22 de noviembre de 2024
Nada de especiales
En el Perú, el desarrollo de la actividad empresarial está lejos de solo ser atendida o fomentada mediante el no pago de impuestos
En nuestro país, las Zonas Económicas Especiales (ZEE) se dieron inicio en 1989, con la creación de la Zona de Tratamiento Especial Comercial de Tacna (ZOTAC) y las Zonas Francas Industriales de Ilo, Paita y Matarani. En 1996, pasaron a denominarse Centros de Exportación, Transformación, Industria, Comercialización y Servicios (CETICOS) y hoy operan como Zona Especial de Desarrollo (ZED) y Zona Franca.
La respuesta a la pregunta anterior es evidente: falta de competitividad asociada a las ZEE. Según el estudio “Hoja de Ruta para la implementación de estrategias de atracción de Inversión Extranjera Directa a las Zonas Económicas Especiales del Perú”, elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas de la República de Corea (2023), se evidencia que la tarea más urgente es la expansión de infraestructura. Construcción de carreteras y vías férreas; y suministro de electricidad, agua y telecomunicaciones. A estos les podemos sumar un régimen laboral rígido, con altos costos de contratación y despido, así como los costos de seguridad que últimamente vienen en aumento.
Adicionalmente a lo anterior, el estudio también hace hincapié en identificar ventajas comparativas locales. Solo así se determinarían los sectores prioritarios que potenciarían la oferta exportable vía las ZEE. Para dinamizar las ZEE es necesaria la conformación de clústeres donde se puedan desarrollar industrias vinculadas con las cadenas regionales de valor, incluyendo a las micro y pequeñas empresas locales. Esa es una tarea que le compete a más de un actor dentro del sector público, y que no estaría en el radar de que quienes promueven el desarrollo de las ZEE.
Para colmo de males, la iniciativa del Congreso plantea que los operadores de las ZEE deban contar con al menos el 90% de sus insumos o componentes provenientes de micro y pequeñas empresas nacionales, a menos que dichos insumos no se produzcan en el país. Es decir, se restringe la libertad de un eventual operador de la ZEE de contratar con proveedores que le resulten más eficientes en materia de costos y calidad de insumos.