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4 de septiembre de 2014

Los campos que “vuelan” complican al sur cordobés

Las tormentas de tierra producen dificultades, pero en el departamento General Roca ya son un problema grave. Afectan a pueblos, generan riesgos en rutas y se llevan la capa más fértil del suelo.

 


Río Cuarto. Lo que en pueblos y ciudades se vive como una tormenta de tierra y en las rutas deja “ciegos” a los automovilistas es, en realidad, la riqueza de los campos que se vuela.

La erosión eólica implica la pérdida de la capa más fértil del suelo. Las tormentas de tierra se padecen en gran parte de la provincia, pero la zona más afectada por este fenómeno es el departamento General Roca, en el extremo sur cordobés.

A la vera de la ruta 26, el paisaje verde ha ido mutando en desierto.

Este año, la Provincia propició para esta zona la creación del primer Consejo Regional de Conservación de Suelos, que intenta concientizar y tomar medidas. Está integrado por técnicos y profesionales reconocidos de instituciones como Senasa e Inta, agrupaciones ruralistas como Federación Agraria y Sociedad Rural y organizaciones como la Cámara del Mani y Aapresid, entre otras.

“Cuidar nuestros suelos es cuidar nuestra economía regional”, afirman como lema. Es que no se trata sólo de la molestia por tierra en vuelo en muchos días al año: la problemática ya llegó al bolsillo de los productores.

Gustavo Venier, ingeniero agrónomo y coordinador del Consejo Regional, describió: “De 1,5 millones de hectáreas del departamento General Roca, tenemos una amplia zona, de 1.268.000 hectáreas, de suelos con textura arenosa. El 80 por ciento del suelo es arena, muy susceptible de ser erosionado cuando no se hace un buen manejo”.

Causas

En los últimos 18 años, la superficie cultivada del departamento creció en 700 mil hectáreas, lo que da una idea de la deforestación en paralelo que hubo. En muchos casos, donde hubo montes milenarios hoy hay suelos movidos para cultivar.

Para Venier, ahora, deberían modificarse las leyes para incorporar exigencias de cultivos de cobertura a quienes alquilan campos, poner restricciones al maní por determinado tiempo en algunas zonas y, fundamentalmente, exigir a los inquilinos que informen a los propietarios las recetas fitosanitarias de los agroquímicos aplicados. Todo eso, para conservar más y mejor los suelos.

Marcela Genero, técnica del Inta, remarcó que “la clave es un buen manejo del suelo rural”. Y explicó: “Intentamos abordar el tema de la educación porque por ahí se culpa a un cultivo o a los productores en general y es erróneo. Hay gente a la que el problema se le ha ido de las manos y hay que capacitarla. No siempre es oneroso cuidar el ambiente, tiene que haber información para un manejo distinto. A la tierra no siempre hay que sacarle, a veces hay que dejarle”, acotó.

En general, se coincide en que ha ido cambiando la conciencia de los productores en los últimos años, en lo que hace al manejo de suelos, al menos asumiendo el problema.

Rotar cultivos, clave

Si bien históricamente existieron en la región tormentas de tierra y médanos, se advierte que antes en los campos había una mayor superficie dedicada a ganadería, más cultivos de cobertura y cortinas forestales que contribuían a contrarrestar el fenómeno de arrastre y erosión eólica.

“Como en todo el país, en esta zona disminuyó la ganadería, a la vez que muchos pasaron de ser productores a arrendatarios, lo que restó movimiento económico en la zona. Al reducirse tanto la ganadería, disminuyó la superficie con pasturas, de verdeos que cubren el suelo, y se dejaron de hacer rotaciones”, completó Venier.

“El productor está viendo las consecuencias. Donde sonó la alarma es en el bolsillo, en algunos casos han tenido que hacer siete u ocho implantaciones de siembra para tener un cultivo y que ese lote no se le continúe volando. Ese productor es el que más énfasis pone ahora para prevenir, porque el costo es altísimo”, comentó Venier.

En tanto, el Colegio de Ingenieros Agrónomos de Córdoba destacó la importancia de implementar un plan predial en zonas de emergencia. “Una adecuada rotación de cultivos es el puntapié inicial”, sostuvo la entidad, y argumentó que “el sistema de rotación es, hoy por hoy, el único que garantiza la sustentabilidad del recurso suelo y permite un manejo integral y eficiente del agua, las plagas y las malezas”.

La rotación implica ir variando lo que se siembra para no agotar el suelo con la demanda del mismo cultivo.

Ley para cumplir

En Córdoba, la ley 8.936, reglamentada hace 10 años, declara “de orden público en todo el territorio la conservación de los suelos, la prevención de su degradación, la recuperación de los degradados y la promoción de la educación conservacionista”.

Recuerdos del pasado, sugerencias para el futuro

Antes y ahora. Especialistas explican que décadas atrás también se sufrió un proceso de erosión muy marcado porque se araba para sembrar (moviendo la tierra) y no había labranza cero como ahora. Además, el ganado ovino, con sus patas, afectaba el suelo. “Muchos recuerdan que cuando preparaban la mesa, a los platos los ponían dados vuelta, para que no se llenaran de tierra. Lo importante es que hoy, con la información y tecnología disponibles, tenemos la oportunidad de producir en forma sustentable”, apunta el agrónomo Gustavo Venier. 

Otra perspectiva. En 2012, el Foro Ambiental de Córdoba y el Núcleo Diversus (de investigación en sustentabilidad) elevaron a entes nacionales y provinciales un plan para reducir el impacto de las tormentas de tierra. Sugerían medidas como la recuperación de bosques nativos, el fomento de un manejo más adecuado de los suelos cultivados y la implantación de barreras forestales protectoras en los establecimientos agrícolas y en las banquinas de rutas y caminos. Para esas cortinas forestales, sugerían el uso de especies nativas, de mejor adaptación.


 

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