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8 de julio de 2024

A 40 años del “Fibronazo”: los detalles jamás contados del partido en el que Boca usó camisetas con números escritos a mano

En medio de una de las peores crisis institucionales, un Xeneize repleto de pibes salió a jugar a La Bombonera contra Atlanta con una particular indumentaria

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Boca 1-2 Atlanta (1984)

En cuestión de minutos, los auxiliares del improvisado cuerpo técnico liderado por Grillo, que en realidad estaba afectado a la coordinación de juveniles y nexo con la Reserva, consiguieron unos fibrones y betún para dibujar los números en la espalda de cada futbolista: “Estaban todas húmedas de la transpiración por la entrada en calor. Fue ahí mismo en el túnel, antes de salir a la escalera. Nos poníamos de espaldas y pintaban el número. Encima ese día justo garuaba y se empezaron a desteñir”.

Boca formó aquel día con Walter Medina; Javier Franco, Rubén Manfredi, Marco Dos Santos, Jorge Latorre; Néstor Tessone, Roberto Fornés, Fabián Peruchena; Denny Ramírez, Gustavo Torres y Gabriel Vales (ingresaron Oscar Galarza y Roberto Prado, mientras que quedaron en el banco de suplentes Miguel González, Hugo Gotte y Juan Carlos Púrpura). Nombres como los de Julio Balerio, Roberto Mouzo, Oscar Ruggeri, Hugo Alves, Mario Alberto Ariel Krasouski, Carlos Randazzo y Ricardo Gareca, que venían de ganarle a Vélez, se ausentaron por la huelga.

Los referentes del plantel ya le habían advertido al tesorero Héctor Martínez Sosa que si no saldaban al menos una parte de la deuda se ausentarían al siguiente compromiso oficial. El dirigente no pudo cumplir con lo pactado y presentó la renuncia. El viernes previo al partido del domingo, los jugadores se plantaron y le comunicaron la decisión al presidente Corigliano, con Guillermo Cóppola (ya representante de varios de ellos) como vocero.

Cacho Córdoba justificó el hecho de haberse plantado ante la directiva: “Podrán decir lo que quieran, pero si no se hubiera ido esa comisión no sé cómo hubiera terminado Boca. Quizás terminaba como Racing en la época de Lalín, que terminó gerenciado por una empresa. Eso le podría haber pasado tranquilamente a Boca si nosotros no reclamábamos la plata”. Respecto a los detalles del conflicto, precisó: “Antes se firmaba por un monto, pero en el contrato figuraba otro por los impuestos. Entonces nos querían pagar lo que decía el contrato y no lo que habíamos arreglado, nos querían cagar. Y nosotros salíamos todos los domingos a la cancha para que ellos nos tiraran a la gente en contra”.

El primer reclamo tuvo eco en más de 40 futbolistas, pero lentamente las voces se fueron callando: “Los que mandamos el famoso telegrama para quedar libres fuimos ocho. A Ruggeri le quemaron la casa, al padre de Gareca le pusieron un revólver en la cabeza y yo estuve con Policía en la puerta de mi casa durante seis meses”.

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La imagen del festejo del gol de Boca en el empate parcial ante Atlanta

Lo concreto es que Atlanta hizo un gol al minuto por medio de Alfredo Graciani (que al año siguiente firmaría en el Xeneize), Boca lo empató con un tiro libre de Dos Santos y Alfredo Torres le dio el triunfo a los de Villa Crespo a falta de 20 minutos para el final. “Jugamos bien, tuvimos mala suerte. Ellos encontraron dos pelotas. La mayoría éramos pibes de la cantera, era un orgullo encontrarnos ahí todos juntos jugadores de diferentes categorías que jugábamos y vivíamos en La Candela. La verdad es que no defraudamos, sentimos que de alguna manera estábamos devolviendo lo que estaban invirtiendo en nosotros en la pensión”, sacó pecho Denny Ramírez por aquella actuación.

La triste anécdota tuvo más capítulos. El club quedó hecho un hervidero y se quebró definitivamente la relación entre el plantel y la CD. La barrabrava por entonces liderada por José El Abuelo Barritta tomó partido contra los jugadores y los insultó. Los dirigentes tomaron represalias con suspensiones contra varios futbolistas y Cacho Córdoba fue uno de los que recibió la pena más severa: “¿Vos creés que yo me quería ir de Boca? Me podría haber quedado toda la vida, pero pasó lo que pasó. Había tenido la oportunidad de ir a Europa y decidí quedarme. El presidente se equivocó, se filtró una declaración suya en la que se vio que estaban todos envueltos y se tuvo que ir él y toda la comisión. Me dolió irme de Boca así, a los 26 años, ni se me cruzaba por la cabeza. Boca en mi vida es todo y seguirá siéndolo. ¿Camarilleros de qué? Si lo único que queríamos era cobrar”, sentenció Córdoba.

Las llamas llegaron hasta la AFA y Julio Grondona ordenó postergar el siguiente partido contra Huracán por el Torneo Metropolitano, por lo que Boca recién jugó otra vez dos semanas más tarde, días después de que Corigliano se tomara licencia: le ganó 2-1 a Instituto de Córdoba en la Bombonera con tantos de Carlos Mendoza y Ruggeri.

A lo largo de ese segundo semestre de 1984, clausurarían La Bombonera y hasta fijarían una fecha de remate, algo que fue salvado agónicamente por la reunión de un dinero acercado por un grupo de “Notables” convocados por el ex tesorero Martínez Sosa, entre los que figuraban el Puma Armando, Carlos Heller y Julio Víctor Lajst, entre otros, más lo recaudado por una gira -poco fructífera en lo futbolístico- por Europa. En septiembre retornó a sus funciones Corigliano, pero duraría poco ya que en noviembre se alejó definitivamente de la institución junto a sus laderos Pedro Orgambide y Horacio Blanco, quienes pidieron la intervención del club. A fines de noviembre, Federico Polak tomó las riendas de Boca Juniors y allanó el camino para las elecciones, pero Antonio Alegre contaría con el apoyo unánime de todas las agrupaciones y no hicieron falta las urnas. Asumió a principios de 1985.

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La historia del "Fibronazo", uno de los momentos más críticos de la historia de Boca Juniors

Sabíamos que el que mandaba el telegrama pidiendo quedar libre, no volvía más al club. Lo de Ruggeri y Gareca fue un caso aparte porque quedaban libres por el 20 por ciento, distinta situación a la de los otros 40 y pico que la iniciamos. Guillermo (Cóppola) le dijo a Grondona lo que iba a pasar y Julio le dio la razón, le respondió que no iba a durar más de dos días el conflicto. Pero el presidente de Boca hizo todo lo que no tenía que hacer, buscó aliados y a Grondona no le quedó otra que bancarlo. Ahora, ¿cómo puede ser que hayamos quedado ocho jugadores del total de 40? Y a Gareca y Ruggeri los saco del lío, porque ellos apoyaban al grupo. Y había otros pibes como Matabós, Di Natale y Stocco a los que les dijimos que no podían sumarse”, insistió Córdoba, quien aseguró que el Pato Pastoriza “limpió” a muchos jugadores no por razones futbolísticas sino por no haberse manejado como el resto de los damnificados.

Cacho Córdoba se marchó al emergente fútbol de Estados Unidos tras percatarse de que había una “lista negra” para los jugadores que habían quedado en libertad de acción de Boca por falta de pago: “Tratábamos de arreglar en algunos clubes y no podíamos. Y eso que veníamos de ser titulares en la Primera de Boca. Nos decían que estábamos en una lista negra. Nos fuimos a la liga de Lincoln por un muchacho amigo que era el técnico y se revolucionó la ciudad. Estaban muy contentos en el club, pero cuando se enteraron que estábamos por firmar, no nos dejaron. El técnico me dio las razones llorando”.

El ex lateral izquierdo tuvo un efímero paso por Huracán y Unión de Santa Fe en los años 85 y 86, mientras que desde el 87 se instaló definitivamente en Estados Unidos y ya no retornó al país hasta 2003, cuando fue ayudante de campo de Oscar Ruggeri en Independiente. “Me vine acá porque era el único país en el que podía jugar, ya que no estaba adherido a la FIFA. Acá, si te quejás por no cobrar, a los 15 días te dan un cheque y te vas a tu casa, no te peleás nunca”, comparó a la liga en la que actualmente brillan múltiples estrellas internacionales como su compatriota Lionel Messi.

Don Antonio Alegre le propuso volver a Boca en el año 87, pero Córdoba ya había cerrado ese doloroso capítulo de su vida y no quiso comprometer al flamante presidente sabiendo que iba a tener a gran parte del público en su contra: “Le dije que no para no joderle la vida”.

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