de ABC tras el primer año. Era un proyecto demasiado costoso. Eso se debía a que, al igual que el cómic, estaba ambientada en la Segunda Guerra Mundial y la reconstrucción de época era muy cara. La solución que encontró el equipo creativo fue trasladarla de época y llevarla a la década del setenta. También se mudaron a otra cadena. Como la Mujer Maravilla era una amazona atemporal nada importaba el corrimiento de treinta años.

Lynda Carter quería interpretar las escenas de riesgo. Los efectos todavía no eran lo suficientemente sofisticados como para que el público no se diera cuenta, por ejemplo, de que esa mujer que colgaba del patín de un helicóptero no era ella. Manejaba con pequeños controles escondidos en las palmas de sus manos los destellos y chispas que salían de sus muñequeras-brazaletes.

Su compañero era Lyle Waggoner que ya había tenido un contacto cercano con los superhéroes: fue el último descartado para encarnar al Batman televisivo que hizo Adam West. Pero su carrera se encauzó de inmediato y tuvo varios éxitos en la pantalla chica. Laa relaciones entre Carter y Waggoner no eran las mejores. Según él, Lynda no quería compartir el protagonismo y atentaba contra su mayor participación en la historia. Según ella, lo que al actor le molestaba era que ella cobrara el mejor salario del programa, algo bastante poco habitual en la televisión de ese momento. Waggoner continuó en la serie a pesar del cambio de época. Pero como él no era una amazona había que justificar de alguna manera que el paso del tiempo, esos más de treinta años, no habían afectado su aspecto, que no había envejecido ni un solo día. Por lo tanto en las restantes temporadas, el actor interpretó al hijo del personaje (Steve Trevor) que empezó haciendo. Los guionistas no se molestaron en explicar -era inexplicable- por qué el hijo era idéntico al padre. Sólo eliminaron la tensión amorosa entre los protagonistas porque ya hubiera sido algo bastante extremo para esos tiempos que la superheroína tuviera escarceos amorosos con padre e hijo sucesivamente.

En 1979 los ratings bajaron y los costos siguieron aumentando. Eso llevó al canal a dar de baja la serie. A diferencia de otros actores y actrices que muestran un resentimiento hacia el personaje que, al mismo tiempo, los consagró y los encasilló a tal punto de cercenarles la carrera posterior, Lynda siempre se mostró agradecida hacia la Mujer Maravilla y reivindicó su participación. Tanto es así que Lynda apoyó con fervor a Patty Jenkins, la directora de las películas de la Mujer Maravilla, alabó a Gal Gadot, celebró el estreno de la primera de la saga e hizo un cameo estelar (sin spoilers para los que no la vieron) en la segunda película.

Es diferente al resto de los superhéroes. No hay oscuridad en ella. Prima la inteligencia, un mensaje optimista y la necesidad de esparcir el amor, de buscar la concordia. Y naturalmente, está la cuestión del empoderamiento femenino que para la década del setenta es casi revolucionario. Contra los analistas y los focus groups, una mujer con súper poderes, una tiara y un lazo podía ser un éxito.

Tras la Mujer Maravilla, Lynda protagonizó varios especiales anuales en los que cantaba y hacía entrevistas (en algunos avances se la ve cantando con Ray Charles). Hizo también participaciones como invitada en diversas series y protagonizó películas televisivas.

Francis Ford Coppola la contrató para la película Apocalypse Now. Sería la principal conejita de Playboy en el show que dan a los soldados en Vietnam. Pero muy poco antes del rodaje de esa escena, un huracán destruyó, entre otras cosas, ese decorado. Cuando tres meses después se filmó la escena, Lynda no pudo abandonar su compromiso televisivo con la serie. En Apocalypse Redux, la versión ampliada que Coppola presentó varias décadas después, se la puede ver muy brevemente desnuda en el poster central de la revista, porque la sesión de fotos sí había llegado a realizarse.

Después de salir un tiempo con Michel Polnareff, un músico francés, Lynda se casó en 1978 con el productor Ron Samuels. El matrimonio duró poco. A los cuatro años llegó el divorcio. No fue una buena experiencia. Él era bastante mayor que ella e intentaba controlar sus movimientos. Se casó con la Mujer Maravilla pero quería que perdiera todos sus poderes y se convirtiera en una ama de casa. Hace unos años cuando le pidieron un consejo para los jóvenes, Lynda dijo de inmediato: “No se casen tan jóvenes. No le digan que sí al primero que les propone casamiento. Fui una estúpida”.

Lynda Carter además de continuar su carrera musical (en las plataformas se pueden escuchar sus discos de standards y country), apoyó a lo largo de estas décadas diferentes causas sociales.

Unos años atrás fue de las primeras en respaldar el #MeToo y a las denunciantes iniciales. Contó que ella fue violada por un hombre muy poderoso de Hollywood al que ya la justicia estaba juzgando. Dijo que no iba a dar el nombre del victimario porque no quería que se tratara de ella, de su historia sino de algo colectivo, hacer visible un modus operandi que estaba instalado en Hollywood. Y que no deseaba revivir la historia. Contó también que alguien del equipo técnico la espiaba mientras se cambiaba en el set para verla desnuda y que fue expulsado de la filmación. Explicó que las actrices durante décadas vivieron con temor permanente porque las situaciones incómodas, los abusos, la violencia y las violaciones podían irrumpir en cualquier momento. Pero que las actrices no denunciaban los abusos porque no eran escuchadas y, principalmente, porque eso significaba el fin de sus carreras, de inmediato pasaban a integrar una lista negra.

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